El mundo de los toros está de luto, por la muerte, en Madrid, del diplomático Ignacio Aguirre, un aficionado tan cabal que llegó a practicar el toreo con el riesgo y la pasión que conlleva su liturgia.
Purista y clásico, sentía especial debilidad por los toreros artistas. Era partidario de cargar la suerte, es decir, del toreo de aguante, y no del que se practica en paralelo. De ahí que llegara a considerar mejor a Pepe Luis Vázquez que a "Manolete", aunque siempre trató con respeto la figura de éste.
Ignacio Aguirre, que vio toros desde la infancia, fue mucho más que un aficionado docto. En los cincuenta, seguidor y amigo de Antonio Ordóñez. En los sesenta, de Paco Camino y "Antoñete". Y en la última etapa, de José Tomás.
Estudioso y conocedor de la teoría, quiso y supo ir mucho más allá de las tauromaquias definidas y escritas. Por eso bajó también al ruedo.
Más de 20 toros estoqueados
A lo largo de su vida como aficionado práctico estoqueó más de veinte toros, la mayoría de tres y cuatro años, además de participar en muchos tentaderos. Incluso llegó a torear en público, en un festival en Cigales (Valladolid), alternando con figuras como "El Viti", Angel Teruel y José Fuentes.
Con Roberto Domínguez mantuvo una relación de amistad muy especial. Y con este último y "El Juli", en la finca salmantina de "Esteban Isidro", propiedad de la familia "Chopera", en el 99, Aguirre hizo su último tentadero, cuando contaba 66 años de edad.
Y es que durante muchos años, su afición fue más que una vocación: los fines de semana, hatillo al hombro como cualquier maletilla, Aguirre se transformaba en aspirante a torero, soñador de glorias imposibles, de visita por las dehesas salmantinas y extremeñas en busca de los lances y pases que alimentaban aún más su desproporcionada y hermosa obsesión por lo taurino.
De Londres a las Puertas del Príncipe de José Tomás
Una vida de torero en la intimidad con mucha actividad, no sólo en España sino también en Francia y América. Su afición, multidisciplinaria, le llevó a todos los confines taurinos. Presumía del privilegio de haber visto la mejor faena de Rafael de Paula, en Jerez, en el año 79. Fue testigo de las dos Puertas del Príncipe consecutivas de José Tomás en Sevilla, actuaciones para las que viajó desde Londres, donde era cónsul de España.
También frecuentó plazas tan lejanas y emblemáticas como las de Cali, Lima, México... y de las dos orillas del sur de Francia.
Su última aparición en el tendido fue en la monumental madrileña de Las Ventas, el 9 de marzo último, en la corrida que inauguraba la temporada. Pudo más su afición que sus fuerzas físicas, ya herido de muerte por la cruel enfermedad que acabó con él.
Aguirre deja también el grato recuerdo de una brillante aportación a los toros desde el mundo de la cultura y de las letras. Fue fundador y presidente del Consejo Asesor Taurino del desaparecido 'Diario 16', donde semanalmente se editaba un suplemento que aportó mucho al auge de la información taurina. Su columna de 'El espectador taurino' tenía ese título como homenaje a Ortega y Gasset.
No fue nada complaciente con los enredos de la Fiesta. Al contrario, reivindicó su esencia y valores más puros con tan fuerte ahínco como desinterés. Un lujo de aficionado.