Estudio bíblico: Elías es arrebatado en un carro de fuego - 2 Reyes 2:1-11

Serie:   Cuando Dios hace maravillas   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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Elías es arrebatado en un carro de fuego (2 R 2:1-11)

Dos hombres están caminando por un sendero. En el cielo azul del reino de Israel, el sol brilla con toda majestad. Uno de ellos es mucho mayor que el otro. Es el profeta Elías. Ha sido un fiel siervo del Señor. Ha sido obediente presentando los mensajes que el Señor le ha dado. Ha tenido experiencias inolvidables. Desafió a los 450 profetas de Baal y logró que Dios enviara un fuego del cielo que consumió el holocausto. En dos oportunidades pidió a Dios que enviara nuevamente fuego del cielo y así murieron, en dos episodios distintos, dos capitanes irreverentes con sus insolentes soldados.
Padeció un episodio de depresión severa de la cual el Señor lo sacó y lo restauró a su servicio. Tuvo una visión maravillosa del poder de Dios a través de un fuego extraordinario, un viento irresistible y un terremoto tremendo. Se nos dice que el Señor no estaba en ninguno de estos fenómenos, por lo cual Dios le hizo sentir su presencia haciéndole oír un "sonido apacible y delicado". El otro hombre era de edad madura, quizás de unos 30 años. Dios les ha hecho saber a los miembros de la comunidad de los profetas del Señor que Elías va a ser "arrebatado". Por alguna razón que desconocemos, Elías se quiere desprender de la compañía de Eliseo. Quizás piensa que la despedida puede ser muy dolorosa. Quizás espera que Eliseo insista en acompañarlo.
El anciano se dirige ahora al más joven:
— Quédate aquí porque el Señor me ha enviado a Betel.
— ¡Vive el Señor, y vive tu alma, que no te dejaré! — responde Eliseo.
Las palabras de Eliseo demuestran tanta firmeza y determinación que Elías no insiste.
Prosiguen el camino y llegan a Betel, lugar cuyo nombre significa "casa de Dios". Al llegar allí, salen a su encuentro los miembros de una comunidad de profetas del Señor. Esta comunidad era una especie de "instituto bíblico". Estos profetas eran jóvenes que tenían intereses espirituales y, de alguna manera, sabían que algo especial iba a suceder ese día. El Señor ha hecho saber a muchos de ellos lo que va a suceder.
En el versículo 3, estos jóvenes se acercan a Eliseo y le dicen:
— ¿Sabes que hoy el Señor arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza?
Se trata, sin duda, de una revelación especial de Dios. En la historia del pueblo de Israel esto había sucedido sólo en una oportunidad. Fue en el caso de Enoc, aquel de quien las Escrituras nos dicen que caminó con Dios (Gn 5:24). Los lingüistas explican que el verbo que se usa para describir la experiencia de Elías es exactamente el mismo que se utiliza en el caso de Enoc.
Entonces Eliseo respondió a los profetas:
— Sí, yo lo sé. Callad.
Durante los años que Eliseo ha pasado junto al hombre de Dios, se ha cimentado una amistad. Eliseo respeta al maestro que le ha enseñado tanto. Al escucharlo orar a Dios con profunda devoción y reverencia, su alma ha sido tocada muchas veces. Pienso que al decirles "¡Callad!" a los jóvenes profetas, Eliseo demuestra su tristeza ante lo que va a suceder. Para mí esto es muy triste. Me duele en lo profundo del corazón.
Luego, Elías le dice:
— Por favor, quédate aquí, porque el Señor me ha enviado a Jericó.
Eliseo responde:
— ¡Vive el Señor, y vive tu alma, que no te dejaré!
Así, ambos siguen el camino y llegan a ese bello oasis que es Jericó. La escena es realmente hermosa. Por todos lados hay palmeras y toda clase de árboles frutales. Las floridas enredaderas adornan con sus delicados tonos violetas las paredes blancas de las casas que resaltan contra el celeste del cielo. Y en ese lugar, una escena vuelva a repetirse. Dice el versículo 5 que los jóvenes profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le preguntaron:
— ¿Sabes que hoy el Señor arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza?
Y él respondió:
— Sí, yo lo sé. Callad.
Esta es la segunda vez que un grupo de profetas le declara a Eliseo que su maestro va a ser llevado por el Señor. La escena me recuerda cuando, muchos años después, el apóstol Pablo se dirige a Jerusalén donde va a ser arrestado. Los creyentes le aconsejan que no vaya a Jerusalén y él responde: "Yo estoy listo no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús" (Hch 21:13).
Luego, por tercera vez, Elías pide que lo dejen solo. Quizás no quiere que otros estén presentes cuando el "traslado" se produzca. También es posible que esté probando si Eliseo tiene las cualidades que necesita para ser su sucesor.
— Por favor, quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán — dice Elías.
Eliseo rápidamente responde:
— Vive el Señor, y vive tu alma, que no te dejaré.
Era muy raro que Eliseo se opusiera a la voluntad de su tutor y amo. Pero esta vez lo hace. Creo que Elías está probando a Eliseo una vez más. Sin duda, lo ha examinado muchas veces. Pero Elías quiere estar completamente seguro de que Eliseo es un hombre comprometido.

