No es fácil contar la historia de algo tan deleznable como la pedofilia. Es igualmente difícil acotar la cuestión al delito sin recorrer la zona ambigua entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la evidencia y eso que por alguna razón se elige no mirar. El periodista y escritor Marcos Mayer aceptó el desafío. Y subrayó, en las primeras líneas de este bien meditado libro, que cuando esa perversión se lleva a la práctica es uno de los pocos delitos donde la víctima lo es de manera absoluta. Negar esta realidad es peligroso, entre otros motivos porque a veces se pretende equiparar el abuso infantil con otros delitos sexuales. O, lo que es peor, se busca culpabilizar a las víctimas como sucede en el caso de la violación de mujeres adultas. Sobre esta base Mayer analiza los distintos discursos sobre la pedofilia, una práctica que tristemente aspira a difundirse y aun aceptarse. Para ello se cuenta con la complicidad de algunos sectores y la ceguera a veces negligente, y muchas otras culpable, de otros.
Es increíble de cómo los medios, las fuertes instituciones (en este caso religiosa) y organizaciones intentan posicionar al abusador como ''víctima'' de una sociedad que no le permite desear y amar libremente a niñxs.