Un lugar en el mundo
En octubre de 1890, un indio llamado Oso Coceador visitó a Toro Sentado en la reserva de Standing Rock (Dakota del Sur) para hablarle de un mesías nativo llamado Wowoka que había fundado la religión de la danza de los espíritus, un credo que prometía la resurrección de los muertos, la derrota del hombre blanco y el regreso de las manadas de búfalos a las Grandes Llanuras. Toro Sentado no creía que fuera posible que los muertos volvieran a la vida, pero dejó hacer a Oso Coceador, lo que alertó a inspectores de la Oficina India, que creyeron que aquellas actividades podían suponer un peligro para la estabilidad de la reserva.
Ante la posibilidad de que estallara una revuelta, los funcionarios decidieron abortar el movimiento que se estaba generando en torno a la danza de los espíritus, cuyo cabecilla, según creían los burócratas de Washington, era Toro Sentado. El 15 de diciembre de ese año, miembros de la policía india rodearon su cabaña y trataron de detenerlo, pero junto a la cabaña se habían congregado multitudes de indios que superaban en número a los policías. De repente, se desató un tiroteo y una bala perdida alcanzó a Toro Sentado en la cabeza. Su fallecimiento simbolizó el triste final de las tribus nativas norteamericanas.
Miedo injustificado
Aunque la comunidad india expresó rabia y algunos jefes llamaron a la rebelión, no se produjeron graves disturbios en la reserva de Standing Rock. Sorprendentemente, se extendió el injustificado miedo entre muchos indios de que el ejército podía tomar algún tipo de represalia por el tiroteo. Cientos de indios abandonaron la reserva y se dirigieron al campamento del jefe indio Pie Grande, en Cherry Creek. El Departamento de Guerra envió un destacamento para arrestar y encarcelar a los que habían escapado y también a Pie
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