Así era Benicio del Toro de joven, lo que pasa es que ya no te acuerdas…
…Pero yo sí, porque le entrevisté por aquella flipada que hoy es una obra de culto: Miedo y asco en Las Vegas. Recordamos aquel encuentro, con sus fotos de juventud, por su 56 cumpleaños.
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Benicio del Toro ( (San Germán, Puerto Rico, 19 de febrero de 1967) vive en Estados Unidos desde que tiene 13 años, pero se sigue moviendo con ese ritmo lento y acompasado que muchos envidiamos de los latinos. Por lo menos así le recuerdo cuando le conocí en el Festival de San Sebastián durante la promoción de una de sus películas más criticadas y que, sin embargo, hoy se considera una obra de culto: Miedo y asco en Las Vegas (1998), aquella flipada de Terry Gilliam en la que interpretaba al salvaje Dr. Gonzo –aquí el análisis profundo de la adaptación de la novela de Hunter S. Thompson, en la que compartía cartel con Johnny Depp y que puedes ver en Netflix–. No fue un one to one, sino una entrevista a tres con dos compañeras que hoy son de mi núcleo duro, y el encuentro, más que profesional, fue un no paramos de reír. ¿Por qué?, porque Benicio ese día traía la lengua suelta, a pesar de su fama de ser un actor parco en respuestas.
Un café con la estrella de Hollywood Benicio del Toro
El caso es que allí estábamos sentados en una habitación del Hotel María Cristina –descubre los hoteles cinco estrellas mejor valorados de España–, tomando un café, pregunta va, pregunta viene, y él contestando lo que le venía en gana. Sus palabras siempre acababan en carcajada, por cierto, bastante contagiosa, y no nos dejaba otra opción que pasar a la siguiente incógnita aunque la anterior no estuviera resuelta. ¿Venía de empalmada?, ¿se había pasado de la raya o con el ‘agua con misterio’?, ¿o todo a la vez? La peli de la que hablábamos se trataba precisamente de eso, de dos drogatas que básicamente se drogan, tampoco pasa mucho más –aunque deberías verla, si aún no lo has hecho–, por lo que Benicio nos vaciló todo lo que quiso y más: que si se habían puesto hasta arriba para poner en pie a sus personajes, que si después del rodaje todos directos a la clínica de desintoxicación… Declaraciones increíbles con las que se nos hacía la boca agua pensando en el espléndido titular del día siguiente, pero que, acto seguido, desmentía partido de la risa diciendo que era broma –si tú también quieres ser gracioso, pincha aquí y apréndete los mejores chistes–. Un día de estos me acercaré a la hemeroteca para buscar esa entrevista y recordar qué escribí de todo aquello en un medio serio.
Aquella edición del festival Benicio fue protagonista absoluto. A su impactante película hay que añadir que por la sala de prensa se rumoreaba que se había liado con la presidenta del jurado de la citada edición, la bellísima y encantadora actriz Valeria Golino. Yo misma me crucé con ellos cuando salían de la habitación, pero puede que quedaran solo para jugar al parchís como primer combate cuerpo a cuerpo. Luego, con el tiempo, se confirmó que mantenían una bonita relación, así que siempre les quedará San Sebastián, que diría Humphrey Bogart –repasa su armario si quieres lucir su icónico estilo–. Benicio, además, guardará otros recuerdos de la ciudad donostiarra, como cuando el cubano Jorge Perugorría le entregó el premio Donostia en 2014 por su brillante carrera y el premiado dijo que esta ciudad siempre le había hecho muy feliz. Obvio, doy fe.
Benicio del Toro tiene un Oscar, un Globo de Oro, un Donostia, un Oso de Berlín, una Palma de Cannes...
Del Toro es hoy uno de los grandes actores de Hollywood e icono latino de la industria –aquí Ismael Cruz Córdova, otro icono latino con premio Esquire–, pero entonces aún no se había llevado el Oscar al mejor actor de reparto –repasa la lista de nominados al Oscar de este año 2023–. Lo hizo tres años después por Traffic, un drama espectacular filmado por Steve Soberbergh, una de mis pelis favoritas, donde el puertorriqueño interpreta a Javier Rodríguez, un poli bueno de esos grandotes para llevártelo a casa por el que también se llevó el Oso de Plata en Berlín y el Globo de Oro. Películas buenas ha hecho para aburrir: Sospechosos habituales, de Bryan Singer; Basquiat, de Julian Schnabel; Snatch. Cerdos y diamantes, de Guy Ritchie; Sin City, de Robert Rodríguez, 21 gramos, de González Iñárritu; Escobar: Paraíso perdido, de Andrea Di Stefano; Puro vicio, de Paul Thomas Anderson; Un día perfecto, de Fernando León de Aranoa; Sicario, de Denis Villeneuve; La crónica francesa, de Wes Anderson, y alguna incursión en el cine comercial como Thor: El mundo oscuro, Guardianes de la Galaxia, Star Wars: Los últimos jedi o Vengadores: Infinity War. A la espera de que se estrene su próxima filme, Reptile, junto a Alicia Silverstone y Justin Timberlake, no nos queda otra que celebrar su 56 cumpleaños sacando de nuestros archivos las fotos de cómo era Benicio cuando dejó la carrera de abogado –sus padres lo eran– y empezó a ganarse la vida en la piel de otros. No le está yendo nada mal.
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