Son algo más de las nueve de la mañana. José Luis Martínez-Almeida, el alcalde de Madrid, se adentra en el pabellón de los jardines de Cecilio Rodríguez, en el Parque de El Retiro. Un encuentro oficial con una representación del Cuerpo Consular de la capital rompe un silencio que se había prolongado durante cuatro días. Algo atípico para el regidor popular. Un catarro le había obligado a liberar una agenda que suele echar humo. Su regreso, además, tuvo como resaca un indigesto gol de penalti de Radamel Falcao en el Cívitas Metropolitano. Y eso no es cualquier cosa para él. Porque el fútbol, más bien todo lo que rodea a su Atlético, es un arrebato incontrolable para él, como ha mostrado abiertamente en más de un acto público. Aquel recado a Courtois, tras conquistar el Real Madrid su 14ª Champions, escenifica bien esa pasión irrefrenable que a veces incluso es capaz de sortear el cargo que representa. «Simplemente, tiene que centrarse en los ciudadanos y olvidarse de lo demás», le suelen recomendar en el partido y en su entorno. A veces, esa vena futbolística le juega malas pasadas.
Ayer, Almeida recuperó el foco con cinco actos (el último, los Premios Internacionales de Periodismo de EL MUNDO), varios canutazos a los medios y alguna que otra entrevista radiofónica. Puede que aún le diera vueltas al tanto del empate de Falcao, el tipo que le hizo desgañitarse en el Vicente Calderón, cuando aún era un personaje anónimo en la capital. Cuando su vida no era una montaña rusa, como ha sucedido en este intrincado 2022 en el que viaja.
Su naufragio parecía inevitable en febrero, tras la tormenta por el caso Ayuso. Aún más, cuando su nombre se vio salpicado por el asunto de los comisionistas de mascarillas Luis Medina y Alberto Luceño. Pero, ocho meses después, yace tranquilo sobre esa cercana mayoría absoluta que viene asomando en diversas encuestas. Y no son sólo datos cocinados desde el Partido Popular (sondeo de julio). En el PSOE, por ejemplo, también asumen por los resultados de sus encuestas que en mayo, salvo bandazo sorpresa, Almeida volverá a empuñar el bastón de mando. Lo hará con mucha más fuerza. Y eso, sin haber tenido que sacarse ningún conejo de la chistera. Le han bastado unos meses de sigilo y discreción.
Quizás su única inquietud provenga de su actual socio de gobierno. De su vicealcaldesa. Porque las papeletas que pueda aún asegurar Begoña Villacís (aún no ha confirmado su candidatura) para Ciudadanos, podrían alejarle del sueño de la mayoría absoluta. Los miles de votos que aún manejan desde las cuentas de la formación naranja, pueden suponer un desvelo para el actual regidor madrileño.
El caso Ayuso
En aquellos días de marejada invernal, dimitió como portavoz nacional del PP. Un cargo que había aceptado en el verano de 2020, desoyendo recomendaciones, cuando era para muchos el alcalde de moda por la gestión de la pandemia y el tipo que encandilaba a la audiencia en El Hormiguero. Su vínculo con Casado y García Egea le llevó a aceptar la propuesta, cambiando su registro moderado por otro más afilado. Quienes le conocen, le definen como un tipo «muy inteligente», pero, también, alguien que necesita controlar todo lo que le rodea. A veces, incluso, obviando el cargo que ostenta.
«En la política, todo sucede a máxima velocidad», reflexionan desde el Consistorio madrileño, a propósito de ese despegue que ha experimentado Almeida. Aparentemente, su relación con Ayuso ha regresado a su cauce, a pesar de que la presidenta de la Comunidad de Madrid no olvida lo sucedido. Aún late aquel intento de espionaje que se llevó por delante al entonces director general de la coordinación de alcaldía, Ángel Carromero. En esos días tremendos de febrero, el alcalde llegó a ser silbado por la calle y recibido con gritos de «traidor».
Sin embargo, el propio impulso y la inercia positiva de Alberto Núñez Feijóo, con el que almorzó este verano en la localidad coruñesa de Cedeira (también estaban Mariano Rajoy y Florentino Pérez), le ha permitido recuperar el aura. En Génova nadie descarta que, en un futuro, si Feijóo llega a La Moncloa, pueda optar a algún ministerio.
El giro inesperado de Ortega Smith
Los últimos presupuestos de su legislatura, marcada por la pandemia y por Filomena, y en la que no ha concretado ninguno de sus proyectos estrella, siguen sin contar con los apoyos suficientes. Principalmente por las líneas rojas trazadas hace semanas por Vox. El cambio de registro de Javier Ortega Smith, su llave en 2019 y ahora mucho más beligerante, ha sorprendido en el despacho principal del Palacio de Cibeles. Hasta allí han llegado los ecos de dos hipotéticas candidaturas del PSOE, que podrían tener algo de impacto en el electorado. Pilar Llop, ministra de Justicia, e incluso Fernando Grande-Marlaska, actual ministro de Interior. De concretarse alguna de ellas en las próximas primarias socialistas, tendría enfrente nombres con pedigrí.
Es la travesía de un Martínez-Almeida, que sigue los consejos de Daniel Bardavío, quien fuera director de comunicación de Albert Rivera, y la estrategia política de Pilar Rodríguez Losantos. Ambos reclutados desde Bruselas. Ayer, Almeida celebraba en la distancia esa vía libre a la Operación Campamento. La invitación de Moncloa al acto, según el regidor, llegó tarde. Sin embargo, este movimiento del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede ser un empujón para ese soterramiento de la A-5 que figuraba como uno de los pilares de su programa.
A siete meses de los comicios de mayo, Almeida desprende calma. Sólo el fútbol le saca de su nirvana.
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