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Ciencia

Yo visitaré Ganímedes / Historias del cosmos

Recreación de Ganímedes, una de las lunas de Júpiter.

Recreación de Ganímedes, una de las lunas de Júpiter.

Foto:iStock

El astrofísico Santiago Vargas explica el origen de las señales de radio desde ese satélite.

La reciente detección de una señal de radio proveniente de Ganímedes ha causado que muchos ya la estén relacionando con un supuesto contacto alienígena.
La fascinación por la exploración del sistema solar es tan profunda como innumerables son las historias de supuestas civilizaciones extraterrestres y viajeros que logran aventurarse a su encuentro.
En algunos casos, estos relatos son parte del entretenimiento, como sucede con la película muda de 1909 titulada “Viaje a Júpiter”, la primera que recrea un periplo al planeta gigante y dirigida por Segundo de Chomón, uno de los pioneros de los efectos especiales en el séptimo arte.
En otros casos las historias pretenden evidenciar la existencia real de seres fuera de nuestro planeta, como la del libro titulado “Yo visité Ganímedes”, publicado hace medio siglo, en donde se narran las anécdotas de “Pepe” en la gigante luna joviana.
El protagonista, luego de ser “abducido” por los extraterrestres, se sorprende con los avances tecnológicos producto de la estrecha colaboración entre los habitantes del ahora sonado satélite.
El libro tuvo un descomunal éxito en ventas y es, incluso en la actualidad, un importante referente para ufólogos, y otros promotores de tales ideas.
Lo que aún muchos desconocen y tímidamente sale a la luz, es que después de más de dos décadas defendiendo la veracidad de su escrito, y poco antes de morir en 1992, su autor confesó que todo fue una mentira, un timo en toda regla que le generó sustanciosos ingresos.
Uno de los aspectos más atractivos, y que posiblemente hayan servido para alimentar las historias en torno a las posibilidades de vida en Ganímedes, es su tonalidad, que recuerda a las zonas oscuras y claras que muestra nuestro planeta visto desde el espacio.
En realidad, Ganímedes es en cierto sentido más parecido a la Tierra que Marte o Venus, dos de los planetas que durante siglos han despertado interrogantes sobre vida extraterrestre, aunque profundizar en esto es justamente parte de las investigaciones que en tiempos recientes empiezan a florecer.
El comienzo del interés por Ganímedes se remonta a cuando se le solía denominar como Júpiter III, y correspondía a una de las tres “estrellas” que había descubierto Galileo en sus famosas observaciones telescópicas del planeta Júpiter el 7 enero de 1610, pocos días antes de que concluyera que en realidad eran cuatro objetos que giraban alrededor del colosal planeta, las que ahora denominamos lunas galileanas.
Sin embargo, por sugerencia de Johannnes Kepler, se propuso su nombre actual, a causa del esplendor de su luz que le recordaba a Ganímedes, en la mitología griega,  hijo del rey Tras, y al que solía describirse como “el más bello de los mortales”.
Era tal la belleza atribuida a Ganímedes que el dios Zeus se empeñó en convertirlo en su amante, para lo cual se transformó en águila y lo raptó para llevarlo al Monte Olimpo.
En la actualidad sabemos que Ganímedes -refiriéndonos ahora al astro- es el satélite natural más grande de todo nuestro sistema solar, el único que alberga un campo magnético y se cree que tuvo actividad tectónica.
Sin embargo, lejos de ser el mundo idóneo para la vida tal y como la conocemos, su posición alejada del Sol, y la casi ausencia total de atmósfera, son responsables de una temperatura media cercana a los -200 ºC, lo que hacen de él un lugar hostil, con pocas posibilidades de vida sobre su superficie- con gran cantidad de silicatos, aunque bajo ella puede haber un océano de agua líquida.
Mientras esperamos a las futuras misiones robóticas de exploración a Ganímedes, como JUICE, que espera sea lanzada en el 2022, y alguna muchísimo mas lejana visita de seres humanos a este mundo helado, es importante, y sensato, resaltar que las señales de radio detectadas fueron producidas por un fenómeno natural que sucede en los electrones que “oscilan a una velocidad menor de la que giran, lo que hace que amplifiquen las ondas de radio muy rápidamente”; como lo explicaba uno de los científicos del equipo de la misión JUNO de la Nasa, que detectó la señal.
SANTIAGO VARGAS
Ph.D. en Astrofísica Observatorio
Astronómico de La Universidad Nacional
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