En familia

FOTOGRAMAS: "Por qué adoptó su segundo apellido?LEONOR WATLING: Soy la pequeña de cuatro hermanos, dos hermanos y una hermana mayores que yo, y cada uno se dedica a sus cosas: mi hermana trabaja en una discográfica, mi hermano es biólogo, otro ingeniero... Yo no necesito saber cuál es el nombre completo de Audrey Tautou; no quiero poder buscarla en el listín de teléfonos. Y mis hermanos o mis primos, que tengo muchos, no tienen que dar explicaciones si no quieren de si somos familiares o no. Que se tome la molestia de buscarlo en Internet quien lo quiera saber.F.: Tiene varias web. Una de ellas con el encabezamiento de La Princesa Herida. L.W.: Eso viene de la canción de los títulos de crédito de Raquel busca su sitio. Suena muy dramático, "verdad? No, para nada me reconozco: ni princesa, ni herida.F.: Tuvo que superar la pérdida de su padre con 18 años. "La endureció o la debilitó?L.W.: Es algo que todavía estoy intentando saber. Por un lado es terrible; por otro te obliga a entender muy pronto que la vida es eso, lo que no significa que lo acepte bien. Pero te da una cierta distancia, o un extraño sentido del humor respecto a la vida. Quizá ha hecho que salga en mí una parte que seguramente nunca habría aparecido de haber tenido una figura paterna muy presente. Cuando me hacen una crítica de esas bonitas en las que hablan de ternura y profundidad, que me encanta, yo creo que eso es mi padre; que se lo debo a él. F.: Es hija de español y de inglesa. "Qué aspecto de su carácter denota más esa mezcla?L.W.: Creo que una parte de pudor social, pudor en general; no solo pudor físico.F.: Nació en el madrileño barrio de Prosperidad, pero podría haber nacido, pongamos, en Kensington. Tiene una piel muy aristocrática. "Se ve haciendo de barriobajera, por ejemplo?L.W: Creo que transmito una cierta tranquilidad de presencia y que lo que he hecho hasta ahora, en su mayoría, han sido personajes bastante sosegados. Pero si Bigas vio en mí algo de Silvana Mangano, o Inés Paris y Daniela Fejerman se arriesgaron para que hiciera la neurótica de A mi madre le gustan las mujeres, haré de macarra y de lo que sea que ellos vean en mí. Dependerá de los directores. En cualquier caso, pienso que un actor es buen actor a partir de los 40. Julianne Moore, que siempre me ha parecido buenísima, un mito total para mí, ahora me parece mucho mejor. Y Gena Rowlands, siempre maravillosa, ahora lo es más; aunque no haga nada, no puedes dejar de mirarla. Creo que fue el poeta José Hierro quien dijo: Antes de los 40, no puedes hacer nada interesante. F.: "Qué personas fueron decisivas en sus comienzos como actriz?L.W.: Pablo Llorca, con el que trabajé con 15 años en Jardines colgantes y con el que hice mi primer protagonista, Todas hieren; Felipe Vega, con el que Elena Anaya y yo hicimos de hermanas en Grandes ocasiones y que me traía todos los días libros al rodaje; y Alsira, mi agente, que ha sido un referente buenísimo para mí, con los pies muy en la tierra y que se encargó de que hiciera lo que tenía que hacer a esa edad, estudiar, porque a los 15 años un agente muy acelerado te puede llevar por otros derroteros muy distintos. He tenido la suerte de tener gente cerca que no ha dejado, entre comillas, que me estropeara. Y luego hay una frase de mi madre que jamás olvido: Hazlo lo mejor que puedas que ni los ángeles lo van a hacer mejor.

