Cuando escribir o abrocharse un botón suponen un desafío para una persona autista: hablando de motricidad fina

En muchas ocasiones, escuchamos a las familias hablar de que su hijo/a presenta dificultades en la motricidad fina, que hay ciertas habilidades, como abrochar los botones o manejar de forma adecuada el útil de escritura, que le suponen más esfuerzo de lo habitual, y por lo tanto la rechazan. Pero, ¿qué es exactamente la motricidad fina?

¿Qué es y cómo podemos favorecerla en el autismo?

Se entiende como motricidad, la capacidad de reproducir y coordinar los movimientos del cuerpo. La motricidad fina, se trata de la coordinación voluntaria del sistema neuromuscular, activando aquellos músculos necesarios para realizar movimientos precisos y fluidos, especialmente de pequeños grupos musculares controlados con las manos y los dedos. Además, se acompaña de seguimiento visual.

La motricidad fina es un proceso que se desarrolla de manera progresiva y que podemos ir observando desde los primeros meses de vida, por ejemplo, entre los 0 y 2 meses, podemos apreciar el reflejo de prensión palmar o la conducta de mirarse las manos o llevarse estas a la boca, descubriendo sus primeros movimientos.

En el caso de las personas con autismo, es habitual que podamos observar ciertas dificultades motrices, repercutiendo a su vez en su interacción con el entorno y con las personas, así como en la autonomía ante la realización de actividades cotidianas.

Juan Carlos Rueda Rubio, terapeuta ocupacional en TEA, dice “El desarrollo normal de la motricidad fina es parte crucial del aprendizaje del niño para poder experimentar su entorno y facilitar su desarrollo cognitivo y social”.

¿Qué conductas nos pueden alertar de una posible dificultad en la motricidad fina en una persona autista?

Es importante tener en cuenta tres aspectos; que son la destreza manual (habilidad para manipular objetos con las manos), la coordinación visomanual (habilidad para ajustar y sincronizar los movimientos de nuestras manos y/o dedos entre sí o en relación a un objeto), y la lateralidad (la preferencia que muestra la mayoría de los seres humanos por un lado de su propio cuerpo, por ejemplo, la preferencia por utilizar la mano derecha o ser diestro). Algunas conductas que podemos apreciar son:

  • Parece tener las manos “débiles” cuando trata de utilizar los cubiertos.
  • Le cuesta manipular la cremallera del abrigo o abrocharse los pantalones.
  • No respeta las pautas al colorear o al escribir.
  • Parece muy cansado/a después de realizar tareas escolares.
  • Eleva en exceso los hombros al escribir.
  • Dificultades para hacer uso de tijeras.
  • Le cuesta moldear la plastilina.
  • Pide siempre ayuda o se frustra cuando quiere despegar pegatinas.
  • No es capaz de abrir botes o su botella de agua.
  • Rechaza tareas como atarse los cordones debido al esfuerzo que le supone su aprendizaje.
  • Se le caen las cosas de las manos.
  • Parece no tener fuerza en las manos.
  • Se frustra al realizar juegos que requieran la manipulación de piezas pequeñas.
  • No aprieta con fuerza el tubo de la pasta de dientes o del jabón en la ducha.
  • Realiza mucha fuerza al escribir, llegando a romper el papel.
  • Muestra movimientos impulsivos, lo que hace que no finalice la tarea con éxito.
  • Le cuesta sujetar el papel al escribir.

Estos, son tan sólo algunos ejemplos de ciertas conductas que podemos apreciar en el día a día, y que pueden indicarnos que debemos contactar con un profesional para fomentar su desarrollo.

¿Cómo podemos favorecer la motricidad fina?

Veamos algunas actividades y consejos:

  • Exploración de diferentes texturas, permítele tocar y disfrutar. Encontrar objetos entre cuencos de legumbres, espuma de afeitar o entre yogurt puede resultar muy divertido.
  • Realizar rompecabezas ajustando el número y tamaño de las piezas a su edad y habilidades. Usar material que sea de su interés aumentará la participación en la edad, por ejemplo, eligiendo los rompecabezas de sus dibujos favoritos.
  • Manejar libros de pegatinas o pegar estas en diferentes puntos de la casa. Una actividad puede ser una búsqueda del tesoro en un entorno conocido para el/la niño/a, en el que las pistas estén en pegatinas que tenga que ir despegando.
  • Juegos de construcciones.
  • Manualidades.
  • Participación en recetas sencillas, donde tenga que trocear o mezclar alimentos.
  • Pintar en plano vertical y horizontal con diferentes utensilios, como pinceles, lápices, rotuladores… Si observamos que el trazo es muy débil es recomendable comenzar por ceras blandas, ya que al trazo más superficial ya dejan marca, mientras que, por ejemplo, con los lápices es necesario realizar mayor presión. 
  • Pasar líquidos o semisólidos de unos recipientes a otros.
  • Juegos con arena, uso de moldes, palas…
  • Crear formas con plastilina u otras masas similares.
  • Juegos de ensartar.
  • Pesca: Con una cuchara, vaso de plástico u caña pequeña pescar objetos de un barreño con agua.
  • Fomentar la autonomía en diferentes actividades de la vida diaria, como el vestido y el desvestido, el uso de los cubiertos o manejo del cepillo, entre otras. 

Hay que destacar que, para una correcta motricidad fina, es necesario presentar unas habilidades motoras gruesas previas, como es el control postural o la estabilidad articular. como destacamos en el artículo anterior. No debemos olvidar, la importancia que un correcto desarrollo motriz tiene sobre otras áreas de aprendizaje.

Por ello, ante alguna sospecha, os recomendamos contactar con un profesional especializado, identificando la base de la dificultad y estableciendo el método de intervención más adecuado. Te lanzamos algunas preguntas para reflexionar sobre la motricidad fina.

  • ¿Alguna de las conductas que comentamos en el artículo (escribir, abrochar botones, atar cordones, manipular cubiertos… ) son difíciles de aprender en tu hijo/a?
  • ¿Habíais considerado alguna vez que la motricidad fina puede estar repercutiendo en su desarrollo y autonomía? 
  • ¿Crees que la motricidad fina puede suponer un desafío importante en la personas con TEA?

Si después de leer este artículo, te surgen dudas, puedes escribirnos a info@fundacionconectea.es, estaremos encantados de ayudarte.

Estamos #JuntosenelAutismo

Referencias:

Rubio, J. C. R. (2014). Manipulación de objetos y autismo. Autonomía personal, (14), 52-55.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar…