El asesinato de José Calvo Sotelo cumple hoy años. 74. Dentro de la profusa mitología de hemoglobina de la Guerra Civil, destaca la figura de Calvo Sotelo, en la franja histórica entre la crispación general y los furgones de pistoleros, y el alzamiento del estío. La controvertida plataforma España y Libertad promueve un acto público a la sombra del monumento de Calvo Sotelo, en el centro de la Plaza de Castilla de Madrid, junto a las graves esculturas de piedra blanca que ahora conviven con las Torres Kío, el obelisco de Calatrava, la noria del tráfico y otros animales. Antes, la avenida que desembocaba en ese monumento se llamaba Avenida del Generalísimo (hoy, La Castellana). El mismo Franco lo inauguró en 1960.

Esta cita de España y Libertad "de tono reivindicativo contra la imposición de una versión histórica única y sesgada que está realizando el PSOE" reunirá al periodista Enrique de Diego y al polémico historiador Pío Moa, entre otros. Quizá sea el momento para alumbrar algo del hombre, más allá de la simbología de las facciones. Explica a ELMUNDO.es Asunción Domenech, directora de La Aventura de la Historia: "Su vil asesinato por guardias de asalto el 13 de julio del 36 en Madrid fue utilizado como uno de los argumentos para la sublevación militar del 18 de julio. A partir de entonces la propaganda del bando franquista desarrolló la teoría de Calvo Sotelo como 'protomártir' de la 'Cruzada'".

"Hay que distinguir dos épocas distintas en su vida", explica el historiador y profesor de la Universidad de Barcelona, Gabriel Cardona. Primero estaría el tecnócrata, el técnico. "Fue un gran ministro de Hacienda con Primo de Rivera. Fue el exilio y la mala suerte lo que le radicalizaron". Con la amnistía que siguió al primer bienio de la República, Calvo Sotelo retornó imbuido por la ideología autoritaria de los maurrasianos (seguidores de Charles Maurras y del movimiento Acción Francesa) que conoció en Francia. "Una extrema derecha antialemana, monárquica y antijudía", dice Cardona.

Protomártir, instrucciones de uso

Tanto Cardona como el profesor de Historia en la UNED, Julio Gil Pecharromán, hablan de un "proceso de radicalización", que termina no en el falangismo, sino en el monarquismo antirrepublicano radical. Para los meses últimos de su 1936, Calvo Sotelo había desplazado a Gil Robles, cabeza de la CEDA. Era la bestia negra de la izquierda. Según Gil Pecharromán fue una "figura cómoda" para el posterior franquismo.

Figura "utilizada", figura "cómoda": protomártir, instrucciones de uso. Personaje más gris y menos ideológico que José Antonio, pero aupado a su mismo pedestal (¿el Juan Bautista del caudillo de Falange?). Aunque "en la Transición cayó en el olvido", según el historiador. Ni siquiera la derecha lo reivindicó. Tanto Domenech, como Cardona y como Gil Pecharromán insisten en la evolución del eficiente titular de la cartera de Hacienda y Director General de la Administración hasta el portavoz antirrepublicano que decía: "El ejército era la columna vertebral de la patria". Ése fue el camino simbólico de gran parte del cuerpo social monárquico español de los años 20 y 30.

"Sí creo que tuvo responsabilidad directa en la crispación política. En su actividad entre marzo y julio del 36, eso es evidente. Pero, si es que tuvo alguna participación en el golpe (que no llegó a ver), fue mínima, pues se trató de un alzamiento estrictamente militar", considera Gil Pecharromán. Cardona asevera: "Fue un político autoritario, pero también Cánovas, o Salmerón y muchos otros lo fueron. No es justo que se le criminalice cuando no derramó sangre de nadie más que de sí mismo".

Analogía en las trincheras

Yolanda Morín, presidenta de España y Libertad, afirma que "lo truculento del revisionismo, que desde el más puro revanchismo ha gestado la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, es que ha llegado al extremo de perseguir la memoria de personajes que como Calvo Sotelo, que cayeron víctimas de la violencia política. Ni más ni menos que como si dentro de 70 años, las calles y monumentos dedicados a Miguel Ángel Blanco fueran eliminados porque había pertenecido al PP". Audaz analogía en las trincheras. A su lado, Javier Muñoz, Secretario General de la organización, afirma: "Debemos recordar que en 1936, un grupo de guardias, en compañía de militantes del PSOE asaltaron el domicilio de un parlamentario de un partido democrático y lo asesinaron salvajemente".

Frente al ping-pong PP-PSOE, los historiadores suelen aguar la fiesta con cautelas. Sus conclusiones huyen de construcciones hiperbólicas que hacen uso del tiempo condicional o de la extrapolación. La Historia nos ha dejado un coche en dirección a la calle Velázquez, número 89. Minutos después de una precipitada despedida nocturna, el diputado Calvo Sotelo, portavoz enardecido de la derecha, partió en el vehículo con un extraño sentado a cada lado. Después llegó el aura, el pedestal y los agravios al protomártir, las leyes, los 'ismos' del símbolo y las analogías. Un tiempo que corre en políticos y plataformas, y un crimen de verano detenido. Ahí (entre nuevas arquitecturas y el tráfico en rotonda) queda el monumento, blanquísimo. Mientras quede.

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