Historiadora del arte

Manoli Yeste: «El paciente medieval acudía a Dios y, después, a su jardín»

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EVA MELÚS
BARCELONA

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Manoli Yeste es historiadora del arte y la educadora que esta tarde conducirá la visita guiada por el jardín del claustro del Museu-Monestir de Pedralbes, recreado con más de una cincuentena de plantas medicinales y culinarias a partir de la documentación hallada en el cenobio. La ruta incluye un taller práctico sobre farmacología medieval a cargo de un botánico. Imprescindible reservar (93.256. 21.22 o reserves-mhcb@bcn.cat).

–¿Cómo recibe a sus visitas?

–Hablamos del monasterio, fundado por la reina Elisenda de Montcada en 1327, y de las enfermedades más comunes de las monjas.

–¿De qué enfermaban?

–Dolor de cabeza, constipados, pero sobre todo, de añoranza. A menudo salían de su casa muy pequeñitas, entraban en clausura y no volvían nunca más.

–¿Y cómo curaban esa pena?

–En la segunda parte de nuestra visita, un botánico enseña a preparar ratafía y un ungüento de hipérico, una planta que aún se emplea para tratar depresiones.

–¿No causa sorpresa?

–A más de un visitante le hace gracia comprobar que las monjas usaban muchos de los remedios que ellos conocieron de pequeños. Los principios no han cambiado.

–¿Por ejemplo?

–Las heridas se lavaban con agua y después con vino, que desinfectaba como nuestro alcohol. Los tratados recomendaban el agua fresca, como ahora, y el vino, con moderación. Ellos decían que era una fuente de alegría y nuestros médicos, que una copita es buena para la circulación.

–¿Qué más sabían?

–¡Mucho! Queda mucha documentación por revisar. Lo cual es una suerte. Pero ya sabemos que trataban el constipado con cataplasmas de mostaza y el dolor de cabeza, con violetas, corteza de sauco y romero. Y que como medida de salud traían hielo de Castellterçol y Montseny para su fresquera, excavada bajo tierra para conservar alimentos.

–Se las arreglaban bien...

–Bueno, la medicina en la edad media era algo oscura. El paciente acudía a Dios, a su capellán, y después, a las plantas de su jardín. Y si necesitaba algún remedio específico, al apotecario, que también proporcionaba hierbas para cocinar. Barcelona era algo especial.

–¿Por qué?

–Por su gran número de apotecarios. Y eso que eran estudios difíciles y largos, de ocho años. Las monjas de Pedralbes tenían el suyo en la calle de Llibreteria. Las otras dos zonas del gremio se concentraban por el Born y alrededor de Santa Maria del Mar y la Boqueria.

–¿Y si fallaba el apotecario?

–Entraba el médico o el cirujano. La peste fue el gran problema de la época, sobre todo a causa de las aguas contaminadas. Las monjas disponían de un agua maravillosa, que venía de las montañas, pero también enfermaban.

–¿Y se curaban?

–Parece ser que algunas sí. El monasterio disponía de su propia enfermería, apartada del resto. Muchas monjas veían allí al médico por primera vez.

VISITA TALLER 'PLANTES, REMEIS I APOTECARIS'. Monasterio de Pedralbes. Baixada del Monestir, 9. 20.00 (catalán) y 20.30 (castellano). 10 euros.

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