Sesenta años después de la desecación de la Lagoa de Antela, para convertirla en zona de cultivo, un primer estudio, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ratifica los daños ocasionados al suelo, y a los ciclos del agua, por la conversión de un humedal de valioso ecosistema, en zona agrícola.

El estudio que ha indagado en los cambios físico-químicos que se producen en el suelo después del drenaje y cultivo de zonas húmedas y que ha tomado como ejemplo esta Lagoa de Antela en A Limia, Ourense, realizado a través del grupo Interacciones Microbioma-Suelo-Planta (Misión Biológica de Galicia, sede Santiago).

“Los humedales, como las lagunas, se encuentran entre los ecosistemas más productivos y biodiversos. No obstante, muchos se están transformando para otros usos, lo que conlleva, entre otras cuestiones, una intensa presión sobre los ciclos de agua, Carbono (C) y Nitrógeno (N); aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero o la compactación y hundimiento del terreno. A pesar del interés del tema, se dispone de poca información”, apuntan Serafín González Prieto y Marc Romero Estonllo, autores del estudio, cuyos detalles se publican en la revista Catena.

De hecho de la investigación realizada “se puede afirmar que la principal consecuencia del drenaje y puesta en cultivo de los suelos de la Lagoa de Antela fue la apertura de los ciclos de agua, carbono y nitrógeno, con el consiguiente empobrecimiento del suelo en el que los efectos del drenaje han sido mayores que los del cultivo”, concluyen los científicos. Recuerdan que Antela fue una de las mayores lagunas de agua dulce la Península Ibérica, considerada la joya de la corona del complejo húmedo Limia-Antela. Una ley de 1956 ordenó el drenaje del humedal para agrícola y ganadera.