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Salud

¿Usted no ayuda a alguien en peligro? Sería por síndrome de indolencia

El síndrome de Genevese requiere un manejo colectivo y el primer paso es invitar a que en una situación que requiera de asistencia la frase sea: “No nos quedemos quietos, hagamos algo”.

El síndrome de Genevese requiere un manejo colectivo y el primer paso es invitar a que en una situación que requiera de asistencia la frase sea: “No nos quedemos quietos, hagamos algo”.

Foto:Juan Sebastián Villegas

Expertos explican en qué consiste el síndrome de Genevese. Le decimos cómo identificarlo.

Las imágenes no pueden ser más dicientes. El 20 de junio pasado, Lesandro Guzmán Félix, de 15 años, con varias heridas graves en el cuello, corría hacia el hospital ST. Barnabus en busca de ayuda en el área del Bronx, en Nueva York, antes de caer en la acera, ante la mirada de varias personas e, incluso, algunos policías que no sabían cómo actuar justo antes de que el joven falleciera.
Si bien las lesiones eran graves, y más allá de las causas violentas que terminaron con la vida de Guzmán, lo cierto es que la actitud pasiva de los espectadores generó tanto impacto como esta misma muerte, que se convirtió en noticia de primera plana en Estados Unidos.
El psiquiatra Rodrigo Córdoba, jefe del departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario, que observó el video junto con EL TIEMPO, opina que al muchacho no se le brindó la ayuda que requería de unas personas que tal vez pensaron que su situación era tan grave que cualquier cosa que se hiciera era en vano, como también pudo ser el resultado del temor de esta gente a comprometerse con un hecho violento. O simplemente porque se inmovilizan ante una situación tan dramática.
Lo que llama la atención –explica Córdoba– es que al preguntar a muchas personas, cuestionan el hecho, pero no dudan en manifestar que no sabrían cómo actuar y tal vez harían lo mismo.

El efecto espectador

Esta apatía, que se podría enmarcar en falta de solidaridad o de beneficencia, no es producto de los tiempos que corren, porque desde que la prensa norteamericana publicó en 1964 la noticia sobre la violación y el asesinato de Kitty Genovese, la psicología social ha cualificado este fenómeno emocional bajo el nombre del ‘efecto espectador’. Y algunos lo conocen con el epónimo de síndrome de Genovese, para darle identidad a la víctima sobre el cual se analiza.
Aquí no sobra recordar que el 13 de marzo de dicho año, Kitty Genovese caminaba después del trabajo y, a pocos metros de la puerta de su casa, fue asaltada por un hombre que la agredió con un cuchillo y la violó, lo que le desencadenó la muerte camino al hospital, sin que nadie pudiera hacer nada por salvarla.
Aunque la prensa aseguró que en un primer momento hubo 38 testigos del asesinato y ninguno de ellos hizo nada por impedirlo, lo cierto es que después se confirmó que en realidad los mirones fueron doce, específicamente sus vecinos que escucharon o vieron parte del crimen, y que tan solo un transeúnte distante gritó que la dejaran en paz. El resto guardó silencio.

¿Por qué no hay ayuda?

Sandra Herrera, maestra en psicología clínica de la Universidad de Salamanca, dice que muchas veces, en una situación de emergencia los observadores asumen que siempre será otro el que intervendrá, al punto de que todos terminan absteniéndose de hacerlo.
De hecho, desde que ocurrió el suceso en Nueva York y se generaran duras críticas contra la frialdad de la sociedad, los psicólogos han investigado este fenómeno, que en últimas, dice Marcela Alzate, expresidenta de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, diluye la responsabilidad de los testigos, que, en lugar de prestar auxilio al que lo necesita, pasan de largo o ignoran a las víctimas con una condición más grave: “Mientras mayor sea el número de espectadores, es menor la probabilidad de que alguien se decida a prestar auxilio”.
Frente a esto, Córdoba manifiesta que al haber más personas alrededor, el cerebro razona bajo la premisa de que ‘alguien ayudará’, y si se observa gran cantidad de personas, se percibe una sensación de tranquilidad, con la convicción de que no todos se quedarán quietos, por lo que el compromiso de socorrer puede llegar a no existir en un observador.

En últimas, nadie se responsabiliza o en caso de hacerlo, el compromiso se diluye de manera sustancial y se transforma

“En últimas, nadie se responsabiliza o en caso de hacerlo, el compromiso se diluye de manera sustancial y se transforma”, agrega Córdoba.
Pero también existe una conformidad social o una ignorancia pluralista, porque aunque todos estén pensando lo mismo, la gente no actúa por miedo a lo que piense la mayoría.
De acuerdo con Herrera, se llega a modificar el comportamiento y la actitud para armonizar con el grupo que rodea los individuos. “Muchos terminan creyendo que si actúan frente a la pasividad de los demás, a lo mejor están interpretando la situación de forma exagerada, cuando puede no estar pasando nada”, apunta la psicóloga.
Pero también puede ocurrir, en palabras de Alzate, que las personas pueden experimentar temor a ser evaluadas porque al prestar ayuda, el resto de espectadores pueden juzgar la forma como lo hacen, por lo que se prefiere no quedar expuestos.
Igualmente, está la resistencia de la gente a verse involucrada en hechos violentos, por lo que prefieren mantenerse al margen o dar la espalda, lo cual es muy común en nuestros tiempos, según Córdoba.

Reacciones positivas

Aunque el caso de Kitty promovió la creación de la famosa línea telefónica 911, que ha salvado muchas vidas, también se cree que poco a poco, en el mundo las reacciones colectivas de protección a las víctimas empiezan a aparecer.
Se sabe, por ejemplo, que la noticia fue tan sonada en Estados Unidos que muchos ciudadanos dejaron de quedarse con los brazos cruzados cuando veían a alguien en peligro, y en algunos países convirtieron en norma el principio de beneficencia, como una regla para atender al que lo necesita.

¿Ha padecido el síndrome de Genovese?

Conteste Sí o No a las siguientes preguntas:
1. ¿Frente a una persona víctima de una acción violenta, llámese accidente o agresión directa, usted ha revisado una acción a favor?
2. ¿En caso de encontrar un grupo de personas que observan a una persona herida en cualquier circunstancia, usted se detiene por algo más que curiosidad?
3. ¿Ha socorrido o llevado a un hospital o a su casa a una persona que requiera ayuda?
4. ¿Ha tomado cursos de primeros auxilios, pensando que con eso usted puede salvar una vida?
5. Frente a una persona que necesita ayuda, ¿usted ha instado a otras personas a que la socorran en conjunto?
Evaluación: si respondió No a más de tres preguntas, usted puede padecer este síndrome social, lo que invoca una reflexión al respecto.
CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
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