aragón es extraordinario

La Torre Albarrana de Maluenda, cuna de Geodim y su teledetección por satélite

Esta edificación del siglo X es la imagen de marca para una empresa del sigloXXI, que trabaja en todo el mundo mejorando cultivos y optimizando recursos hídricos.

Es un edificio singular, data del siglo X, se construyó en plena dominación árabe (se atribuye a obreros mudéjares, y formaba parte del conjunto del castillo local) y desde hace algo más de una década es la sede e imagen corporativa de Geodim, una empresa local de ámbito planetario que trabaja en teledetección vía satélite. La fundó Salomón Montesinos, natural de Maluenda, donde también nacieron sus padres y abuelos.

“Estudié Geológicas en Zaragoza –cuenta Salomón– y me fui a Madrid a hacer la especialidad. He estado 22 años allá; en 2003 compré la Torre Albarrana –llamada Torre del Palomar– con la idea de restaurarla y recuperarla. Mi padre, muy aragonés, me dijo que iba a ser mi ruina, pero por suerte pudo verla en pie y recuperada antes de morir. El proceso de recuperación se extendió durante dos años y fue realmente delicado: hubo que salvar muchas dificultades”.

En 2007 se alineó otro conjunto metafórico de astros para Salomón y su familia. “Estaba a la venta el antiguo palacio de los Condes de Bureta, que llevaba 50 años cerrado. Mi mujer lo vio, le gustó y lo compramos para restaurarlo y venirnos a vivir aquí. Entonces teníamos la oficina en Madrid, íbamos y veníamos, pero tuvimos claro que una inversión así no era para venir los fines de semana, y coincidimos en que nuestros hijos crecerían estupendamente en el pueblo. Trabajamos con teledetección; por medio de satélites captamos imágenes en todo el mundo y aplicamos esa información a proyectos en tres áreas: agricultura, hidrogeología y geología. ¿Un trabajo del siglo XXI en una torre del siglo X? Nos parecía buena combinación, así que lo hicimos”.

Geodim (geodim.es) trabaja en todo el mundo, desde Australia a Angola, Benin, México, Perú… y España, por supuesto. Maluenda y la Torre son la identidad corporativa de la firma. “Trabajamos cinco personas aquí; cuatro de Maluenda, por cierto, y un total de 11 en la empresa. Mi esposa también es geóloga y lleva los proyectos europeos en la empresa”, apunta Salomón.

En la Torre se hacen exposiciones, desde fotografías antiguas a cuadros de gente del pueblo o imágenes de Geodim que generan mucha curiosidad. “La tenemos –afirma Salomón– en la lista verde de Patrimonio; es increíble verla así de bien cuando hace menos de 20 años tenía el tejado apenas sustentado por los vanos. Desde arriba se ven hasta 50 kilómetros de valle, desde Moros a Morata de Jiloca; estamos en plena cordillera Ibérica”.

Geodim bebe de la observación, el análisis, la experiencia y la anticipación. “Nos especializamos en las técnicas, en vez de en el campo de su aplicación. Por lógica, ya que el 80% del agua consumida va a la agricultura, empezamos a trabajar también este campo, y por formación nos abrimos a la geología. Ahí seguimos; somos los decanos en activo de la actividad en España, y siempre tuvimos vocación internacional. Tratamos de encajar las piezas, optimizar los recursos; hay que saber dónde hacer un pozo y dónde no, por ejemplo. Otra parte de nuestro trabajo es capacitar a la gente para que resuelva problemas futuros y aprendan incluso a anticiparlos por medio de manuales de procedimiento”.

La naturaleza del trabajo de Geodim hace que las exigencias de observar una finca en Olvés, a siete kilómetros, sean las mismas que las empleadas en analizar una de Perú a 9.000. “Trabajamos –apunta Salomón– con imágenes multiespectrales de los satélites y hay datos desde hace muchas décadas, con datos a partir de 1984. Al principio tenías una imagen de satélite cada 16 días; en la última década, con más satélites disponibles, se pueden combinar registros y generar un flujo de información casi constante. Las interpretamos… por ejemplo, aquí –señala la pantalla– hay imágenes en infrarrojos que nos marcan quién está regando en cada momento en un proyecto. En Perú estamos trabajando en traer agua desalada del mar a 50 kilómetros de la costa por bombas de inyección, movidas por energía solar, baratas y eficientes. Riegan viñedos de uva de mesa, y están sacando 100.000 dólares por hectárea, ya que además hacen la cosecha a destiempo de Estados Unidos y alimentan ese mercado. En México tenemos aguacate en Michoacán, cultivos herbáceos en Aguas Calientes, caña de azúcar en Veracruz... por ejemplo, se puede mejorar un vino integrando los datos de satélite con sensores en campo, para darle al cultivo lo que realmente necesita en cada momento”.