Autoconfianza

F.: Su Martina de Son de mar me parece una de las interpretaciones indiscutibles del año pasado. Supongo que le decepcionó no estar nominada al Goya. L.W.: Siempre quieres que te nominen; es un premio, una palmadita en la espalda. Hubo ausencias que me sorprendieron más, sobre todo la de Rosa Maria Sardà por Anita no pierde el tren, que para mí es la gran interpretación del año. También eché de menos a María Botto y Mercedes Sampietro por Silencio roto.F.: "Quizá le llegó demasiado pronto la nominación por La hora de los valientes el año que ganó Penélope Cruz por La niña de tus ojos? L.W.: No, aquello fue estupendo. Me dio mucha seguridad. Hay un ingrediente muy importante en este trabajo que es fiarte de ti mismo, y la nominación contribuyó. Hasta fue bueno el parón de un año que vino después. Ahí me di cuenta de que si no interpretaba me ponía enferma, que lo necesitaba, que esto es lo que más me gusta hacer en el mundo. Fue el momento de asumir los pros y los contras de las cosas que quieres. Ahí lo supe clarísimamente: esto es lo que quiero. F.: De ese parón la sacó la televisión. L.W.: Sí, Raquel busca su sitio.F.: Hay carreras televisivas que anulan la cinematográfica. Su caso es el contrario. Raquel... le dio una popularidad muy bien amortizada luego en cine.L.W.: Tenía miedo, pero la tele es una buenísima escuela. Aprendí mucho. Me parece que es como el meritoriaje que hacían los actores antes, de compañía en compañía, con su repertorio. Te da muchas tablas. Todos los días te enfrentas a miles de problemas que en una escuela ni siquiera sabes que existen.

Curiosidades

F.: Hizo un spaghetti-western, La justicia de los forajidos, y ha doblado versiones en inglés de películas españolas en vuelos internacionales. L.W.: Fueron cuatro días de trabajo en Almería, con Kris Kristofferson y Willie Nelson. Digamos que fui a hacerme la foto. Me enseñaron a jugar al póquer; estaban como de vacaciones. Eran dos películas independientes para cable; en la otra estaba Jordi Mollà y nos reíamos mucho en el rodaje de Son de mar, recordándolo. Doblar he doblado mucho. Es buenísimo, aprendes cantidad. Descuartizas cada secuencia un montón de veces. A mí me encantaría ser montadora. Me parece que el montaje es fundamental para que una película sea buena o no. F.: Según Bigas, los actores deberían ver las películas tres veces: la primera, para protestar de los planos que ha quitado el director; la segunda, para verse con detalle y comprobar si los otros actores están mejor que él, y la tercera para enterarse de la película. "Qué hace usted?L.W.: No suelo ver la proyección. A veces me ayuda mirar el combo. Pero es un arma de doble filo. Si lo que ves no te gusta, "cómo te enfrentas al trabajo al día siguiente?F.: Durante la sesión de fotos expresaba cierto fastidio por la presión que el físico, la imagen, ejerce sobre una actriz. Parece quejosa con esos dictados propios de la pasarela. L.W.: No conozco a ninguna mujer a la que no le pesen. La diferencia es que mis amigas tienen esa crisis una vez al año, cuando se prueban el bañador antes del verano, y las actrices la tenemos más a menudo. Tengo sentimientos encontrados durante las promociones. Por un lado, son necesarias para que la gente vaya a ver tus trabajos. Por otro, me encantaría ser un ente invisible entre película y película; no tener ni edad, ni opinión ni aspecto físico, porque tengo la sensación de que cuanto más te conocen y más fotos te hacen y más cambios de imagen, la gente que paga una entrada por verte en una pantalla te va a creer menos. A mí me gusta muchísimo Tom Waits y solo he leído dos entrevistas suyas. Creo que concede una al año. No sé. A Leo Sbaraglia le sorprende mucho que aquí los actores aparezcan en revistas de moda exhibiéndose y vendiendo marcas. En Argentina no es nada común. Y lo cierto es que interpretar es algo completamente distinto. Es tu cuerpo al servicio de lo que vayas a contar; nunca al revés. F.: "Cómo va su agorafobia (fobia a los espacios abiertos)?L.W.: Va mejorando. Creo que a lo único que le tengo miedo ahora es al miedo.

