Le apodan "el niño de los Goya" por la cantidad de estatuillas acumuladas en su carrera, además de Globos de oro, César, Bafta, Mostra de Venezia y otros prestigiosos galardones a los que se suma un Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Mar Adentro. Pero pese a su apabullante trayectoria, todavía le queda mucha cuerda a Alejandro Amenábar, uno de nuestros cineastas más reconocidos internacionalmente, que este jueves, 31 de marzo, cumple 50 años que no aparenta. Medio siglo que se está pensando si celebrar o no, pues tiene la manía desde hace un par de décadas de no celebrar los años pares para evitar cambiar de dígito.
Hablar de Amenábar es hablar de un niño prodigio del cine, que ya desde pequeño en vez de jugar con coches y balones, se entretenía con vídeos, sobre todo de su película favorita 2001: una odisea del espacio de Kubrick, que vio decenas de veces. Nació casi por casualidad en Santiago de Chile, pues sus padres ante la complicada situación que atravesaba el país decidieron emigrar a Madrid en agosto del 73, dos semanas antes del golpe de estado de Pinochet, por lo que el pequeño Alejandro, que tenía poco mas de un año, obtuvo la doble nacionalidad.
Con 18 años inició estudios de imagen y sonido en la facultad de ciencias de la información de la universidad Complutense, pero volcado en sus pinitos cinematográficos, se perdía muchas clases y cuando estaba a punto de licenciarse, paradójicamente suspendió la asignatura de realización, lo que le hizo colgar la carrera. Pero ya entonces estaba enfrascado en sus primeros cortos, La cabeza, Himenóptero y Luna, que fascinó al que se convirtió en su mecenas, José Luis Cuerda, que le financió su primera película, Tesis, en 1996, protagonizada por Ana Torrent y un desconocido Eduardo Noriega. Basado en los macabros snuff movies, o rodajes de asesinatos reales, obtuvo 7 goyas entre ellos mejor película y mejor director nobel con solo 23 años.
Su siguiente filme, Abre los ojos con trasfondo de ciencia ficción, fascinó al actor hollywoodiense Tom Cruise, que le compró los derechos para producir el remake Vanilla Sky. El meteórico lanzamiento internacional de Amenábar, cuyo film se exhibió en los festivales de Berlín y Sundance, era un hecho, algo que propició que Nicole Kidman, esposa de Cruise y el propio actor protagonizaran Los Otros, coproducción hispano-norteamericana rodada en Santander en 2001, que obtuvo ocho goyas. Pero su consagración definitiva en el extranjero llegó en 2004 con Mar Adentro, historia del tetrapléjico Ramon Sampedro con la eutanasia como argumento protagonizada por Javier Bardem, que logró el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
Una carrera meteórica que puso desde muy joven el listón muy alto a este cineasta atípico, cuya pasión por la música le ha llevado a componer bandas sonoras de varias películas, y hermético con su vida privada, pues no suele prodigarse en saraos y vive ajeno a las redes sociales. Reconoce con humor que pertenece a esa "extraña tribu" que no esta en Twitter, ni Facebook ni Instagram y se limita a los wasaps que comparte con amigos, ya que prefiere comunicar a gran escala a través de sus películas. Sin embargo, pese a su discreción, no tuvo inconveniente en reconocer públicamente su homosexualidad hace años. De su vida privada salió a la luz su larga relación con David Blanco, un consultor financiero con el que se casó en 2015. La pareja, que residía en un espectacular dúplex de 420 metros cuadrados en la plaza de España propiedad del cineasta valorado en 7 millones de euros, se divorció en 2018 y posteriormente, ha trascendido que Amenábar rehízo su vida sentimental con un joven médico toledano, César, 23 años menor, especializado en anatomía patológica.
La única imagen que ha trascendido de ambos se captó durante la noche de los Goya en 2020 en Málaga, en que Amenábar logró cinco estatuillas con su filme Mientras dure la guerra que versa sobre el controvertido personaje de Miguel de Unamuno en la guerra civil. Fue el último largometraje del cineasta antes de la pandemia, que confiesa ha llevado muy mal, pese a que pudo rodar su primera serie televisiva La Fortuna inspirada en el expolio del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes por los cazatesoros norteamericanos del Odyssey, con Karra Elejalde como ministro de Cultura. Según reconoció Amenábar en La Vanguardia: "Rodar durante la pandemia dio mucha vidilla al equipo, nos teníamos unos a otros aunque fuera a dos metros, pero después acusé ese desgaste psicológico de vivir en una burbuja. Por eso ahora que el mundo se está normalizando, yo necesito parar y descansar".
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