“La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos”, (Karl Popper filósofo y profesor austriaco). Sobre la ignorancia, el Libro de la Ley, dice lo siguiente: ”Donde no hay prudencia, que es la ciencia del alma, no hay nada bueno; y quien anda precipitado, tropezará” (Proverbios 19:2). El tema de la “Ignorancia”, para hacer una reflexión sobre ella, nos topamos con algo de suma importancia: “Todos somos ignorantes”, de modo que la única forma de salir de la ignorancia es investigar o estudiar sobre el tema que ignoramos. Y por mucho que estudiemos, que alcancemos elevados conocimientos seguimos siendo ignorantes. Se dice que nosotros podemos llegar a tener un mar de conocimiento, pero con un milímetro de profundidad. La masonería es una institución de eternos aprendices. Haciendo una analogía: en la laguna está estancado el conocimiento, en cambio en los ríos, el conocimiento fluye diferente en cada momento, así es el conocimiento. Los llamados científicos son doctos sobre un tema específico, pero ignoran lo demás. Los grandes filósofos han tratado el tema de la “ignorancia”, Sócrates llega a la conclusión de que “Solo sé que nada sé”, esto es sabiduría. Siempre seremos eternos ignorantes, y es aquí donde comprendí porque hay una frase en la Masonería, donde por uso y costumbre se dice: “somos eternos aprendices”, porque somos una orden donde se estudian las ciencias, siempre encontramos algo nuevo que está sometido a la evolución o al cambio. A la masonería se viene a aprender lo “aprehendido”, esto quiere decir que no hay algo nuevo bajo el sol, solo venimos velados a este plano y es menester descubrirlo para abrir conciencia. El conocimiento es una cosa, y el objeto del conocimiento es otro, el cual está sometido a la evolución o el cambio, nosotros andamos en búsqueda del primero. El conocimiento iniciático siempre ha sido el mismo, hay que develarlo, en cambio el conocimiento del Universo y sus leyes están sometidos al cambio. La ignorancia (del verbo «ignorar», del latín ignorare, ‘no saber’; derivado negativo de la raíz gnō- de (g) noscere, “saber”) ​es un concepto que indica falta de saber o conocimiento, o experiencia. La ignorancia tiene que ver con la ausencia de o la incapacidad para comprender o reconocer el conocimiento, no todos tenemos los mismos niveles de estados de conciencia. Lo más destacado es que el ser humano es consciente de sus limitaciones en el conocimiento y fue necesario la creación de escuelas y universidades para tener acceso a disciplinas académicas. “Es innato en los hombres querer saber. Pero pocos son los que emprenden el camino de la ciencia, y menos aún los que la alcanzan”. (Francisco Sánchez, el escéptico tudense del siglo XVI). Nosotros podemos recorrer el camino del aprendizaje de la ciencia y la filosofía, pero teniendo la sencillez de aceptar nuestros límites de la ignorancia. Para que haya conocimiento, tiene que haber primero ignorancia, porque si abordamos el conocimiento académico con soberbia, es seguro que continuaremos en la ignorancia. Para poder adquirir conocimiento debemos tener una actitud de sencillez y de humildad para recibirlo, de lo contrario podemos tergiversarlo. Con esto me refiero que la “ignorancia” no es negativa, siempre necesitamos quien nos instruya, aunque dominemos algo académico. La ignorancia también se aplica a personas que no poseen o no tienen acceso al conocimiento de las cosas, que carece de instrucción o de educación. Por lo regular el “ignorante” es ingenuo, o inocente. Hay personas que actúan por “ignorancia” y otras que actúan en la ignorancia. Aristóteles afirma: “el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. Hay personas que tienen una sabiduría innata, sin haber recibido conocimiento, con un nivel de estado de conciencia muy alto, adquirido en sus ciclos de vidas anteriores, esto es notorio en los antiguos filósofos. El ignorante más peligroso: el que ignora que no sabe. Y también nos dice Sócrates: “La verdadera sabiduría es reconocer tu propia ignorancia” y esto lo afirma en su célebre frase: “Solo sé que no sé nada”. Platón hizo reflexiones sobre la ignorancia, y una de ellas es: “La ignorancia consiste en creer en las apariencias (sombras) y depender de los sentidos para así poder conocer”. Y el ejemplo lo leemos en el “mito” de la “Caverna” (La República). En “el mito de la Caverna” Platón afirma que el conocimiento del mundo aparente (ignorancia) es diferente al conocimiento real, es por eso que el prisionero (metáfora) de la caverna escapa de la “ignorancia” al “conocimiento”. Sócrates aseguraba que “sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”. Sócrates pensaba que el hombre se comporta mal porque: “es ignorante, es decir, porque interpreta erróneamente el bien o el mal” (el diálogo Menón). Lo negativo de una ignorancia extrema, es que nos esclaviza y nos hace dependientes de algo o alguien, por lo tanto el conocimiento nos da autonomía y libertad. Dos frases muy destacadas de Simón Bolívar sobre la Ignorancia: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” y «Nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza». Para concluir, hay tres tipos de Ignorancia: “no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debiera saberse” (Francois de La Rochefoucauld Siglo XVII). El ser humano es un ignorante viviente y habido de conocimiento, es lo que le ha permitido sobrevivir en este plano. La ignorancia le duele y le obliga a buscar conocimiento. La historia así nos lo relata a través de los tiempos. “Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pueda aprender algo de ella” (Galileo Galilei). Cada uno de nosotros llegamos a este plano, llenos de ignorancia e ingenuidad, pero hemos creado un proceso de enseñanza que nos ayuda a salir poco a poco de la ignorancia, correr el velo para abrir conciencia.


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