¿Quién no ha estado alguna vez en la casa de alguien que tiene las habitaciones repletas de cosas, documentos apilados por todas partes y a veces hasta sitios llenos de residuos? Quienes sufren del síndrome de acaparador compulsivo no son capaces de tener bajo control la situación en su propia casa. "No es lo mismo que cuando alguien es desordenado o cuando una familia con tres hijos llega al límite y todo se desordena", dice Veronika Schröter, que fundó un centro vinculado a esta patología en la ciudad alemana de Stuttgart.

"Los afectados sienten una gran necesidad, desde lo existencial, de no deshacerse de nada de lo que poseen", explica.

Los especialistas dicen que se trata de una acaparación patológica. "Se reconoce el síndrome porque las personas que lo padecen no pueden deshacerse de las cosas porque no han desarrollado los criterios habituales de decisión para diferenciar qué es importante para una vivienda, es decir, qué se necesita para vivir y qué no", relata Schröter.

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Por lo general, el problema se manifiesta en la casa de la persona que tiene este síndrome.

Se va llenando la casa
El síndrome puede tener muchas causas. "Es habitual que se den circuitos de pensamientos que se repiten y que los afectados no pueden cortar", dice Sabine Köhler, directora de la Asociación de Neurólogos de Alemania. "No pueden decidir con qué quedarse y qué botar y eso hace que la casa se vaya llenando", observa la especialista, que apunta que este síndrome es considerado dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos y suele darse en combinación con otros cuadros, como por ejemplo con una depresión.

Las personas que desarrollan una demencia a avanzada edad también pueden padecer este tipo de síndrome. "Cuando las células nerviosas del cerebro dejan de cooperar bien entre sí resulta mucho más difícil clasificar las situaciones actuales en forma adecuada", explica Köhler en términos sencillos.

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Las causas suelen estar en la infancia
Veronika Schröter ha notado en su trabajo con afectados que las raíces de esta acumulación patológica suelen estar en la infancia. "Una de las causas comunes reside en que esas personas han sido obligadas a muy temprana edad a hacer cosas", explica. Esas personas aprendieron de muy pequeñas a hacer todo del modo en que se lo indicaban y no han desarrollado estrategias propias para organizarse o lidiar con cuestiones cotidianas.

"También suelen verse casos en que las familias de los afectados tenían un muy buen pasar pero en las que no había atención afectiva.Puede que se los haya dejado emocionalmente desprotegidos y que lo hayan compensado acumulando cosas materiales", dice Schröter. Eso hace que, aunque hayan pasado décadas, les resulte muy difícil deshacerse de los objetos. Las personas que vivieron una guerra también pueden desarrollar este síndrome.

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Una visita deja el problema al descubierto
En muchos casos los afectados buscan ayuda al notar que tienen un problema, pero también hay casos en que los afectados "se presentan por motivos muy distintos" a hacer una consulta, aclara Köhler. Puede suceder que después de varias conversaciones se produzca una visita a la vivienda y eso deje el problema al descubierto.

Cuando eso sucede, los terapeutas o trabajadores sociales tienen la difícil tarea de hacerle entender o ver a la persona el incoveniente. Es importante avanzar con cautela y transmitirlo con tacto, también cuando son los familiares los que de pronto se dan cuenta de que la madre o el tío son acumuladores compulsivos.

"No tiene sentido intentar ordenar la vivienda de los afectados. Si la persona no lo desea, hacerlo es violar su esfera privada y genera muchos conflictos", advierte la especialista.

Si los familiares quieren ayudar a generar un cambio, deberían buscar de un modo cauto y amable una conversación y no enojarse ni echar pestes por el desorden que vean.

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