“Tengo el entripado interno de haber asumido una responsabilidad que no es mía: la debacle del MLN”

Y qué fue de su vida en estos 40 años?

He hecho lo que sé, trabajar. Al principio pensé usar alguna de las cosas que la clandestinidad me había dado para falsificar documentos porque ese tío, hermano de mi padre, formaba parte de una red que se dedicaba a comercializar travellers robados y pensé que lo que había aprendido me podía valer para ganarme la vida más o menos decentemente. Y la negra me convenció de que eso era un disparate, que nos habíamos salvado de la cana en el Uruguay y podía caer en la cana en España, bajo el régimen franquista, en unas condiciones penales mucho más duras o similares a las que habíamos dejado atrás… Y me dediqué a trabajar. Entré como un obrero más en una imprenta, tuve la suerte de que mi trabajo en el (diario) BP Color me había dado una experiencia en sistema de impresión offset, que en España no se conocía, y vine sabiendo más que gente que llevaba 20 o 25 años trabajando en España en un sistema antiguo, como era el tipográfico. Yo sabía más de planchas de Minnesota que los propios vendedores de planchas de Minnesota aquí en España, y conocía más de papel y de bobinas y de tintas que mucha gente que estaba aquí. Entonces la gente que me había contratado como trabajador me ofrece comprar una parte de la imprenta. Y la compro con dinero que ellos me van descontando del sueldo. Y así empecé. Y así sigo, he trabajado durante 30 y pico de años acá en España, ahora estoy jubilado, pero en este momento me dedico a lo que he aprendido, que es editar. Soy editor de libros. Un cliente me da un original y soy capaz de preparar ese original y entregar un pdf para imprenta. Durante todos estos años he aprendido, porque he tenido que aprender cosas, y tengo cierto prestigio en el sector editorial. No como Héctor Amodio Pérez, sino como fulanito de tal, que soy el que da la cara por una empresa familiar que me mantiene vivo todavía.

¿Hasta que fecha vivió con Alicia Rey Morales?

Hasta 1990.

Tuvo un hijo con ella aquí.

Sí.

¿Mantiene vínculo con ella y con su hijo?

Con mi hijo sí, con ella, relativo. Ella no está de acuerdo en todo esto, sé que no está de acuerdo porque nunca quiso que yo reviviera esta etapa.

Ni ella quiere volver a hablar...

No. Ella ha vivido esto de otra forma que yo.

¿En qué sentido?

Su máxima aspiración fue vivir para su hijo, cosa que para mí también, pero ella le alcanzó con eso. Para ella tener ese hijo fue fundamental. Hizo cuentas y dijo “hasta aquí llegué”. Yo no.

¿Cómo ha sido el vínculo con su hijo? Usted tiene otro hijo además.

Tengo un hijo del único matrimonio legal que formalicé.

¿Alguna vez se sintió perseguido aquí en España por el MLN?

No, sabía que estaba condenado a muerte porque había sido vox pópuli.

¿Nunca estuvieron siguiéndolo?

Hombre, que yo fuera consciente, no.

Su hijo mayor le reprocha…

… Sí, me reprocha cosas. Pero fundamentalmente yo creo que lo que me reprocha, porque nunca lo hemos hablado lisa y llanamente, él lo que me reprocha es que yo lo dejo, como que yo lo abandono en 1967 cuando paso a la clandestinidad y lo dejo en casa de mis padres y de mis hermanos. Él tuvo una niñez que no le gustó.

De padre ausente.

Sí, parte de eso. Él sabe toda esta historia. Él la conoce de cabo a rabo porque yo se la conté.

¿Y su otro hijo?

No quiso saber nunca. Porque nos lo planteamos con Mercedes, con Alicia, nos planteamos más de una vez, a este hijo teníamos que decirle, y se lo planteamos y nos dijo que no necesitaba saberlo, que le alcanzaba saber que sus padres eran los que él conocía, como él los conocía, con los nombres con que nos conocía. Y nunca más se habló del tema. Te estoy hablando de esto hace más de 25 años.

