El proceso de compresión que ha experimentado Venezuela en los últimos  veinticinco años, como consecuencia de las malas y arbitrarias gestiones de gobierno que han llevado a cabo Hugo Rafael Chávez Frías en su momento y Nicolás Maduro Moros en la actualidad, ha conducido al achicamiento de nuestro país en varios órdenes. En circunstancias en que la realidad política está a punto de reventar y hacer aguas, el actual conductor de Miraflores se empeña en no dar su brazo a torcer, apartándose del proceso eleccionario que se aspiraba llevar a cabo y tratando así, salgan sapos o salgan ranas, de permanecer en el poder.

Es inevitable que todas las miradas del mundo democrático se dirijan a nuestro país y, en paralelo, se inicie un proceso de acciones para poner cada cosa en su justo lugar, algo que -como se dice en el argot popular- no es “soplar y hacer botellas”. Lo cierto es que en ese cuarto de siglo, donde las violaciones y arbitrariedades fueron constantes, el sector opositor ha sufrido continuos ataques de “Caín” (el gobierno). Así, el grupo de “Abel” (la oposición) se ha centrado en poner la espalda y recibir los golpes de quienes tienen -por ahora- el poder político en el país.

Producto de lo anterior, las salidas de los venezolanos no se detienen. Para el momento en que escribimos este artículo, el número de nuestros compatriotas que ha partido rumbo a otros países supera los 7.722.579. Como consecuencia de ese desagüe, nuestra población -que en este momento debería ser de 36.929.498- se ha reducido a 29.206.917. Lo grave de la situación es que el proceso de salida de nuestra Madre Patria no se detiene, motivo por el cual cada día somos menos los que nos resistimos a abandonar nuestro terruño de toda una vida.

Nicolás y su grupo están en estos momentos tensando demasiado las cuerdas de la normalidad y lo razonable. Su insistencia en llevar a cabo unas elecciones a su medida, que saque del juego a la figura más significativa de la oposición venezolana (María Corina Machado), es en realidad una ruleta rusa. Si investigamos al respecto, nos encontraremos con esta sorpresa: la mencionada ruleta rusa es un juego potencialmente mortal. El mismo consiste en que un jugador coloca una bala dentro del tambor de un revólver, gira el cilindro sin mirar en dónde quedó el proyectil, coloca luego el cañón de dicho revólver en su sien y presiona a continuación el gatillo. Nunca se sabe lo que va a ocurrir hasta que lo no deseado se hace presente.

La pretensión de Chávez en su momento, como ahora la de Maduro, es llevar a Venezuela a la triste y paupérrima condición que tiene Cuba. La destrucción de Petróleos de Venezuela, S.A., es una realidad. Durante su gestión rimbombante, Hugo Rafael repartió el dinero de los venezolanos como si fuera suyo. La claque -esto es, el grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en momentos señalados- se limitó a palmotear en señal de aprobación y entusiasmo. Menos la élite gobernante, hoy todos pagamos las consecuencias de los “desaguisados revolucionarios”.

Los que son opositores a este régimen despiadado están en la obligación y el deber de no pisar las conchas de mango del gobierno. El jueguito ya se acabó. María Corina Machado y quienes la apoyan están resteados. Para atrás, ni para tomar impulso; hay que ir siempre hacia adelante.

Concluimos nuestro artículo de hoy resaltando que somos responsables si registramos con regularidad todo acontecimiento, personal o no, que merezca ser recordado.


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