Leopoldo Abadía, escritor: “Si lo que digo ayuda a la gente, quiero ser ‘influencer’”

Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933) se acerca a los 90 años, pero continúa con varios proyectos en mente y ha publicado un nuevo libro.

Leopoldo Abadía, en el Gran Hotel, un lugar especial para él.
Leopoldo Abadía, en el Gran Hotel, un lugar especial para él.
José Miguel Marco

En 2023 cumple 90 años, ¿qué balance hace de su vida?Con 90 años, he vivido mucho. Estoy muy contento de cómo me han ido las cosas. Tengo una familia muy maja, en el trabajo he tenido mucho éxito... Estoy muy agradecido a Dios por todo. Me he matado a trabajar, pero como todo el mundo.

Su último reto ha sido publicar, junto a Toni Segarra, el libro ‘La marca de Dios’. ¿Cree que la Iglesia es un ejemplo en temas de comunicación?
Sí y, además, si esto me lo preguntas hace un año, te hubiera dicho que no tenía ni idea. De Toni he aprendido muchísimo. Suelo ir a desayunar a un bar, allí coincidimos y nos hicimos amigos. Un día me dijo «creo que todo lo que se ha hecho relacionado con el márquetin y comunicación en la historia de la empresa está copiado de la Iglesia católica». Había escrito un documento de cuatro páginas sobre esto y le incité a desarrollarlo en un libro; pero como me dijo que él no sabría hacerlo, le propuse escribirlo juntos y aquí estamos.

Con casi 100.000 seguidores en redes sociales, ¿se considera un ‘influencer’?Yo no me considero nada, pero parece que soy un ‘influencer’. Estas cosas me hacen mucha gracia, aunque no me las creo. Sin embargo, si lo que digo puede ayudar a las 100.000 personas que me siguen, quiero ser ‘influencer’. 

Hay que recordar que todo empezó con una crisis ‘ninja’Realmente todo esto empezó antes de la crisis ninja, porque me dio por escribir un diccionario; que sigo haciendo ahora, con términos económicos y financieros. Sobre el vocablo ‘crisis’ me salieron seis páginas en lugar de cuatro líneas. Se lo mandé sin firmar a dos amigos. Al cabo de quince días, me llegó a mi despacho con una nota que decía: «Seguramente os interesará. No sabemos quién lo ha escrito, pero ha debido de ser un joven estudiante universitario». Ese era yo.

"El Gran Hotel es especial para mí porque en uno de sus sillones mi mujer me dijo que se quería casa conmigo"

¿Cómo llega un doctor ingeniero industrial a hablar de economía, hacer anuncios y dar clase en el IESE?
De rebote. En mis conferencias, por orden de mi hijo; que es mi mánager, siempre empiezo contando que yo era un señor normal, con amigos convencionales y ahora tengo otros. Gente como Risto Mejide; que vino a mi presentación en Madrid y me dijo que el libro, que es una conversación entre Toni y yo, hay que llevarlo por los teatros de España.

Tiene 12 hijos, ¿qué importancia tiene la familia para usted?
Toda. Pensar que son muy amigos entre ellos o que la presentación del libro en Madrid la llenó mi familia me hace muy feliz.

Esta familia está sustentada en el matrimonio que tiene desde hace más de 60 años. ¿Cuál es la receta para durar tanto? 
Tengo una ventaja tremenda con mi mujer. En 65 años de matrimonio, solo la he visto nerviosa dos veces. Ha llenado la casa de paz. 

"Mi mujer ha llenado nuestra casa de paz"

Fue al colegio de El Salvador, ¿sigue manteniendo relación con esta institución académica?Al presidente de los antiguos alumnos, Jerónimo Suárez, se le ocurrió crear los premios Leopoldo Abadía. Cuando se celebran, voy y les recuerdo a los chavales que la gente por la calle tiene que enterarse, por como actúan, de que han ido al colegio de Jesuitas.

¿Qué proyectos de futuro tiene?Lo de los teatros que hemos comentado antes, si saliera, me haría mucha ilusión. Además, estamos preparando mi libro número catorce, con una compilación de mis artículos agrupados según sus temas; aunque lo más urgente es mi biografía.

Todo esto lo hace con Zaragoza en el corazón.Sí. Siempre vengo al Gran Hotel porque es especial para mí. En uno de sus sillones, mi mujer me dijo que se quería casar conmigo. Además, en poco espacio se cubren todas mis necesidades. Con el hotel, San Siro y Santa Engracia, soy feliz; aunque también hay que ir a ver a la Virgen del Pilar e intento ir siempre que vengo.

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