Conoce el concepto

Infelicidad moderna: por qué hay tanta tristeza en nuestra era, según filósofo

El concepto de infelicidad moderna proviene de la filosofía y hace referencia a los distintos factores históricos del presente.
hombre joven triste viendo por la ventana
Para las nuevas generaciones la sensación de vacío es aún peoripolonina

No cabe duda de que la infelicidad moderna es un síntoma que todas las personas conocemos bien. De hecho, es difícil encontrar gente que actualmente se sienta conforme con su vida, que sienta que no necesita nada más para ser feliz. En muchos casos, puede ser la condición laboral, económica, afectiva, de vivienda, de estabilidad emocional o cualquier otro aspecto, la gente desearía mejorar algo de lo que tiene en el presente.

A esta sensación de insatisfacción habría que sumar el hecho de que muchas personas viven con una nostalgia constante, casi siempre anhelando el pasado e incluso echando de menos aquello que relacionamos con una sensación de hogar como ciertos alimentos, espacios, personas y territorios. Tan es así, que ya algunas personas aprovechan la inteligencia artificial para traer de vuelta a sus abuelos y poder sentirlos cerca. Y este no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia natural del paso del tiempo y del momento de la historia en el que nos encontramos actualmente. Al menos eso propone el filósofo Alain de Botton.

Para empezar, habría que reconsiderar la infelicidad moderna y dejar de percibirla como un hecho sin precedentes o como algo que atañe a unas pocas personas del mundo contemporáneo, para más bien contemplar sus dimensiones a nivel colectivo y también histórico. Para ello, se pueden reconocer algunas características del mundo tan peculiar en el que habitamos y en los tiempos que nos tocó vivir.

Sensación de algo superior

Cada vez menos personas comparten una sensación de fe

Massimo Borchi/Atlantide Phototravel

De acuerdo con las teorías del filósofo, parte de la infelicidad moderna que sentimos hoy en día tiene que ver con la falta de fe en un ser superior que distingue a nuestra era. Antes, creer en alguna deidad ante la cual se podía depositar expectativa sobre el futuro era mucho más común que ahora, ya que la mayoría de las personas jóvenes han dejado de practicar la religión por distintas razones que incluyen desconfianza en las instituciones religiosas y también sospechas sobre sus propuestas a partir de haber estudiado ciencia y política. Sin embargo, el carecer de una idea de trascendencia después de la muerte, parte importante del sentido de fe, así como de figuras a las cuales admirar, puede estar permeando en nuestra sensación de bienestar.

Individualismo exacerbado

Actualmente, las personas vivimos bajo una nube de individualismo que ha llegado a un extremo en el que cada vez es más difícil conectar con la gente a nuestro alrededor. Además, nos hemos convertido en personas menos tolerantes hacia las diferencias, lo cual dificulta la convivencia pacífica y el bienestar social.

Expectativas confusas

En comparación con los demás, siempre sentiremos que algo nos hace falta

Cortesía / @kyliejenner en Instagram

Actualmente, se nos dice que podemos convertirnos en lo que queramos ser. Vemos en internet ejemplos de gente exitosa que muchas veces dice venir desde abajo. Sin embargo, nos enfrentamos con dificultades en el día a día que complican el acceso a trabajo digno, progreso personal y desarrollo de habilidades, lo cual genera un choque entre lo que queríamos ser y lo que alcanzamos en el día a día. Esta sensación se acentúa cuando, en redes sociales, tenemos la impresión de que todos triunfan más que nosotros.

Demasiada tecnología

Antes, las reuniones sociales eran solo eso, una conexión entre las personas, pero ahora, en cualquier encuentro de carácter presencial, la virtualidad se hace presente. A la par, el tiempo a solas ya no es eso, pues se evade la oportunidad de conectar con nuestro interior. Caminando por la calle, tomando un café, en un restaurante e incluso en las salas de cine, las personas parecen tener un deseo irrefrenable de revisar su celular y mantenerse en un estado de hipercomunicación permanente que nos ha dificultado conectar con el presente y con la gente que en él habita. Esta dificultad para usar menos el celular también ha afectado nuestra capacidad de memoria, de atención y hasta de obtención de placer, lo cual evidentemente resulta en una causa importante de la infelicidad moderna. Y es que nos hemos acostumbrado a la recompensa inmediata que fomenta el uso del celular, por ejemplo, lo cual nos ha hecho menos pacientes al momento de encontrar formas de sentirse bien.

Este aislamiento del mundo, acentuado en épocas como la pandemia, ha demostrado ser bastante antinatural y tener efectos secundarios en el estado de bienestar de la gente, provocando incomodidad y soledad.

Por todo lo anterior, es importante que reconozcamos que la infelicidad moderna es parte un conjunto de decisiones y características de nuestra era y que, si no nos sentimos cómodos habitando con esta nostalgia, busquemos nuevas maneras de conectar con la gente, de habitar el presente, de desarrollar un sentido espiritual e intelectual que nos haga sentir valor en lo que hacemos, dejar de compararnos y que encontremos un sentido distinto en la rutina.