El antiguo palomar, el pozo y la vocación defensiva del edificio

La Torre Albarrana es coetánea al castillo; era almenada y hueca, y hasta el siglo XV no se hicieron los forjados. “La dividieron en cinco plantas –recuerda Salomón Montesinos– y tuvo diferentes usos, sobre todo como vivienda. Mi madre, a sus 89 años, recuerda a la señora que vivía aquí antes de la guerra. La parte de arriba era un palomar, de ahí el nombre que se le dio. La torre tiene la singularidad de que no es de vigilancia, como muchas otra de la zona y de otros puntos de Aragón, sino defensiva y logística; guarda un pozo que surtía de agua al castillo, porque se necesitaba un suplemento de agua en el caso de que los dos aljibes de que disponía el castillo no fueran suficientes en un momento dado. El pozo es curioso: se excavó en la muela de piedra y se profundizó mucho, atravesando los yesos, para llegar a las arenas que se cruzan con el río. Estaba muy bien protegido”.

Tres templos muy singulares y un castillo medieval relevante

Los restos del castillo de Maluenda miran al pueblo desde lo alto. Construido durante la dominación musulmana en el siglo X, es uno de los más antiguos de la época en toda España junto al de Ayub de Calatayud. Fue una importante plaza militar; además, sus grandes dimensiones (100 por 40 metros en la edificación principal, y una amplia área de influencia) le dieron aún más repercusión. La ermita de San Miguel, que ha reabierto sus puertas al público este año para visitas guiadas y avanza en su recuperación tras ocho años de obras de consolidación y un siglo cerrada, está justo debajo del castillo. La edificación data del siglo XV y parte de la base musulmana unida a una ampliación posterior bajo la misma cubierta.

La iglesia de las Santas Justa y Rufina tiene un retablo del siglo XV, y su magnífica cripta fue reformada en 2010. Está en la parte alta de la zona sur del pueblo, y se levantó entre la segunda mitad del siglo XIV y los primeros años del siglo XV sobre un edificio anterior, aunque no hay constancia de su naturaleza, ya que pudo ser una iglesia o una mezquita. El retablo mayor está dedicado a Santa Justa y Santa Rufina. Fue pintado Domingo Ram y Juan Ríus en 1475; en 1931 fue declarada Bien de Interés Cultural.

Los artesonados de la de Santa María merecen otra parada y fonda en Maluenda. Parte de un alminar musulmán empotrado en el muro sur, empezó a construirse a mediados del siglo XIII, estaba fortificada y fue en el siglo XVI cuando se levantó la torre campanario.

Igualmente merece una mención aparte la Cruz Blanca, situada en el camino de Olvés y Munébrega; su origen se atribuye a la época de Alfonso I El Batallador y tenía una curiosa operatividad: su cuerpo se giraba para indicar los caminos con precisión.

Cómo llegar a Maluenda y curiosidades

Comarca. Comunidad de Calatayud.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 90 kilómetros por la A-2 y luego por la N-234, saliendo de la autovía en el desvío de Calatayud. Hay 15 kilómetros más yendo por la autovía mudéjar (A-23) y cogiendo la N-234 a la altura de Daroca.

Para comer y dormir. El bar y restaurante Churrión, de larga tradición familiar, es fundamental en el centro del pueblo, lo mismo que el bar y restaurante El Obrador, que también ofrece posibilidad de hospedaje. En el capítulo de las casas rurales se cuenta con Las Hadas y la Ribera del Jiloca, ambas en la calle Mayor, a diferentes alturas.

Frutas y vino. Los productos estelares de la localidad reúnen a buena parte de la fuerza laboral del pueblo.

‘Crónicas de un pueblo’. La asociación Somos Maluenda se encarga cada mes de octubre de esta representación desde hace una década; cada año se aborda un tema costumbrista. 

Reportaje de la serie 'Aragón es extraordinario'.

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