DICCIONARIO

'El día del Watusi': la gran novela de la Barcelona de la Transición, de la A a la Z

La obra magna de Francisco Casavella sigue siendo, 20 años después de su publicación, objeto de un culto fervoroso en el que militan destacados escritores contemporáneos

Francisco Casavella, en la terraza de Els Tres Tombs en el verano del 2000.

Francisco Casavella, en la terraza de Els Tres Tombs en el verano del 2000. / ARCHIVO

Rafael Tapounet

El 15 de agosto es el día del Watusi. En ese día, en 1971, transcurren los hechos que se relatan en ‘Los juegos feroces’, la primera parte de la monumental novela ‘El día del Watusi’, de Francisco Casavella (1963-2008), un Himalaya literario de un millar de páginas que utiliza las andanzas barcelonesas del arribista Fernando Atienza como hilo conductor de una ficción inabarcable que pone el foco en los rincones más oscuros de la Transición Española. El libro, que empezó a ver la luz hace ahora 20 años (se publicó en tres entregas entre 2002 y 2003), ha engendrado con el tiempo un culto fanático y muy activo en el que militan destacados novelistas contemporáneos. Este diccionario watusiano repasa algunas de las claves de la novela y su legado.

Asalto

El relato distópico que Casavella hace de la Transición Española toma como episodio de referencia el asalto al Banco Central de Barcelona en mayo de 1981, turbia réplica catalana del golpe del 23-F que fue despachada en público por las autoridades de la época como un asunto de “anarquistas, chorizos y macarras”.

Barcelona

Escenario indispensable forjador de mitos clandestinos y leyendas underground. Entre muchas otras cosas, la novela es la crónica alucinada de una ciudad sobre la que no parecía mandar nadie, antes de que el olimpismo se convirtiera en el pretexto idóneo para poner orden en todo aquel caos excitante y peligroso. 

Casavella, Francisco

Se llamaba en realidad Francisco García Hortelano. Antes de escribir se dedicó a leerlo todo mientras trabajaba de botones en La Caixa. Publicó seis novelas de las que cinco son formidables. Murió trágicamente joven poco después de ganar el Premio Nadal y dejó desolados a un montón de amigos, que siempre es señal de una vida vivida con aprovechamiento.

Drogas

En una ciudad estratificada como Barcelona, en la que los ricos viven (literalmente) arriba y los pobres, abajo, las drogas son el salvoconducto que permite atravesar fronteras, conectar mundos y crear nuevas amistades de apariencia inverosímil. Igual que los trepas.

Excesos

Sostienen sus detractores (que los tiene) que El día del Watusi es un libro lastrado por el peso de sus excesos: exceso de ambición, de complejidad, de tramas, de intereses, de ornamento, de verborrea, de páginas… Excesos que los casavellistas asumen con ufanía y que tampoco parecen un mal instrumento cuando se trata de retratar una época marcada por la confusión y la desmesura. 

Ferré, Leo

Casavella extrajo el título de la segunda parte de la trilogía, Viento y joyas, de un verso de la canción Avec le temps del cantautor monegasco. Esa que dice: “Con el tiempo, todo se va / Se olvidan las pasiones y se olvidan las voces / que decían bajito las palabras de la gente pobre: / No vuelvas tarde. Sobre todo, no cojas frío”.

Grupo

En el capítulo 6 de El idioma imposible, tercera parte de El día del Watusi, el autor se marca una deslumbrante exhibición de erudición pop. En un momento determinado, hace una clasificación taxonómica de los nombres de los grupos modernos españoles de aquel tiempo (los años del primer mandato de Felipe González). Menciona 73. Y uno da por hecho que, con mayor o menor deleite, los ha escuchado a todos. 

Humor

No se dejen amedrentar por su aspecto intimidante, la gravedad de sus intenciones o su prosa selvática. La novela es, en muchos tramos, fuente de incontenibles carcajadas. “Te vas a descoyuntar de tanta risa, Fernandito”. 

Influencias

Acaso con el propósito de facilitar el trabajo a los críticos perezosos, Casavella dejó caer en el inicio de El idioma imposible una lista de títulos que conforman una genealogía si no probable, sí al menos verosímil de su propia novela. Ahí están Rojo y negro, de Stendhal; Bel Ami, de Maupassant; El gran Gatsby, de su tocayo Scott Fitzgerald; Últimas tardes con Teresa (ver Marsé, Juan); La suerte de Barry Lyndon, de Thackeray; la tetralogía Las jóvenes, de Montherlant, y las Memorias de Casanova. 

Josele Santiago

Es casi un lugar común, al hablar de El día del Watusi, decir que es una novela “con música”. Lo cierto es que han sido varios los músicos que, arrebatados por el ritmo febril del libro, le han dedicado canciones (ver Surfing Sirles, Els). En Cómo reír, de su disco en solitario Transilvania (2017), el líder de Los Enemigos adapta un pasaje hilarante sobre la conveniencia de reírle las gracias al jefe. “No es el chiste, no. Es cómo lo cuenta”.

Kiko Amat

Junto con Otero (ver) y Zanón (ver), uno de los tres prologuistas de la reedición del El día del Watusi que publicó Anagrama en 2016. Sus novelas Cosas que hacen BUM y Rompepistas respiran devoción por Casavella, aunque se fijan más en El secreto de las fiestas que en el Watusi, acaso porque Amat considera que esta última es un artefacto “inalcanzable”. “Es un libro tan grande en intención, ambición y resultados que es para dejarlo (lo de escribir, no lo de leer)”. 

