El aburrimiento es una emoción desagradable, pero hasta cierto punto, inevitable. Esta sensación surge ante circunstancias carentes de estímulos y está ligada a baja actividad fisiológica, falta de interés y dificultad para concentrarse.
De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el aburrimiento emerge ante la percepción de la falta de fenómenos interesantes para ver, oír o hacer (ya sea física o intelectualmente). En ese momento, el único deseo que existe es el de estar quieto (inactivo) y no hay un estímulo que sirva para satisfacer el deseo de actividad.
El displacer caracteriza a esta emoción, a causa de la reducción de la activación fisiológica y la desactivación de la conducta. Se le considera también contrapuesta a la diversión y el entretenimiento, elementos que pueden figurar como su solución.
El aburrimiento se manifiesta regularmente con conductas pasivas, expresiones de cansancio, bostezos, fatiga, somnolencia e indiferencia y la percepción de que el tiempo transcurre lentamente. Propicia la distracción y la falta de atención.
El aburrimiento también se refleja en una postura corporal abatida, puede ser con el cuerpo encorvado, con la barbilla sobre la palma de la mano de un brazo que a su vez se apoya sobre otra superficie. Se acompaña de expresiones faciales de apatía o disgusto, un tono de voz monótono y el deseo o impulso por cambiar de circunstancia.
Pero como bien decimos, es inevitable, y es que el aburrimiento es intrínseco al ser humano. Es raro encontrar a alguien que afirme que nunca se aburre, pues este estado emocional tiene la función de alentar al individuo para hacer un mejor uso de su tiempo y llevarlo a la búsqueda de nuevas metas y objetivos, cuando las anteriores ya no le satisfacen. Dicho de otra forma, el aburrimiento genera apetito de nuevas experiencias, de aprender, de desarrollar habilidades y competencias que le resulten benéficas en un momento determinado.
El aburrimiento ayuda a establecer nuevos objetivos e impulsa también a explorar alternativas diferentes a una determinada situación carente de estímulos.
Aburrimiento crónico
Eso sí, cuando el aburrimiento es crónico se convierte en un estado mental peligroso que daña la salud. Esto es porque la búsqueda de mayores estímulos puede llevar a asumir riesgos que, en ocasiones, dañan la salud. Las adicciones son ejemplo de ello.
En el ámbito laboral, el aburrimiento crónico puede convertirse en lo que se conoce como síndrome de burnout, una condición relacionada con el agotamiento por exceso de trabajo y con un desinterés que puede desencadenar depresión y falta de autoestima. Se ha reportado que, a veces, empleadores que desean deshacerse de un trabajador sin incurrir en el costo de un despido, lo transfieren a actividades tan aburridas y poco estimulantes que éste se ve impelido a renunciar.
Consejos para combatir el aburrimiento
Para afrontar el aburrimiento se puede realizar un esfuerzo cognitivo, propiciando actividades que nos motiven. Aquí algunos consejos:
Sal de la rutina. Incluye nuevos retos y metas, aprende cosas nuevas e intenta disfrutar al máximo el día a día.
Ejercicio físico. Algo fundamental para mantener una buena salud psicológica: puede ser de intensidad moderada o bien vigorosa, de acuerdo con la propia condición física y disposición.
Realiza actividades recreativas. Dependiendo de los gustos personales, pueden incluir cocinar, juegos de mesa, manualidades, bailar, cantar.
Entrena al cerebro. Reestructurar nuestra forma de pensar sobre un contexto o escenario, para disfrutar también de los momentos menos excitantes.
Practica la atención plena, la aceptación y la meditación. Céntrate en el aquí y ahora, interésate en los detalles menudos del continuo devenir presente, sin preocuparte del ayer y el mañana.
