Los barones del PSOE se muerden la lengua para no erosionar a su líder ante su órdago

Los seis presidentes socialistas que han perdido sus comunidades evitan culpar al presidente de sus derrotas.

Guillermo Fernández Vara, con la emoción en el rostro en la noche electoral en la que perdió la Junta de Extremadura.
Guillermo Fernández Vara, con la emoción en el rostro en la noche electoral en la que perdió la Junta de Extremadura.
J. Morales/EFE

Las espadas están en todo lo alto en el PSOE, por mucho que se pretenda disimular la crisis interna de puertas adentro. Los socialistas, de una tacada, han perdido siete de las diez comunidades autónomas en las que gobernaban, a lo que se suman capitales provinciales de gran relevancia como Sevilla o Valladolid.

Pese al silencio que se guarda en Ferraz y las federaciones socialistas, todas y cada una de las miradas de los barones del partido se fijan en la Moncloa. Tanto las de los críticos con la gestión de Sánchez como de aquellos que lo apoyaron tras la triunfante moción de censura de 2018.

Al margen de fidelidades más o menos sinceras, la autoridad del secretario general del PSOE y su política de pactos con Podemos, Esquerra y Bildu ha quedado este 28-M más que en entredicho dentro del partido. Tras estas elecciones, los socialistas mantendrán por la mínima y con necesidad de pactos Asturias y Navarra (y aquí, con la izquierda 'abertzale'). Castilla-La Mancha es la única región en la que conservan la mayoría absoluta y es gracias a unos pocos centenares de votos en la circunscripción de Ciudad Real. El manchego Emiliano García-Page ha sido precisamente durante los últimos cinco años el mayor crítico interno de Sánchez, al que ha recriminado en público sus pactos con Podemos y con los independentistas. Una vez revalidado su mandato autonómico, queda ahora por comprobar la participación de García-Page y el grado de su apoyo a Sánchez de cara a las generales en julio.

En el PSOE aún se lamen las heridas y se evita, de momento, echar sal sobre ellas. Pero una de las hipótesis después de un aciago 28-M es que, tarde o temprano, los cargos autonómicos y municipales apeados de sus cargos institucionales exigirán responsabilidades a Madrid. Es este descontento potencial el que justifica, también, el órdago de Sánchez al adelantar las generales, a pesar del escaparate que le brindaría hasta diciembre la presidencia de la Unión Europea. Una convocatoria para apretar filas en un trance muy delicado para el partido por la pérdida de gran parte de su poderío electoral y cuando la suerte del presidente repercute sobre el conjunto de la organización.

A diferencia de lo ocurrido en 2019, cuando las municipales ensancharon el mapa rojo y ratificaron la victoria de Sánchez en las generales celebradas un mes antes, en abril, este lunes fue un día de amarga resaca para los barones socialistas. El domingo se quedó en el camino el extremeño Guillermo Fernández Vara, quien ya ha solicitado el reingreso en su plaza de médico forense aunque la presidencia de la popular María Guardiola pende del acuerdo con Vox. Fernández Vara, distinguido siempre por su lealtad al partido, había atenuado su posición recelosa hacia la estrategia de Sánchez y confiaba en retener un feudo histórico del PSOE.

"Habéis hablado"

El veterano dirigente socialista no puso paños calientes al "fracaso". "Habéis hablado y lo que habéis decidido es que yo no siga siendo el presidente de la Junta", zanjó, visiblemente emocionado al conocer el escrutinio. El valenciano Ximo Puig, antes de conocer la decisión del presidente de adelantar las elecciones, mancomunó los "errores" y apeló a la serenidad para atinar con la autocrítica. Junto a ambos también perdieron el pie este domingo el aragonés Javier Lambán, la balear Francina Armengol y la riojana Concha Andreu, mientras que el canario Ángel Víctor Torres apura sus opciones para tratar de conservar, en un reto complicado, el Ejecutivo canario.

Sánchez tuvo el gesto este lunes de reconocer lo que vino a interpretar como una injusta salida de sus barones pese a su "buena gestión". Un castigo, reconoció, en parte debido a la movilización de la derecha para castigar al Gobierno de coalición. Ni como ya ha dejado claro Fernández Vara, ni Puig, ni Lambán, ni Armengol tienen intención de continuar con sus responsabilidades orgánicas. Pero el nuevo desafío electoral llevará previsiblemente a posponer la organización de congresos territoriales para unos relevos que, aun bajo el impacto del batacazo en las urnas, se pretenden ordenados.

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