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Netflix estrena hoy, casi cuatro años después de llegar a los cines y después de pasar una larga temporada en HBO Max, Joker, la película de Joaquin Phoenix, ganadora del Oscar a Mejor y a la Mejor Banda Sonora (no, no ganó al final ni el Oscar a Mejor Director, ni a Mejor Película, ni Mejor Guion Adaptado). Así que ya tienes en el catálogo de Netflix, por fin, la película Joker. Estoy convencido de que ya la has visto, pero como es de esas películas para ver una y otra vez, seguro que lo vas a agradecer. Y si no la has visto, te recomiendo que no hagas planes para esta noche. Lo curioso es que Joker llega a Netflix ahora que se está rodando Joker 2 y que lo hace después de que llegara a su catálogo otro Joker, la que me atrevo a decir que es, sin lugar a dudas, la peor comedia de la historia del cine o por lo menos del catálogo de Netflix, y mira que el listón estaba bajo porque hay una larga lista de bombas de relojería esperando que algún incauto active el mecanismo de detonación. Sí, ahora tienes dos películas de Joker en Netflix, solo que en una de ellas no aparece Joaquin Phoenix. Espera... ¿comedia, dices? ¡Pero si Joker no es una comedia! Y ahí tienes toda la razón, pero es que este Joker no es nuestro Joker, es un Joker sin Joaquin Phoenix y sin Robert DeNiro, sin escena del metro, sin comparación posible con Heath Ledger, sin expresión corporal, sin inspiración en el intento de asesinato de Ronald Reagan, sin bailecito icónico en unas escaleras interminables del Bronx, sin dudas de si mató a Sophie o no, sin dudas sobre quién es el padre del protagonista... ah, también sin escena improvisada del baño, sin que asistamos al nacimiento de un villano cruel y despiadado (más allá del guionista, director, actor protagonista) y prácticamente sin ningún sentido. Es un Joker sueco. Es un Joker de 1991 que se reestrena en la plataforma de streaming treinta años después única y exclusivamente por su título (porque no creemos que nadie celebre este aniversario). Vamos, una película que se llama exactamente igual, pero que no tiene absolutamente que ver (si quieres ver Joker, de momento tienes Movistar + y la puedes comprar en Amazon y YouTube y si tienes paciencia, terminará llegando a HBO, que no olvides que es de Warner). Salvo por una cosa: es el tipo de película que el Joker, el de verdad, utilizaría para ponerle a sus víctimas antes de acabar con ellas. Sirva en su descargo que Nicka nunca pretendió ser Arthur Fleck. Joker, la película sueca, es peor que el gas de la risa del Joker, el personaje de los cómics. Había una probabilidad de uno entre 40 o 50 millones (las mismas de "encontrar un mojón de alce en el espacio", como dice uno de los personajes en la película) de que la película fuera buena. Era imposible que fuera buena, y eso que es digna hija de su tiempo. Estamos hablando del 1991, el año de El gran halcón, de Cowboys de ciudad, de Una rubida muy dudosa, pero también de Colegas a la fuerza y de Agárralo como puedas 2 y 1/2, Atrapa a ese maniquí y de El robobo de la jojoya. Este Joker de Netflix tiene maniquíes, despedida de soltero, música trasnochada de sintetizadores en plan Detective en Hollywood ha pasado de moda, pero no me he enterado, hay un perro de orejas gigantes que sabe demasiado, blues de Nueva Orleans, una secta neo-nazi (lo siento, spoiler), un toque picantón cuando menos te lo esperas (vaya, lo siento, otra vez spoiler), un loft espectacular, una inusitada cantidad de actores pelirrojos, y el protagonista-guionista-director es famoso. No como cuando dices famoso-famoso, sino como cuando dices sueco-famoso. Y ya estamos entrando en materia. Porque tenemos que hablar tú y yo de Björn Skifs. Ahora mismo vamos con él.

joker joaquin phoenix
Warner Bros.


Este Joker es un poco un Joker a traición porque a partir de ahora cada vez que alguien teclee 'Joker' en el buscador de Netflix se va a encontrar con esta película. Es una cuestión de embudos de conversión: tantas personas buscarán, tantas se lo encontrarán y tantas terminarán viendo los primeros cinco minutos de la película para luego seguir con sus vidas (porque habrá gente, pobres de ellos, que no habrán leído este artículo antes, este artículo, quiero decir, de servicio público). ¿Por qué a películas maravillosas como Booksmart se las rebautiza como Un 10 en diversión, un título pensado para que nadie, absolutamente nadie, se atreva a pinchar en la película y a este Joker que no es Joker le siguen llamando Joker y no Un sueco en apuros o Despedida a la sueca o Un cero en sueco o El alucinante viaje de Pelle y Nicke? Por cierto, El alucinante viaje de Bill y Ted también es de 1991... Pero Björn Skifs no es Joaquin Phoenix, ni lo pretende, ni tampoco es Keanu Reeves, ni nunca ha dicho que lo sea. Y, ahora sí, vamos con Skifs.

un fotograma de la película joker que está en el catálogo de netflix
NETFLIX
Un inquietante fotograma de Joker, la más inquietante todavía película del catálogo de Netflix.

El primer Joker del cine, porque ese mérito hay que concedérselo, aunque solo sea por el nombre, tiene una conexión lejana con el mundo de los cómics y los superhéroes. La versión Hooked on a feeling de Guardianes de la Galaxia vol. 1 es la de un grupo sueco llamado Blue Swede. ¿Adivinas quien la canta? Bingo, Skifs. Ni la canción original, ni la versión que canta, con el mítico Ooga-chaka Ooga-Ooga, Ooga-chaka Ooga-Ooga..., son creaciones suyas, pero es la suya la única versión que consiguió llegar al número 1 en los éxitos de Billboard (mientras que la versión original solo llego al número 5), con lo que mucha gente confunde al intérprete con el compositor original... algo que no ocurre con este Joker.

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El éxito de la banda sonora de Guardianes de la Galaxia vol. 1 revirtió en nuevas ventas del disco de Skifs y su banda, cuando no se lo esperaba, y se llegó a incluir en los tráileres de Guardianes de la Galaxia vol. 2, aunque luego no sale otra vez en la película. La sorpresa para Skifs debió similar a la que habrá tenido ahora al recibir nuevos derechos de autor por el estreno en Netflix. Tampoco lo ha pedido. Sencillamente, le ha caído del cielo. Bueno, advertidos/as quedáis.