Tal día como hoy del año 1748, hace 273 años, en Portici (entonces reino de Nápoles), nacía Carlos de Borbón y de Sajonia, que a los cuarenta años (1788) sería proclamado rey de España como Carlos IV (y quinto Borbón en el trono de Madrid). Carlos IV era el hijo primogénito del rey Carlos VII de las Dos Sicilias (que, posteriormente, sería Carlos III de España) y sobrino del rey Fernando VI de España. Cuando Fernando VI murió sin descendencia (1759), Carlos de las Dos Sicilias puso a su hijo segundo en el trono de Nápoles (que reinaría como Fernando I) y se presentó en Madrid con su esposa y el primogénito para ser coronado nuevo rey de España.

El reinado de Carlos IV (1788-1808) fue muy convulso a causa de las influencias de los grandes acontecimientos internacionales, especialmente la Revolución Francesa (1789-1794). Nunca supo gobernar, pero allí donde escribió la página más negra de su historia personal, y una de las más oscuras de la estirpe borbónica española, sería en Bayona (País Vasco francés), el 6 de mayo de 1808, cuando ―con su hijo Fernando VII, quien, pocas semanas antes, le había usurpado el trono con un golpe de estado promovido por las clases más reaccionarías de la corte― le vendió la corona española a Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, a cambio de una cuantiosa pensión vitalicia.

La consecuencia de aquella venta fue la coronación de un nuevo rey en Madrid, en la persona de José I Bonaparte, y la separación de Catalunya del reino español, que fue incorporada al Primer Imperio francés ―como una región más― durante seis años (1808-1814) hasta la caída del régimen bonapartista. Durante aquella etapa se produjo un desembarque formidable de funcionarios franceses en Barcelona, que importaron las ideas revolucionarias. Se puede decir que el liberalismo, el federalismo, el republicanismo y el catalanismo, que surgirían en las décadas inmediatamente posteriores, fueron hijos de aquella primavera política y cultural.