El bote de El Rosco de Pasapalabra sigue engordando programa a programa. Para intentar que uno de los concursantes se lleve el botín, los concursantes cuentan con la ayuda de cuatro famosos. Estos días, por el plató de Antena 3 están derrochando conocimientos y humor Candela Serrat, Elisa Matilla, Roberto Álamo y Fernando Romay. Cocozcamos un poco mejor a este invitado ilustre.
Hablar de Fernando Romay es hablar de uno de los más grandes deportistas de la historia en España. Con 10 años ya medía 1,85 metros de altura, llegando poco después a sus definitivos 2,13 metros. Esa talla XXL llevaron a Romay al mundo del deporte y al baloncesto casi por obligación.
Nacido en La Coruña en 1959, en una familia cuyos padres trabajaban en el puerto, un buen día se mudó a Madrid para buscar fortuna en el deporte. Si con 13 años empezó con eso de encestar la pelota, con 14 recibió la llamada del Real Madrid. "Me escogieron, me dijeron vente aquí, que eres alto y podemos hacer algo contigo", recuerda en esta entrevista con EL MUNDO.
No eran tiempos fáciles para alguien de su tamaño; para empezar, porque en aquellos años no había zapatillas deportivas de la talla 56.
Una vez resuelto el tema de las zapatillas, Fernando Romay despegó aún más del suelo hasta convertirse en un pívot gigantesco que llegó a poner más de 600 tapones. Debutó con el primer equipo del Real Madrid en la temporada de 1976 y ahí se quedó hasta el día de su retirada, en 1993. En casi dos décadas como profesional, ganó dos Copas de Europa, tres Recopas, una Korac, siete Ligas ACB, cinco Copas de España, entre otros trofeos.
No obstante, para la mayoría de españoles que ya pintan canas, la leyenda de Fernando Romay se forjó con la selección española de baloncesto, formando parte del equipo que conquistó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Un éxito descomunal para el deporte español de aquella época.
A día de hoy, a sus 63 años, Romay sigue jugando con el equipo de veteranos del Real Madrid y es embajador de la FEB.
Romay siempre se mostró dicharachero ante las cámaras, un humor que le ha llevado a ser un comunicador que conecta fácilmente con el público. Fue un fichaje recurrente en los platós de televisión de toda índole. Ya sea para hablar de baloncesto en un espacio deportivo, en un concurso de baile o directamente para presentar programas, Romay siempre deja una huella enorme. También como invitado de Pasapalabra. "Voy como invitado porque doy juego. Y lo doy porque soy alto, guapo y modesto", bromea.
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