Longo, Robert

Las fabulosas portadas que Luz de la Mora diseñó para las tres entregas de la novela en la edición original de Mondadori están presididas por esas figuras de caballeros trajeados en extrañas contorsiones que el neoyorquino Longo creó para su popular serie Hombres en las ciudades. Como ocurre con los personajes del libro, resulta difícil dilucidar si bailan, se retuercen de dolor o simplemente sobreactúan. 

Marsé, Juan

El autor de Últimas tardes con Teresa, novela que guía a distancia los pasos de Fernando Atienza en El día del Watusi (ver Xarnego), fue siempre muy reacio a valorar la obra de aquellos a quienes la crítica señalaba como sus herederos. Con Casavella hizo una notabilísima excepción. “Un hombre que no confundía la literatura con la vida literaria, por más guiños y falacias que esta le dedicara –dijo de él-. Uno de los escritores de ficción con más talento de su generación".

Novelón

Con todas las letras. El día del Watusi se publicó en tres entregas por decisión del editor Claudio López de Lamadrid, pero el autor lo había concebido como un solo libro de más de mil páginas (853 en la última reedición de Anagrama en un único volumen). En un encuentro virtual con lectores, uno de estos le dijo a Casavella que la novela se le había hecho corta. Y él respondió: “¡Cómo se nota que no la ha escrito usted, amigo!”.

Otero, Miqui

Otero era primo y confidente de Casavella, y eso le concede de salida cierta ventaja frente a otros discípulos. Una ventaja a la que él ha sacado inteligente provecho en sus novelas y, en particular, en la espléndida Simón, que bien puede leerse como una suerte de versión posolímpica de El día del Watusi, menos conspiratoria y más sentimental.

Partido Liberal Ciudadano

Cuatro años antes de que Albert Rivera se presentara en sociedad, el Watusi nos advirtió de que Ciudadano sería la palabra que utilizaría el poder de toda la vida cada vez que quisiera venderse como algo nuevo. Perturbadora clarividencia. 

Quinquis

El Emiliano, el Supermán, el Topoyiyo, el Galleta, el Rasputín, el Soplagaitas… Matones de barrio pobre condenados a morir jóvenes en la Barcelona del Vaquilla después de haber vivido a la sombra del Watusi, el gran quinqui mitológico.

Raro

“Los raros se reconocen entre sí a simple vista, como los enanos”. El día del Watusi es, en muchos sentidos, una novela rara. Y gigante. También los gigantes se reconocen entre sí a simple vista. 

Surfing Sirles, Els

Imprescindible grupo barcelonés de rock and roll salvaje e ilustrado que en su segundo elepé, Romaní, Semen I Sang (2011), incluyó la canción Watusi ‘65, desmelenado e hiperconciso homenaje a la novela de Casavella. “Quan no hi ha por ni hi ha esperança / acabes mort i inflat al port / amb una jaqueta de cuir on hi posa Watusi ‘65”.

Transición

Como crítica despiadada e hiperlúcida de las corruptas componendas sobre las que se construyó la Transición española, El día del Watusi es una novela modélica y pionera. Casavella solía decir en las entrevistas que la realidad fue aún más increíble que su hiperbólica ficción.

Úlcera

¿Qué separa al joven Casavella que en 1990 debutó con El triunfo del escritor de El día del Watusi?, le preguntó Jordi Costa a nuestro autor en una entrevista publicada en El Mundo. Respuesta: “12 años y una úlcera. O sea, una juventud, precisamente”. Más adelante, Casavella apuntó que la única generación literaria en la que se reconocía era “la de la narrativa española con úlcera”.

Vila-Matas, Enrique

En el año 2016, los organizadores del festival leonés El Día del Watusi (ver Yago Ferreiro) le pidieron a Enrique Vila-Matas un breve texto sobre la novela de Casavella para incluirlo en el fanzine que se publicó con motivo del festejo. La imbatible respuesta del escritor barcelonés -“De viaje. Imposible contestar”- se ha convertido con el tiempo en una suerte de contraseña que acredita la pertenencia genuina a la secta watusiana.

W

La watuseñal. La marca que, grafiteada con pintura roja en muros, fachadas, puentes y vagones (y hasta en el pedestal de la estatua del payaso Fofó), celebra las andanzas del Watusi, anuncia la inminencia de su próximo regreso o revela la existencia de una conspiración inconcebible. Cada 15 de agosto reaparece en algún rincón de Barcelona, símbolo de la pervivencia del casavellismo.

La ‘watuseñal’ celebra las andanzas del Watusi.

La ‘watuseñal’ celebra las andanzas del Watusi. / ARCHIVO

'Xarnego'

Como el Pijoaparte de Marsé, Fernando Atienza es un xarnego empeñado en trepar por la cucaña social que acaba “aplastado por la Historia en el basurero de las ficciones”. Los xarnegos, dejó dicho Casavella, “somos personajes pintorescos y trabajadores que servimos para todo”.

Yago Ferreiro

Yago es un tipo de León que leyó El día del Watusi después de haber vivido seis años en Barcelona y decidió que esa novela merecía ser reivindicada, bailada y bebida en una convención anual de fans. A celebrar el 15 de agosto, por supuesto. En León, sí, ¿por qué no? Así nació, en 2015, el festival El Día del Watusi. El sarao duró tres ediciones y tuvo un funeral vikingo en 2018. Queda la vaga promesa de un retorno. Algún día, tal vez. 

Zanón, Carlos

El hoy comisario jefe de BCNegra le puso al protagonista de su novela Yo fui Johnny Thunders (2014) el nombre de Francis, aunque en su momento pocos pillaron el bonito homenaje. “Un montón de escritores contemporáneos y, especialmente, posteriores a la muerte de Casavella no escribiríamos igual sin haberlo leído”, sentencia.

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