Te sonarán los nombres… Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Vasco Núñez de Balboa, Francisco Pizarro… Adelantados, conquistadores, hijos de su siglo, el dieciséis. Quijotes violentos sobre rocinantes coléricos, amamantados por la eterna guerra hispánica. Hidalgos sin tierras, buscadores de fortuna, algo así como emprendedores del fin del mundo. Te sonará también el lugar… América. Allí perro comía perro y carne humana («aperreamiento» llamaban al castigo). Allí murieron hombres y dioses. Fueron capaces de girarle de un puñetazo la cara del mundo para dejarlo como un mapa que llamaron… América. Ellos serían el primer arquetipo. Te sonarán, seguro que sí, pero no venimos aquí a contarte su historia, porque esta será la crónica de un fantasma. Él es el segundo arquetipo, el del náufrago, el tránsfuga, el cautivo, el perdido, el reencontrado, el que cambió de bando, el aindiado.
El español que ya no es español. El indio raro, el barbudo, con ojos azules, el indio blanco, que desde sus primeras apariciones en las crónicas «casi siempre provoca de manera ambivalente escándalo y fascinación para los "civilizados", enfrentados a la idea de la inversión de los cometidos coloniales de conquistar, colonizar, evangelizar, y civilizar al otro-indígena», explica Carlos A. Jáuregui, profesor de literatura latinoamericana y antropología de la Universidad de Notre Dame, Indiana (EE. UU.).
El vocablo de aindiado es solo una metáfora colonial, una forma de señalar la extrañeza, de encorsetar a ese fantasma. «Designa a un tipo de tránsfugas que adoptan la lengua, costumbres, creencias y vida indígena, transformándose radicalmente desde un punto de vista identitario. Conquistadores, exploradores, antropólogos, médicos y otros agentes coloniales que resultan profundamente conmovidos y transformados por aquellos a quienes se pretendían conquistar, estudiar, civilizar, etc.», añade Jáuregui.
ESTA SERÁ ENTONCES LA CRÓNICA DE UN RENEGADO Y DE UN CONFLICTO DE IDENTIDAD. ¿Pero qué es la identidad frente a la desnudez de la selva? Una figura menos conocida, más opaca en la historiografía, pero igualmente influyente a lo largo de los siglos.
Amanece en el recién encontrado Nuevo Mundo. Primeras décadas del 1500. Estamos en Yucatán, actual México.
