La reina Margarita II firma su declaración de abdicación en el castillo de Christiansborg en Copenhague

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“Espero ser un rey unificador”, fueron las primeras palabras de Federico X ante las decenas de miles de ciudadanos que aguardaban ante el palacio de Christiansborg su aparición. Se rondaban los cero grados en la capital danesa y el paisaje humano estaba dominado por los gorros de lana -además de las banderitas rojas con la cruz blanca, símbolo nacional-. Muchos llevaban horas aguardando. Pero al menos el ceremonial se resolvió en una hora y media exacta, entre la entrada en el palacio en coche del aún heredero y la salida del nuevo monarca en la carroza, tirada por caballos blancos.

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