Dios hace maravillas en los momentos de pérdida

Fueron, pues, los dos hacia el Jordán. Dos hombres caminan juntos pero uno solo va a regresar. La imagen me recuerda a Abraham, caminando con su hijo para ofrecerlo en sacrificio a Dios (Gn 22).
El versículo 7 relata que "llegaron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon al frente, a lo lejos. También ellos dos se pararon junto al Jordán".
— ¿Qué harán ahora? — se preguntaban los hijos de los profetas —.
En este punto no hay paso y el río es peligroso.
"Entonces Elías tomó su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y otro lado; y ambos pasaron en seco" (2 R 2:8).
Visualizo la pared de las aguas del Jordán; cómo el río continúa su flujo; esa pared que va creciendo en altura. Al principio, no era muy alta; quizás se elevaba dos o tres metros. Pero ahora empieza a verse más alta. Eliseo mira con asombro ese muro que va elevándose momento a momento. ¿Quién está sosteniendo ese muro de agua? Parece un acuario gigante; pero no hay vidrios que contengan el líquido, sino que es el poder de Dios.
Al empezar a cruzar el lecho del río, Eliseo parece un poco temeroso. Quizás diga algo así como: "¿Y qué pasaría si la pared de agua se viene abajo?". Elías entonces le respondería: "Lo que sostiene esa pared invisible del Jordán es la mano de Dios, y sabemos que esta mano es omnipotente". Como lo expresaría después otro profeta: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán" (Is 43:2).
Me imagino que Eliseo dice: "¡Qué alivio! Por fin pasamos ese lecho. Aunque estaba seco, tenía miedo de hundirme y de que las arenas me tragaran vivo".
Ha llegado el momento de descubrir la verdad. Elías mira fijamente al discípulo con quien ha compartido durante tantos años sus experiencias espirituales. Sabe que Eliseo ha madurado espiritualmente mucho desde el día cuando lo conoció. Es consciente de que realmente ama y teme al Señor.
— Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado.
Note que Elías no dice "antes que yo muera". Tampoco dice que después de muerto va a tratar de utilizar sus influencias celestiales para cumplir el pedido. Quizás, usted o yo hubiéramos traído nuestra lista de "supermercado" para que el profeta anotara nuestro pedido: "Quiero un equipo de música estéreo, un televisor gigante con antena parabólica y con cable, una computadora de última generación". Pero el versículo 9 nos dice que Eliseo mira con ojos penetrantes al profeta y dice:
— Te ruego que me des una doble porción de tu espíritu.
¿No será demasiado presumido y egoísta Eliseo al pedir nada menos que una doble porción del espíritu de Elías? Pero las Escrituras no nos dicen que él haya solicitado algo incorrecto.
Elías responde:
— Has pedido algo difícil. Si me ves cuando sea arrebatado de tu lado, te será concedido; si no, no.
