A medida que aumenta la temperatura en el Abierto de Estados Unidos, que fustiga el termómetro en Nueva York y crece la dimensión de sus oponentes, se eleva la figura de Carlos Alcaraz, inmune a la adversidad. Tampoco Alexander Zverev, en vías de reincorporación a la élite, logró aplacar el empuje del español, que se ha situado a dos victorias de defender la copa conquistada hace un año.
En una actuación redonda, de nuevo digna de asombro en la grada repleta del estadio tenístico más grande del mundo, se impuso por 6-3, 6-2 y 6-4, en dos horas y 30 minutos, sin apenas dejar rechistar al duodécimo cabeza de serie, minado progresivamente hasta la capitulación. En semifinales le espera el ruso Daniil Medvedev, tercer favorito y campeón en 2021, que venció a su compatriota AndreyRublev, octavo preclasificado, por 6-4, 6-3 y 6-4.
Alcaraz salió del primer y casi único trance delicado. Salvó dos pelotas de rotura de Zverev en el séptimo juego, y lo hizo en ambos casos con segundos servicios. Incluso en un momento desacertado, con dos errores gruesos y alguna mala elección de golpes, logró mantener su servicio. Pese a sufrir con su golpe de derecha y ver frustradas sus tentativas iniciales en la red, el alemán mantenía el partido vivo, en buena parte gracias al acierto con el saque, por donde pasaban buena parte de sus posibilidades. En cuanto se le apagó la luz, y así fue en el octavo juego, entreabrió la puerta al español. Éste no dudó. La derribó de un golpe y dio con la llave que le llevaría al 6-3.
Problemas distintos
Con Novak Djokovic ya clasificado para semifinales, en las que se medirá con el joven Ben Shelton, Alcaraz se jugaba su continuidad en el torneo ante un hombre cuya actuación frente a Jannik Sinner en octavos fue un acto severo de reivindicación personal. El alemán, vapuleado por Alcaraz en su ya penúltimo enfrentamiento, en octavos del Masters de Madrid, ganó mucha credibilidad sacando adelante el partido más largo del torneo, después de cuatro horas y 41 minutos.
Pero los problemas que le iba a plantear el vigente campeón serían de otra naturaleza. Sin respiro, en una atmósfera agobiante, con numerosos espectadores buscando auxilio inútil en el abanico o agitando las bandejas de cartón de la cena recién ingerida, Zverev iba a remolque en cuanto no afinaba con el servicio, sometido al juego de corriente alterna del murciano, que hacía flotar la pelota con su revés cortado y maduraba la resolución con impactos como el revés plano, cruzado, que le dio pronto ventaja en el segundo set. El de Hamburgo sólo pudo anotarse el 29% de los puntos que disputó con su segundo saque.
Recuperado de la lesión
Ya plenamente recuperado de la lesión de ligamentos del tobillo que sufrió ante Rafael Nadal en las semifinales de Roland Garros de 2022 y que le tuvo seis meses lejos de las canchas, ante Sinner Zverev no sólo volvía a parecerse a la estampa de sus inicios en el circuito sino que plasmaba una versión mejorada, más acorde con un tenista de 26 años decidido a suprimir actitudes que saboteaban su propio talento y a evolucionar como corresponde a su propio capital físico.
Contra Alcaraz no perdió la compostura ni la cabeza. Simplemente le faltaron respuestas para el gigantesco desafío al que hubo de enfrentarse. Ya con dos parciales sobre la espalda, pidió tiempo médico y desapareció durante ocho minutos de la pista. El tercero fue el set más parejo. Fatigado, perdida parte de la chispa, el español supo gestionar la situación y cerrar el partido sin mayor desgaste. Zverev no aprovechó ninguna de sus cinco opciones de break a lo largo de la noche. Alcaraz hizo pleno, cuatro de cuatro. La última de ellas, la que le dio el noveno juego del tercer parcial, fue la sentencia definitiva.
"Me he sorprendido a mí mismo, al igual que a mi equipo. En los partidos anteriores me ha costado mucho más rentabilizar las ocasiones. He jugado agresivo en esos momentos. He sido contundente", valoró en conferencia de prensa.