CASA REAL
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Apenas estuvo dos años

El chantaje de su amante madrileña, una pistola en la sien, un país "altamente perturbado"... Amadeo, el guapo italiano que fue rey de España

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El rey Amadeo, en un retrato de Antonio Gisbert.
El rey Amadeo, en un retrato de Antonio Gisbert.

Este 4 de diciembre se cumplen 150 años de la singular visita que recibió Amadeo, duque de Aosta en el Palacio Pitti de Florencia: una comisión enviada por el Gobierno provisional del general Serrano para ofrecerle el trono de España que Amadeo había aceptado de palabra. Era la consecuencia de la surrealista situación que vivía el país tras La Gloriosa, revolución orquestada en 1868 por generales sublevados que derrocaron la monarquía Borbón de Isabel II, quedando el trono vacante. Hasta ese 16 de noviembre de 1870 en que las Cortes, tras ardua búsqueda y por votación parlamentaria, algo inédito, proclamaron rey a Amadeo, cuyo remoto vínculo con España era ser tataranieto de Carlos III.

Amadeo Ferdinando Maria di Saboia era hijo del rey Víctor Manuel de Italia, un liberal que había unificado el país, y de Adelaida de Habsburgo. Guapo, valiente soldado y de exquisitos modales, "el rey Caballero" , como le apodaban, nació en Turín en 1845. Casado con Victoria Da Pozzo, princesa della Cisterna, era padre de tres varones, Manuel Filiberto, Víctor Manuel y Luis Amadeo, que nacería en España.

El soberano llegó solo al puerto de Cartagena el 30 de diciembre, pues su esposa tardó meses en instalarse, y allí recibió la peor de las noticias: su valedor, el general Prim, había sido asesinado en un atentado. Ya en Madrid, lo primero que hizo fue acudir a la basílica de Atocha para rezar ante su cadáver, dirigiéndose seguidamente a las Cortes donde fue proclamado rey el 2 de enero de 1871.

El general Prim, principal valedor de Amadeo de Saboya, en un retrato conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid.
El general Prim, principal valedor de Amadeo de Saboya, en un retrato conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid.

La muerte de Prim fue el nefasto augurio de lo que sería un reinado de pesadilla, pues la coalición de gobierno que encabezaba dicho general y sostenía al rey Amadeo se fracturó. La consecuencia fueron tres elecciones a Cortes y seis crisis ministeriales en dos años, sumado al recrudecimiento de la guerra con Cuba, y el estallido de la tercera guerra carlista. En medio del caos, lo único que el italiano logró unir fue a la oposición en su contra: a los monárquicos tradicionales, que le tildaban de masón, a los borbonistas, a los republicanos, al pueblo llano, que le apodaba "el rey macarroni" por no hablar español, a parte de la cúpula militar y hasta a la misma iglesia, pues su padre, Víctor Manuel de Italia, fue excomulgado por conquistar el Vaticano por la fuerza.

Ante el hostil recibimiento de los españoles y solo en Madrid, el rey, que tenía fama de don Juan, buscó consuelo en una mujer de peculiares encantos, que Galdós describió en sus Episodios Nacionales "no mal constituida de carnes, rostro hermoso y tan abundante pelo que se extendía delante de la oreja, como varoniles patillas", por lo que se la conocía como "la dama de las patillas".

Se trataba de Adela Larra Wetoret, hija del escritor Mariano José de Larra, la misma que con 4 años descubrió el cadáver de su padre, quien se disparó un tiro desengañado por la situación política y tras romper con su amante, Dolores Armijo. Adela, una mujer de armas tomar, era 10 años mayor que el monarca y estaba casada con Diego García Nogueras, un terrateniente de Granada padre de sus tres hijos.

Amadeo la conoció a través de su médico personal, el doctor Montaner, que era cuñado suyo, e iniciaron una fogosa relación a la que daban rienda suelta cada noche en el palacete de La Castellana donde residía Adela, que se convirtió en amante, confidente y consejera regia. Su pasión tuvo abrupto final en verano en Santander, donde Amadeo sedujo a la esposa del corresponsal del diario The Times, lo que motivó que la amante despechada amenazara al rey con publicar sus cartas de amor en el diario El Imparcial. Un chantaje que frenó un intimo del soberano, quien recuperó las misivas a cambio de cien mil pesetas que Adela se resistía a aceptar hasta que el susodicho le puso una pistola en la sien.

"De España, ni el polvo"

No terminaron aquí sus desdichas, ya que Amadeo tuvo que enfrentarse además a un intento de atentado en julio de 1872, cuando un desconocido tiroteó su carruaje, muriendo uno de los caballos. Su insostenible situación se agudizó a principios de 1873, en que ya se planteó tirar la toalla y renunciar a su proyecto de monarquía parlamentaria con alternancia de partidos, al sospechar que su primer ministro, Ruiz Zorrilla, conspiraba con los republicanos para derrocarle. El 11 de febrero, cuando se encontraba en el madrileño Café de Fornos esperando su almuerzo, le llegó un mensaje en que se le pedía abandonar el país. Fue la gota que colmó el vaso: anuló su menú, pidió una copa de grapa y en la Embajada italiana redactó su carta de renuncia tras dos años y un mes de reinado aduciendo la imposibilidad de gobernar un país "altamente perturbado".

Abandonó España por ferrocarril hacia Portugal, pero antes de cruzar la frontera cuentan que mandó parar el tren, bajó, se quitó las botas y las sacudió exclamando: "De España, ni el polvo".

Se afincó en Turín, donde en 1876 murió su esposa Victoria, y 12 años después, se casó con su sobrina Letizia Bonaparte, que le dio un hijo, Humberto, del que su padre solo disfrutó seis meses, pues el 18 de enero de 1890, el ex monarca español fallecía de pulmonía con 44 años.

Mientras, en España, la tarde misma de la renuncia de "Amadeo, el breve" fue proclamada la I República, que duró 22 meses y se finiquitó con el golpe militar de Pavía, restaurándose en 1875 la monarquía Borbón con Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II.

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