Recuperados dos diccionarios que reivindican la riqueza del vocabulario y humor de Aragón

La Institución Fernando el Católico reúne en un volumen dos obras de Vicente Foz y Ponz publicadas a principios del siglo XX y apenas conocidas

'Vulgarismos, vicios de dicción, provincialismos...' y 'Notable diccionario filosófico-humorístico' los publica la Institución Fernando el Católico
'Vulgarismos, vicios de dicción, provincialismos...' y 'Notable diccionario filosófico-humorístico' los publica la Institución Fernando el Católico
H. A.

Uno de los nombres que se ha sumado no hace mucho al catálogo de personajes sorprendentes que ha dado Aragón es el de Vicente Foz y Ponz. Veterinario y maestro de finales del siglo XIX y principios del XX, la Institución Fernando el Católico acaba de publicar, en un solo volumen, dos pequeños diccionarios que se deben a su mano. Ambas obras eran muy poco conocidas y una no se le atribuía hasta ahora.

 

Se trata de ‘Vulgarismos, vicios de dicción, provincialismos, voces familiares y arcaísmos más comunes en Aragón’, escrita para ser parte sustancial de su ‘Prontuario del buen hablista’ (publicado en 1903) y del ‘Notable diccionario filosófico-humorístico’. La edición y el estudio preliminar del libro en el que se han incluido han corrido a cargo de Rosa María Castañer y José María Enguita, de la Universidad de Zaragoza, y su trabajo ha tenido mucho de detectivesco porque la segunda de las obras fue publicada en su día por La Cadiera con el seudónimo de Vicente Pascual y, al reunir datos sobre Vicente Foz, los especialistas han descubierto que este fue su verdadero autor.

"Del personaje no se sabía nada hasta ahora –relata Rosa María Castañer–, más allá de los pocos datos que ofrecían las memorias de su padre, que descubrimos buscando información de él. Una esquela publicada en ‘La Vanguardia’ nos indicó que había descendientes de la familia en Barcelona. Nos pusimos en contacto con ellos y fueron los que nos dieron a conocer las memorias, que entonces estaban inéditas". Ese manuscrito, convenientemente editado, se publicó hace unos años por la Institución Fernando el Católico con el título de ‘Mis memorias. Andanzas de un veterinario rural (1818-1896)’. En sus páginas, Francisco Foz, padre de Vicente, decía de su hijo que "aunque tiene buenos sentimientos, es muy variable".

Y tanto. Nacido en 1863, Vicente Foz, el autor de los dos diccionarios ahora reeditados, era sobrino de Braulio Foz, el autor de la ‘Vida de Pedro Saputo’. Estudió Veterinaria en Zaragoza, ejerció en Belchite, Puebla de Híjar y Codo, y llegó a publicar un opúsculo sobre la triquinosis. Siguió estudios eclesiásticos en Belchite y Jaca pero los abandonó, para acabar graduándose como maestro en la Normal de Huesca en 1905. En los primeros años del siglo XX dirigió en Zaragoza el antiguo colegio Santo Tomás de Aquino, situado en lo que hoy es el palacio de Montemuzo y que no guarda relación con el del mismo nombre que años después regentó la familia Labordeta. El suyo es un currículum profesional nada frecuente.

"Era un hombre culto, erudito, pero con una personalidad difícil de abarcar. Su padre, en las memorias, dice que Vicente se sentía inferior a su hermano, médico, y quizá ese sentimiento de inferioridad, su escepticismo, o el creerse en cierta medida injustamente tratado, expliquen la dureza de algunas de las definiciones que incluyó en el ‘Notable diccionario filosófico-humorístico’".

Esta obra, que está dedicada a Basilio Paraíso, destaca por su ironía y por sus fuertes dosis de crítica social. "Hay también en ella mucha retranca y humor aragonés, incluso mala leche y el dolor de alguien que siente que no se reconoce su capacidad", añade Castañer.

Rosa Castañer: "Son más de 500 los aragonesismos que proporciona y casi todos los usamos hoy en día"

Pero a esta especialista, como a José María Enguita, le parece más interesante el diccionario de ‘Vulgarismos, vicios de dicción...’ porque en él Vicente Foz reunió palabras, unidades fraseológicas y construcciones sintácticas que consideraba típicas o exclusivas de Aragón. Allí aparecen vocablos que entonces eran moneda común y que aún hoy son muy frecuentes, como acotolar, boira, cadiera, alberge, chandrío, empandullo, ibón, zancochar o royo.

"Son más de 500 los aragonesismos que proporciona y casi todos los usamos hoy en día", subraya Rosa María Castañer, en cuyo estudio preliminar, elaborado junto a José María Enguita, afloran algunos datos curiosos, del personaje y de su obra. Como un ejercicio de Lengua que hizo en 1905, cuando estudiaba en la Escuela Normal de Maestros de Huesca y en el que sacó una nota insólita para quien había publicado ya dos diccionarios: el tribunal le suspendió.

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