Y durante estos 40 años, ¿cómo le pesaba esta historia?

Me pesó cuando me enfrenté a eso. Cada vez que abría los diarios y me enteraba de que fulanito había escrito un libro, o decía de mí algo sin fundamentos, sin haber comprobado absolutamente nada, nada más que porque a un fulano o a un mengano se les había ocurrido decirlo. Cada vez que salía una noticia, pues sí. Y allá salía, y escribía y vamos a mandar una carta y decir esto y después no hice nada.

¿En qué momento toma la decisión de hablar?

El que desencadena todo esto es Zabalza. Zabalza lleva desde el año 95 convirtiéndose en el defensor de la verdad. Y yo tengo el entripado interno de haber asumido una responsabilidad que no es mía, de ser el responsable de la debacle del MLN. Y yo no fui, yo quise salvar al MLN, porque hasta… porque creía en el MLN, yo era un integrante del MLN, yo no quemé años de mi juventud y de mi vida y dejé a mi hijo por correr una aventura. Todo eso tenía un fundamento ideológico y político. Y cuando se me adjudica, no una vez, 10, 15, 20, 25 veces una responsabilidad que no es mía, pues llega un momento que exploto. ¿Por qué exploto ahora y no exploto antes? Por la muerte de mi padre.

¿Cuándo murió?

En 2009. Mi padre durante muchísimos años fue el único apoyo real, efectivo, que yo tuve.

¿Tiene amigos?

Tengo amigos que me conocen, tengo amigos aquí en España, tengo muy pocos en Montevideo, que también opinaron que no tenía que meterme, que tenía que dejar. Al principio, lógicamente durante la dictadura, no podía decir nada ni abrir la boca porque además yo de alguna manera estaba dependiendo de que un sector del Ejército sabía que fulanito estaba en España, bajo el nombre de fulanito de tal. Pero a partir de 1985, con la amnistía y todo lo demás, primero hay un proceso de integración del MLN, una expectativa, o sea en ese momento está el resurgir de la democracia, que yo saliera a decir que esos que estaban siendo aplaudidos en la calle eran los que habían provocado la debacle, eso era como pegarme un tiro en el medio de la frente.

¿Visitó Uruguay en estos años?

Sí, muy pocas.

¿Piensa que la gente le creerá?

Hay un sector que sí. Los que están implicados en mantener la historia oficial, no, y de esos hay muchos. No hay más que meterse en internet y ver lo que opina uno y lo que opina otro. Y hay muchísima gente a la cual yo le dirigí la carta que no ha querido divulgar las cartas porque sabe que lo que estoy diciendo es verdad. Lo que pasa es que están metidos en la estructura que hizo posible la verdad oficial. A mí lo que me preocupaba, que fue la intención de todas las cartas y de todos los intentos que hice antes de dar a conocer esto, era que se supiera que hay otra versión de las cosas. Y a mí se me adjudica una responsabilidad que no tuve, se me adjudican hechos que no cometí. Yo dije en mayo del 72 que íbamos por mal camino, los líderes indiscutidos no hicieron caso, rompieron el MLN para llegar a la dirección, nos llevaron a todos al matadero, nos hubieran liquidado igual, habrían tardado más o a la mejor no. A lo mejor hubiéramos sido capaces de hacer determinado tipo de acciones, determinado tipo de alianzas. Lo único que quiero ahora es que se sepa mi versión de las cosas. Después, que cada cual saque sus conclusiones. Y ya está. No quiero volver a Uruguay, ni necesito volver, ni estoy enfermo para volver a Uruguay, ni quiero morirme en Uruguay. El Uruguay me echó. Y yo me fui, tuve que irme. Cuando pasamos la frontera, Mercedes miró para atrás, yo no miré. No iba a volver nunca, terminé volviendo menos veces de las que hubiera deseado. Pero no es esa mi meta. A mí lo que me cabrea profundamente es que se sigan manejando las mismas cosas que fueron necesarias para salvar una situación en 1972 y que las sigan usando al día de hoy, cuando nada más que repasando lo que está escrito se demuestra que no es cierto.