Suave y carnal

Se desnudó en cuerpo y alma para Bigas Luna ("Son de mar"). Se postró en coma para Almodóvar ("Hable con ella"). Se descubrió, entre medias, neurótica y payasa ("A mi madre le gustan las mujeres"). Ahora se repone de un drama pasional con un nazi ("Deseo", de Gerardo Vera). A los 26 años, el sitio de Leonor Watling está en todas partes. Y en todas luce, como en este reportaje gráfico, dulcemente turbadora.Su carnalidad, sus curvas, son impropias de tiempos anoréxicos. Solo las cejas, muy depiladas, retocadas y peinadas, son escuetas. El cutis blanco, pálido, sin imperfecciones, tiene algo de pretérito, pero nada en ella es enfermizo. Incluso postrada en la cama del hospital donde yace su último personaje en cartel, la Alicia de Hable con ella, más parece una bella durmiente inaccesible, una escultura delicada e impoluta, que una paciente en estado vegetativo desde hace años. Su físico encaja igual de bien en los 40 y 50 (La hora de los valientes, de Mercero, por la que fue candidata al Goya; o Deseo, que acaba de rodar a las órdenes de Gerardo Vera junto a Leonardo Sbaraglia), que en los 90 (Raquel busca su sitio, la serie que la dio a conocer al gran público). Puede ser voluptuosa y sutil; sensual y recatada; clásica y moderna. Bigas Luna, el director que la convenció de que llevaba una Silvana Mangano dentro, sacó una pequeña cámara de vídeo digital para grabarla en mitad de la cena en que se conocieron y ella se ruborizó. Opulencia y delicadeza; exuberancia y timidez. Esa es la explosiva mezcla que posee Leonor Watling, nombre fuerte, rotundo, como la personalidad que se adivina detrás y en la que no permite que exploren demasiado.

Bigas y Almodóvar

F.: "Le sorprendió que la llamaran Bigas Luna, primero, y Almodóvar, después?L.W.: Mucho. Yo puedo parecer extrovertida y de hecho no me resulta difícil relacionarme con la gente, pero en un sentido profundo soy muy muy tímida. Y en mi cabeza, yo no entraba bajo ningún concepto en lo que consideraba el parámetro Bigas o el parámetro Almodóvar. Yo tengo una parte intelectual, o como quieras llamarlo, que hasta que no me la quito, o mejor, hasta que no me la quitan a golpes, no empiezo a funcionar. Después de tres semanas ensayando con Bigas, la primera semana de rodaje me dijo algo que nunca olvidaré: Leonor, yo sé que tú ves a Martina y que entiendes a Martina. Ahora tienes que hacer a Martina. Pero me daba mucho pudor. Hasta que empecé a reírme un poco de mí misma, a usar el cuerpo de la misma manera que uno usa la voz, con cierta distancia. Consiguió que yo también creyera que tenía una Silvana Mangano dentro. Es algo que he aprendido con Bigas.F.: Parece como si fuera una mujer exuberante que no quiere serlo.L.W.: Algo de eso hay. Lo escondo bastante. Aunque también cuando me apetece lo saco y lo utilizo con sentido del humor. F.: "La exuberancia que le regaló a Bigas Luna le ha traído problemas con otros directores? Me refiero a si le piden perpetuarse en el erotismo que desplegó allí.L.W.: No especialmente. También yo me cuidé de irme al lado opuesto, por si acaso. Quizá ahora me ofrezcan alguno más de neurótica. F.: En A mi madre... descubrimos a la Watling actriz de comedia. En la vida real "tiende más a la melancolía o al humor?L.W.: A la melancolía. Me gusta más observar que actuar. F.: Creativos, lúdicos, transgresores, con fuerte personalidad. Hay afinidades entre Bigas Luna y Almodóvar. "En qué se diferencian más trabajando?L.W.: "Diferencias? Todas las que se te ocurran entre dos seres humanos que conozcas, excepto que los dos son muy observadores. Los dos tienen muy buen ojo; intuyen lo que pueden decir para llevarte a donde ellos quieren; saben ponerte en ese estado personal en el que lo que te sale es precisamente lo que ellos quieren. Pedro no para: de hacer, de hablar, de bromear; es la velocidad, hiperactivo. Bigas está todo el rato mirando; es más callado. Tiene un ojo sobrenatural para conocer a la gente.F.: "Cuántas veces le han dicho: Este es tu momento, aprovéchalo?L.W.: Muchas, pero en especial el año que me nominaron. Llegué a la gala de los nominados y al recoger mi diploma tuve que deletrear mi apellido varias veces a las azafatas que me miraban incrédulas. Pensé: Uy, tienes que recolocarte Leonor. Hay algo que no cambia: las películas se hacen más grandes, los presupuestos mayores, las productoras más importantes, pero no por ello mejores. De acción a corten, nada cambia, tengas una caravana más grande o más pequeña. En ese sentido, es lo mismo hacer una película con Pablo Llorca que con Almodóvar. F.: Lo mismo, lo mismo... "Usted cree en la autonomía del actor?L.W.: Relativamente. La responsabilidad última está en ti, pero te llevan hasta dos metros de la línea de meta y lo que te toca es recorrer esos dos metros. Para mí es fundamental el estímulo que te dan los otros, el director y tus compañeros. Interpretar no es un juego solitario; si no te pasan la pelota, no hay nada que hacer. Si interpretas para el que tienes enfrente, seguro que lo estás haciendo bien. Al fin y al cabo, se trata de mentir bien. Cuanto mejor te mientan y mejor te pongan cara de que te están creyendo, mejor lo haces tú. El director y la historia marcan las reglas; el resto, es un trabajo en equipo brutal. Siempre he tenido mucha suerte con mis compañeros de reparto: con Jordi Mollà en Son de mar; con Javier Cámara en Hable con ella; con Rosa Maria Sardà en A mi madre le gustan las mujeres...