La "doble porción" no significa que quiere tener el doble de poder espiritual ni el poder para hacer milagros doblemente más grandes. La doble porción es la del primogénito.
Note usted que Elías sabia exactamente que iba a ser arrebatado. Sin duda, conocía la historia de Enoc y se habrá preguntado a sí mismo qué fue exactamente lo que sucedió cuando aquel hombre mencionado en el capítulo 5 de Génesis desapareció.
Elías y Eliseo continúan caminando. ¡Cómo me gustaría estar cerca de esos dos hombres y escuchar de qué conversan! Probablemente, Elías le está dando al joven profeta los consejos finales antes de una larga despedida.
De repente, los dos hombres se ven separados por una fuerza irresistible. Eliseo ve algo increíble. Algo así como un carro de fuego tirado por caballos de fuego. Bueno, todos los idiomas tienen limitaciones. No era una hoguera ni una nube con forma de caballos sino que eran caballos que resplandecían y tenían un centellear como de fuego.
Si pudiéramos ver la escena en una grabación, sería interesante observarla con cámara lenta. Es posible que, al ver los caballos llameando y fulgurando, Eliseo se apartara, saliera corriendo y se cubriera los ojos.
Ahora aparece un torbellino; un viento que gira como un trompo a una velocidad vertiginosa. Elías ha aprendido a no temer la presencia del Señor. Ha escuchado ese viento "que rompía las peñas". Ha experimentado ese terremoto brutal en el monte Horeb. Ha presenciado en ese mismo lugar un fuego que provenía de la presencia del Señor. De pronto, siente como si una fuerza lo tomara y lo colocara suavemente dentro del torbellino. Los caballos comienzan a trotar cada vez más rápido y, de la misma manera que un avión acelera, despega y sube a las nubes, el carro aumenta su velocidad y empieza a elevarse. En mi imaginación veo al profeta mirando hacia atrás, agitando su mano en una despedida final a su discípulo.
El versículo 12 nos describe a Eliseo gritando con voz fuerte y desgarradora:
— Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes!
El profeta Elías se ha ido. Ha dejado su manto, y Eliseo se apresura a tomarlo y a apretarlo contra su pecho con gran devoción.
Durante varios días, 50 hombres han buscado el cuerpo de Elías y no lo han encontrado. Elías ha sido trasladado a un lugar mejor. La próxima aparición de Elías será junto a Moisés y al Señor Jesucristo en el monte de la transfiguración.
Eliseo toma el manto de Elías y comienza su ministerio. El período de aprendizaje ha finalizado. Desde ahora él servirá al Señor y está bien equipado. Sin duda, Elías le dijo palabras similares a las que serán pronunciadas por el apóstol Pablo a Timoteo, muchos años después: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad" (2 Ti 2:15).

