El reto es que el espectador se sumerja durante tres horas, con un breve intervalo de 15 minutos, en una fantástica tragedia griega que se divide en tres partes. La trilogía es la única que ha llegado intacta hasta nuestros días y Esquilo es el más reconocido autor trágico junto a Sófocles. La tríada está formada por las obras Agamenón, Las coéforas y Las euménides.
En la primera de ellas se narra el regreso victorioso del rey Agamenón de la guerra de Troya, solo para ser asesinado por su mujer Clitemnestra en complicidad con su amante Egisto. Más allá del hecho puntual de la venganza de su esposa por haber sacrificado a su hija Ifigenia, el tema que se trata es la herencia maldita de odios y venganzas que se suceden generación tras generación. Egisto y Agamenón son inocentes pero pagan como culpables por los pecados cometidos por sus ancestros.
En Las coéforas, se explica la venganza que planean los hijos de Agamenón, Electra y Orestes contra su madre por el asesinato de su padre. A pesar de las advertencias que les hace el coro a los protagonistas: “Pero es ley que las gotas de sangre vertidas por tierra exigen otra sangre. Homicidio grita la Erinis, que en nombre de las primeras víctimas envía calamidad sobre calamidad”, los dos hermanos siguen adelante con su plan y Orestes da muerte a su madre y a su amante Egisto.
Sigue entones un crimen a otro, todos regidos por lícitas pasiones humanas pero acicateadas por leyes ancestrales que se mezclan con la intervención, siempre fabulosa, de los dioses.
La última de las piezas, Las euménides, relata el juicio de Orestes, que es perseguido y torturado por las Erinias desde el asesinato de su madre, quien, finalmente, es absuelto por su crimen.
Más allá de lo imponente de la trilogía, la obra supone el fin del matriarcado que regía el mundo hasta ese momento. Las Erinias, que representan lo femenino, la tierra, lo maternal, ceden ante el poder masculino desplegado por el dios Apolo, y de allí en más comienza la sociedad patriarcal que hoy todavía conocemos.
Por otra parte, se establece con esta trilogía una justicia humana y no divina, que cambia la concepción del mundo helénico de allí en más. Esquilo es una figura mayor del teatro griego y sus obras dan prueba de ello. Su teatro, que alguna vez fue descrito como arcaico, introduce no obstante una serie de novedades, como el uso de un segundo actor en escena, lo que deriva en una participación menor del coro.
La acción, no exenta de crueldad, es el centro de su obra, y no la psicología de sus personajes, aunque tampoco se pueda ser categórico al respecto si se tiene en cuenta que hablamos de un maestro en la materia, y porque las acciones de Orestes, Clitemnestra, y demás personajes, obedecen siempre a un sentimiento previo que en parte descubren la mentalidad del protagonista.
Como toda la literatura griega, para un mayor disfrute de la obra es bueno leer antes La Ilíada y La Odisea de Homero, indispensables para situarse en el ciclo histórico que se relata en La Orestíada. No obstante, aún desconociendo el origen de los personajes, el espectador asistirá a un espectáculo que en su génesis es sencillo y que puede ser comprendido aun sin ese conocimiento previo.
Las entradas pueden imprimirse en el sitio oficial de la Comedia Nacional (www.comedianacional.com.uy). Obviamente, el canje está sujeto a la disponibilidad de la sala.
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