8 de February del 2023
De parte de Portal Libertario OACA
4762 puntos de vista


La represión policial como medio de aleccionamiento frente a la disidencia política, no es una novedad en la historia de España.

Valencia

En los últimos días, el tema se puso nuevamente en foco en los medios de comunicación debido al descubrimiento por parte de La Directa de un policía infiltrado en espacios de activismo en Sant Andreu del Palomar. La gravedad de lo que acontece radica en evidenciar un control social que atenta contra la libertad de asociación que dice tener el Estado de derecho en el que vivimos.

¿Por qué? Sin la justificación de ningún tipo de actividad ilegítima del que se ampara la ley para aprobar semejante operativo policial, es una clara vulneración de derechos fundamentales y un abuso de poder. Pero, lo más inquietante de la situación no termina aquí. Si no teníamos suficiente con la observación rigurosa del Ministerio de Interior; tal como están denunciando las compañeras, el infiltrado además, ha mantenido relaciones sexo afectivas con al menos cinco de ellas.

El Estado se ha metido en nuestras camas.

Pero, ¿es a propósito que hayan estado dispuestos a atravesar esa línea moral o se trata de un plan orquestado a conciencia? A mi entender, no es casual. Por el contrario, corresponde a un proyecto diseñado a medida: la utilización del sexismo imperante para poder conseguir un mayor rédito en la situación de abuso. Es decir, han puesto la lupa en la parte más vulnerable del individuo con el único propósito de obtener información. Lo cierto es que no sabemos a ciencia cierta si, el no respetar el espacio íntimo ha sido algo aprobado por la institución, o una decisión del infiltrado. Pero conscientes o no, el resultado fue la exposición de los cuerpos de las compañeras como objetos públicos, cosas de las que apropiarse y es un límite que no debemos estar dispuestas a tolerar. La vigilancia y el castigo a las mujeres es algo que hace tiempo viene funcionando como un pilar fundamental para mantener controlada la sociedad y es por esta razón que no me sorprende en absoluto que se haya apuntado ahí. La opresión patriarcal no escapa a la lógica estatal.

¿Acaso la agresión hacia las mujeres, está tan normalizada que hasta la institución policial está dispuesta a sobrepasarla? Eso parece. De hecho, me ha sorprendido muchísimo que en vez de estar exaltados por la magnitud del hecho, se esté discutiendo que las relaciones sexo afectivas no han sido contra la voluntad de las compañeras, sino con consentimiento y que por eso, no tiene sentido denunciar. No debemos olvidar compañeros que la vida privada de las compañeras ha sido vulnerada y expuesta frente a un mecanismo de control estatal . Reducir todo al consentimiento es minimizar una práctica opresiva. Hablar de consentimiento por sí solo reduce a la individualidad un problema represivo colectivo. El consentimiento de una persona puede estar viciado por miles de causas. Quedarnos solo con la idea de una aceptación individual nos saca de mira. También se dijo que llevarlo al plano de género, hace que se desvíe la atención del abuso policial y que es esto lo que está dividiendo el movimiento actualmente. Lamentablemente, los mecanismos por los que se subordina a la mujer no corresponden únicamente al poder del Estado. Es por esto que este tipo de represión no se podría haber hecho sin la ya existente violencia machista. En este caso en particular, se han naturalizado dinámicas de desinterés y ninguneo que pasaron completamente desapercibidas porque todas las vivimos constantemente y en nuestros ámbitos más íntimos.

Afirmar esto, no quita del medio el abuso de poder por parte del Estado, por el contrario, lo agrava y mucho. Y esto, desde los movimientos sociales debemos dejar de ponerlo en la responsabilidad individual y verlo como una responsabilidad colectiva, aunque implique un cambio en nuestras conductas. La filosofía actual de mercantilizar todo, está dejando los lazos sociales devastados y esto, a mi entender, es un ejemplo de ello. La cuestión relacional viene a cuestionar el cómo queremos vivir y sobre todo, a plantear la construcción de redes que nos permitan confiar.

Frente a un contexto actual en el que la derecha está avanzando a grandes pasos organizadamente, imaginen lo importante que es esto. El método de vincularse sin responsabilidad alguna o poliamor neoliberal, también genera miedo y desconfianza entre nosotras/os. Crear formas sanas de relacionarnos es negar la cultura del úselo y tírelo que nos están imponiendo por todos lados. Si queremos plantear las bases de un mundo nuevo, se deben tomar las reivindicaciones de las compañeras como parte de la misma línea de acción.

Vanessa Zaccaria

¡Haz clic para puntuar esta entrada!

(Votos: 0 Promedio: 0)




Fuente: Portaloaca.com