La bella durmiente

F.: En Hable con ella se pasa la película postrada, inmóvil, con los ojos cerrados. Es un trabajo extraño. Muy generoso por su parte.L.W.: Como actor quieres batir récords mundiales, y lo que se me pedía era no hacer nada, un ejercicio dificilísimo. Yo hubiera preferido que me pidiera que levitase, hacer algo que le pudiera impresionar, porque con los directores se establece una relación muy paternal, con una parte de seducción, quieres impresionarlos todo el rato. Te ciega tanto el deseo de que al director le guste lo que haces que te da igual si luego la van a ver dos millones de personas o una. Lo que quieres es que te pida algo muy difícil y dárselo, pero eso no tocaba. Curiosamente, he aprendido mucho en este rodaje. Sobre todo, a escuchar. Estaba tan pasiva que solo miraba y escuchaba. Pedro hizo algo muy bueno: no hablarme apenas, mantenerme bastante aislada. Si al segundo día me hubiera dicho: Qué bien, no mueves los ojos, seguramente me habría acelerado y la habría fastidiado. Hable con ella es como una flor rara; una orquídea muy bella llena de pequeñas aristas.F.: "Cómo lo preparó?L.W.: Me da un poco pudor hablar de eso; me suena a justificación. Me mandaron a clases de yoga con una profesora buenísima, Marta Mahou, y a clases de ballet con Irena, una profesora maravillosa del ballet de Nacho Duato. Porque en esa nada de mi personaje tenía que haber destellos de algo; una forma de conciencia del cuerpo que es distinta si eres una ex bailarina, como Alicia, a si eres un ex bombero. F.: En la vida real una lesión de rodilla truncó su carrera de bailarina.L.W.: Sí, hacía más de diez años que no bailaba. Y es complicado, con diez kilos más y diez centímetros más ponerte a hacer lo que hacías. Pero como no tengo un físico de clásico, si hubiera seguido bailando hubiera hecho danza contemporánea.