¿Por qué el Señor arrebató a Elías?

El arrebatamiento de Elías ha cautivado a todos los lectores de las Escrituras a través de los siglos. ¿Por qué el Señor arrebató a Elías? Las Escrituras no lo dicen.
En primer lugar, creo que el arrebatamiento de Elías fue una experiencia muy dolorosa para Eliseo. Las despedidas de un ser amado son siempre difíciles. Cuando la muerte viene en forma súbita, el impacto es brutal. Cuando la enfermedad anuncia en forma repetida que el alejamiento va a ocurrir, el dolor es distinto. Es probable que la cantidad total de dolor finalmente sea la misma, pero en el caso de la muerte repentina se siente un dolor muy inmediato, y quizás el gran alivio es que quien murió "no sufrió por mucho tiempo". Cuando el desenlace final viene después de un proceso largo, el consuelo es que hubo tiempo para hablar, quizás de sanar algunas heridas y sobre todo de poder despedirse. En el momento del arrebatamiento, Eliseo exclama: "¡Padre mío, padre mío!", demostrando no sólo su dependencia como hijo espiritual de Elías sino también la sensación de alguien que ha quedado huérfano. Pero a pesar del dolor natural que produce la pérdida de un ser querido, los creyentes no quedamos desamparados, porque el Señor Jesús dijo "no os dejaré huérfanos" (Jn 14:18).
En segundo lugar, el hecho de que Elías haya sido "trasladado" sin ver la muerte nos habla en forma simbólica de todos aquellos que serán arrebatados en el aire para recibir al Señor Jesús en su segunda venida por los suyos (1 Ts 4:17). Por supuesto, su traslado nos hace pensar también en la ascensión de nuestro amado Salvador (Lc 24:51).
Hay características en el traslado de Elías que tienen ciertas similitudes con el arrebatamiento de los creyentes durante la segunda venida de Cristo:
La información precedente acerca de que iba ser "quitado". El creyente es amonestado a "velar, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor" (Mt 24:42).
El elemento "sorpresa" de la situación de arrebatamiento. En la venida del Señor "dos estarán en el campo uno será tomado y el otro será dejado" (Mt 24:40).
El medio utilizado. El profeta sube en un torbellino. En la segunda venida "seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para el encuentro con el Señor en el aire" (1 Ts 4:17).
Elías fue trasladado en alma y cuerpo. Los creyentes irán con el Señor con un cuerpo transformado. "Los muertos serán resucitados sin corrupción y nosotros seremos transformados" (1 Co 15:52).
Nos llama la atención que Elías tuvo el honor y el privilegio de subir en forma corporal a la presencia del Señor. Cuando consideramos su vida, nos preguntamos qué es lo que hizo él para merecer ese honor tan grande. Elías pasó momentos de debilidad y depresión psicológica. Las mismas Escrituras nos dicen que "era un hombre sujeto a pasiones, igual que nosotros" (Stg 5:17). Si Elías pasó por las mismas dificultades que tantos otros hombres de fe, entonces la respuesta a la pregunta no está en sus cualidades como hombre sino, una vez más, en la manifestación de la gracia de Dios. Es maravillosamente paradójico que el profeta que quería morir y que en muchas oportunidades estuvo a punto de ser asesinado, no haya experimentado la muerte.

Algunos temas para la predicación y el estudio en grupos

El arrebatamiento de los creyentes en la segunda venida del Señor.
La fidelidad y constancia de Eliseo en su proceso de aprendizaje.
La solicitud de Eliseo: cómo pedir a Dios lo que más conviene.

Preguntas para reflexionar y discutir

Si el Señor llegara hoy en su segunda venida, ¿considera usted que se halla preparado para recibirlo?
¿Qué conductas considera que debería cambiar para estar preparado para su encuentro con Dios?
¿Cuáles son las preocupaciones cotidianas que dificultan su progreso espiritual?
Haga una lista de las cosas que habitualmente pide al Señor en sus oraciones y léala atentamente. ¿Considera que está pidiendo sabiamente, como lo haría Eliseo?

Comentarios

México
  Lenin Reyes  (México)  (23/08/2022)
Qué hay de Hebreos que todos murieron sin recibir la promesa antes que nosotros?
Qué hay de Jesús, que le dice a Nicodemo que nadie ha subido al Cielo, sino aquel que descendió del cielo.
Al igual que todos los creyentes que han muerto en Cristo, creo que ellos también murieron en Cristo.
Asi qué, si esperan a Elias, Jesús mismo dijo que ya vino.
México
  Gabriela Pérez Rodríguez  (México)  (26/10/2021)
Gracias por enseñarnos y dedicar su tiempo para que aprendamos. Me encanta sus explicaciones entendibles, gracias, Dios les bendiga.
México
  David Hernández  (México)  (23/08/2021)
Gracias por estos comentarios, fueron de mucha bendición para entender mejor estos pasajes, bendiciones!!!
Nicaragua
  Gladys Ivania Guevara Sánchez  (Nicaragua)  (24/03/2021)
Dios bendiga este estudio. Me ha ayudado mucho. Que el Señor lo siga usando.
República Dominicana
  Samuel de la Rosa  (República Dominicana)  (06/02/2019)
Excelente estudio, es una bendición para nuestras vidas. Dios bendiga esta iniciativa y continúe cumpliendo su propósito en la vida suya.
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