Valentina Cancela era el alma de la fiesta. Si ella estaba o no estaba se notaba. Hacía chistes -a veces malos-. Tenía un grupo de amigos y salía con ellos a bailar, a la playa. Era coqueta, se maquillaba, se teñía el pelo de azul, de rojo. Tenía unos ojos grandes y verdes que todos destacan.
Era extrovertida, siempre tenía de qué hablar, "resaltaba" y "tenía carácter", pero no era "conflictiva". Al contrario: tenía muchos amigos y saludaba "a todo el mundo".
Así la definieron amigos y familiares a El Observador. Pero, "en el último tiempo" a veces estaba cansada y a veces triste.
Estudiaba inglés y asistía al liceo de Punta del Este y siempre había sido buena estudiante, no sobresaliente, pero una alumna a la que le iba bien. En las clases a veces participaba sobre los temas, pero la mayoría de las veces hablaba con sus compañeros. "Era la revolucionaria".
Pero, este año, mientras cursaba quinto de orientación científico empezó a tambalear.
Últimamente no estaba yendo a clases porque estaba "muy mal" y estaba a punto de llevarse "una o dos materias libres" por las faltas. Le parecía difícil y no tenía ganas de ir. Pero, a Valentina le preocupaba que le fuese mal, dijeron sus amigos. De hecho, una de sus docentes contó que la chica le había pedido que este lunes le explicara un ejercicio. "Nunca se lo voy a poder explicar", dijo entre lágrimas.
Su grupo de amigos adjudica directamente la baja en su rendimiento en el estudio al noviazgo con Santino, que comenzó en el verano, hace nueve meses. Ella le contó a algunas amigas episodios de violencia que tuvo con su exnovio y todos en el grupo sabían que "era una relación tóxica", pero nunca se imaginaron que él la terminaría matando.
En Maldonado los conocían a los dos. Algunos taxistas, trabajadores de Uber y de comercios dijeron que conocían a sus padres o que Valentina o Santino habían sido compañeros en la escuela o el liceo de sus hijos. Y los amigos de ella también conocían al exnovio de la adolescente e incluso se integró en el grupo. Él es "muy atento" y "encantador", pero "manipulador", dijeron, por eso nunca creyeron que este desenlace podía suceder. "Gando -como le decían a Santino- era nuestro amigo. Él era solo violento con Valu. Siempre endulzaba a todos, trataba de meterse en los grupos y ser súper amable".
Volviendo a Valentina, también tenía la rebeldía natural de la adolescencia. "No filtraba toda la información, quizás era hermética", dijo su madre. La chica tenía prohibido por sus padres acercarse a Santino, pero este martes se encontró con él en la playa Brava. Sería la última vez que se verían. Los padres le habían ordenado que no se relacionara con él luego de que Liliana, su madre, lo había denunciado en junio por haberla golpeado.
Para ese entonces, Valentina ya estaba a veces cansada y a veces triste.
Había empezado a ir a terapia con una psicóloga porque su familia la notaba ansiosa. También vio una vez a un psiquiatra. Pero antes, el 15 febrero de madrugada, Valentina y Santino estaban en el centro de Punta del Este y por las cámaras de videovigilancia la Policía vio cómo ella le pegó una patada y una cachetada al muchacho. Esa noche terminaron los dos en la comisaría. Cómo consecuencia, la justicia intimó a los padres de ambos a cumplir con los deberes inherentes a la patria potestad. Ahora la Suprema Corte de Justicia pidió un informe urgente para conocer la actuación de los jueces intervinientes.
Pero, Valentina le contó a su amiga Isabel algo que no se vio en las cámaras: le dijo que él la había agredido verbalmente, que la había insultado y maltratado y que por eso ella le pegó. "Basta, Santino", le dijo antes de golpearlo, según contó su amiga, que la conoció cuando tenía 10 años.
Hace unas semanas había cumplido los 17 años. Los cumpleaños siempre habían sido en su casa, pero este año decidió almorzar con su familia y festejar con sus amigos en la plaza del Faro, en la península de Punta del Este y a la noche fue a cenar con su madre a la parrillada Classic, en Maldonado. "En un momento estaba muy cansada. De todas estas cosas. Cuando se veía con él terminaba como un vampiro humano, siempre terminaba cansada", contó Liliana, su madre.
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