Ni es solo un museo, ni está únicamente centrado en el agua. Pero lo cierto es que esta Finca Galea, a pocos metros del Castillo de Castrodouro, en el municipio lucense de Alfoz, fue todo un descubrimiento. Acoge el Museo del Agua pero es un auténtico parque etnográfico con una divertida y sugerente ruta para hacer con niños y muchos aprendizajes.
Emilio Méndez Corral dice que de quien sea la finca y las maravillas naturales que acoge es lo de menos, pero lo dice con la misma sencillez que admira la capacidad de cada especie arbórea de su finca para sobreponerse a las inclemencias de la naturaleza o de la mano del hombre.
La verdad, es que poder recorrer cada metro de su obra, en la que se ha dejado ya casi cuatro décadas de trabajo. El es el guía de este museo, donde casi todo tiene una historia y un aprendizaje.
Estanques, fuentes, bancos y miradores para perderse y pensar, pero también árboles centenarios como un eucalipto o el camelio, son algunas de las maravillas que acoge este espacio que se puede visitar con niños.
La isla de Pascua, o el cromlech, ponen el punto prehistórico a este lugar, y la palloza o la cova das necesidades los más selváticos. A tu paso verás un auténtico bosque de troncos huecos. Algún día fueron árboles robustos y sufrieron la caída de un rayo, los temporales o un incendio. Con ellos Emilio se perpetúa en su arte, eminentemente respetuoso y amante de la naturaleza.
En un paseo de una hora más o menos podéis ver todos estos espacios exteriores, en torno a una casa, una singular torre con apartamentos rurales y una carpa para bodas y eventos.
En la zona más próxima a la entrada acaba el paseo por casi 40 lugares de interés que puedes ir buscando en el folleto guía, y es aquí donde el río Ouro, que circunvala la propiedad, mueve ingenios hidráulicos como un molino, un batán o diferentes mecanismos.
Delante del acceso al museo, una bañera de piedra a modo de barca flota con el apostol Santiago a bordo. Será verdad entonces la leyenda que inspira la pedra de abalar de Muxía, conforme este discípulo de Jesús llegó en una embarcación pétrea a nuestras costas. «Se basa en el principio de Arquímedes», recuerda el propietario mirando nuestras caras de sorpresa.
El creador de cada rincón de esta finca pone a funcionar el mecanismo y nos enseña los brillantes de agua brillar bajo el molino. Y es que salir al jardín, y ver la cascada que atraviesa bajo el molino es una auténtica maravilla.
El recorrido libre por los exteriores, y la visita al molino y otros rincones con su guía y artífice, es un plan muy interesante para hacer con los más pequeños. El coste es de unos tres euros y los 60.000 metros cuadrados que componen esta finca recibieron el Premio Medioambiental europeo en 1998.
En la parte más cercana a la casa, y por delante de la misma, un escondite a modo de cabaña de bambú, una antigua piscina, la pedra da imaxinación o el árbol del amor, estimulan esas cabecitas de nuestros peques exploradores, que cada vez son menos peques.
En la fachada de la casa vemos un reloj de sol, su preciosa galería, y adosada por uno de sus laterales una pequeña capilla. La cocina de la casa y su lareira y horno de pan se pueden ver en la planta baja. Pero la obra de la que Emilio está más orgulloso, es el comedor de los alojamientos rurales, con una fuente natural de agua en piedra y una lareira con un hogar rotatorio, rodeada de bancos. Fuego y agua en la misma estancia, nos dice Méndez, que destaca el sonido del agua como elemento fundamental en su pequeño remanso de paz.
En la parte baja de la torre, que empleó antiguas piedras para su construcción, se ubican las zonas comunes del establecimiento rural, donde se dan los desayunos.
La torre cuenta con cuatro habitaciones con baño, con una decoración muy cuidada y en un entorno idílico, que permite tanto paseos como celebraciones de todo tipo. Consulta aquí ofertas para alojarte.
Y es que la finca se completa con una carpa para bodas y eventos, donde se pueden oficiar además bodas civiles en el lugar que llaman el auditorio. Se trata de una pequeña isla y singulares rincones entre las canalizaciones de agua.
Visitando el Valle de Oro, con niños
