El naufragio del arrastrero ribeirense "Ficha Segundo" el 15 de febrero del año pasado a 23 millas al norte de Burela –en el que falleció uno de los ocho marineros del pesquero– se produjo tras recibir un golpe de mar que provocó la entrada masiva de agua en el parque de pesca a través de una puerta de descarga del pescado que estaba obstruida por una canaleta que conducía las capturas y no podía ser cerrada. La inundación del buque y su posterior hundimiento se vieron favorecidas también por el hecho de que las puertas aislantes del barco estaban abiertas, según el informe del siniestro publicado por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim).

El "Ficha Segundo" faenaba a la pareja junto a su gemelo, el "Marpar Segundo", y en el momento del accidente descargaba las capturas del aparejo al parque de pesca, para su almacenaje. Los mandos del buque, al ver que habían capturado una importante cantidad de bacaladilla, decidieron que era mejor no meter el pescado a bordo por la rampa de popa y, para preservar su calidad y lograr mejores precios, optaron por descargarlo por el sistema de salabardeo. La diferencia está en que mediante la rampa se arrastra el pescado contra el buque mientras que el salabardeo consiste en llevar el aparejo al costado de estribor –el lateral derecho–, amarrarlo y abrirlo como un saco para, con un salabardo –una especie de cubo flexible hecho con red–, extraer el pescado con un daño mucho menor y dejarlo caer por la canaleta al parque de pesca.

La zona de salabardeo del Ficha Segundo era como la que aparece a la derecha: con una puerta aislante exterior de cierre hidráulico, otra interior también aislante pero manual y una porta de desagüe, para el agua que acompaña al pescado.

Durante las labores de salabardeo –que suelen durar de 20 a 30 minutos– las condiciones meteorológicas empeoraron, por lo que el segundo patrón decidió poner el barco recibiendo el viento y el mar por el costado de babor para proteger a la tripulación, que trabajaba por estribor. En esa posición, el pesquero recibió un golpe de mar, lo que provocó que cogiese una importante escora y favoreció la entrada de agua por la zona de salabardeo, que estaba al nivel del mar.

Los marineros cerraron la compuerta exterior para evitar la inundación pero el agua siguió entrando por la porta de desagüe de estribor, pasando hacia dentro por la compuerta interior. Este mamparo, con cierre aislante, no pudo ser cerrado por los marineros porque estaba obstruido por la canaleta del pescado, con lo que la inundación fue a más según pasaba el tiempo.

La inundación del arrastrero ribeirense también se vio favorecida porque la puerta aislante que comunicaba el parque de pesca con el resto de estancias estaba abierta, con lo que el agua se extendió por toda la embarcación rápidamente. De hecho, las bombas de achique del barco no lograron desalojar el agua que entraba en el parque de pesca.

Un grupo de marineros movió la pluma de la grúa hacia el lado de babor en un último intento para que el barco recuperase la verticalidad pero la maniobra fue insuficiente para evitar el hundimiento.