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Xavier Corberó, Dom Pérignon y el año que el cambio climático llegó al champán

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La firma francesa presenta en la espectacular casa del escultor Xavier Corberó su nuevo champán con un cuarteto de cocineros de lujo: Eneko Atxa, Quique Dacosta, Paco Pérez y Albert Adrià

Quique Dacosta, Eneko Atxa, Vincent Chaperon, Albert Adrià y Paco Pérez.
Quique Dacosta, Eneko Atxa, Vincent Chaperon, Albert Adrià y Paco Pérez.

¿Alguien se acuerda del tórrido verano de 2003? La ola de calor que sacudió Europa fue de récord. En España Córdoba rebasó los 46 grados y en Francia, donde no hacía tanto calor desde 1950, el 15% de las ciudades superaron los 40 grados. Se calcula que las altas temperaturas acabaron con la vida de más de 1.300 personas en todo el continente.

El calor también afectó a algo tan delicado como la vendimia y en la provincia de Champaña y otras zonas vinícolas no se habló de otra cosa. Fue la primera vez que la recogida de la cosecha tuvo que adelantarse de forma algo precipitada a pleno agosto, en vez de hacerla en septiembre, como suele ser habitual. "Fue la añada del cambio climático", cuenta Vincent Chaperon, jefe de bodegas de Dom Pérignon. Tampoco fue una sorpresa, porque como explica Chaperon, "en el mundo del champán se lleva hablando de cambio climático desde los 80, cuando nadie creía en él".

Aquella añada de 2003 lo cambió todo. A la canícula que no dejaba respiro ni por las noches, cuando se superaban los 30 grados, hay que sumarle una helada que en abril había destruido el 70% de la cosecha, así que la cantidad de uva era baja. Algo así no había ocurrido nunca en Champaña desde 1822. Desde entonces, otras cuatro vendimias han visto alterado su calendario tradicional y se ha adelantado su recogida al mes de agosto: las de 2007, 2011, 2017 y 2020.

Precisamente de aquel año tan particular es la nueva botella de Dom Pérignon, a la que han bautizado como Vintage 2003 Plénitude 2. El 2 hace alusión a su segunda vida, porque en 2010 se comercializaron las primeras botellas y ahora, 18 años después, descorcharán una nueva segunda vida cumplida la mayoría de edad. Según la firma de lujo francesa propiedad del LVMH, el resultado es un champán "físico, potente y macizo, con menos acidez pero no menos frescor, muy gastronómico, diferente a todo lo que hemos hecho en el pasado".

La nueva botella llega este julio a sus puntos de venta habituales y para presentarlo, la maison hizo su primer acto presencial tras 16 meses en Esplugues de Llobregat, en la impresionante casa del escultor Xavier Corberó, con una comida de ensueño ideada por cuatro chefs super estrella: Albert Adrià, Eneko Atxa, Quique Dacosta y Paco Pérez, todos muy emocionados de volver a ponerse el delantal tras el parón pandémico.

Quique Dacosta con el plato que cocinó en la presentación de la nueva botella de Dom Pérignon.
Quique Dacosta con el plato que cocinó en la presentación de la nueva botella de Dom Pérignon.

La Casa Laberinto de Corberó es una joya arquitectónica a la afueras de Barcelona, todavía algo desconocida para el gran público aunque en los últimos tiempos se la ha visto en más de una campaña publicitaria, de Üterque al Cupra de Seat. La organización de la pasarela 080 acaba de anunciar que celebrará su próxima edición allí el próximo octubre. Al lado de la Casa Laberinto está el que fue el domicilio del escultor, donde todavía vive su viuda, Maria Dolors Rica, la encargada de cuidar su legado. Allí se rodó parte de Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen y aunque el personaje de Javier Bardem no estaba inspirado directamente en Corberó, algo de su particularísima personalidad sí que tenía.

El escultor, que expuso en el MoMA, fue amigo de Dalí, Duchamp y Picasso y fue también el encargado de diseñar las medallas de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Corberó es el culpable de que Barcelona tenga en sus calles esculturas de artistas norteamericanos como Roy Lichtenstein. Era un gran admirador del flamenco y tiene esculturas dedicadas a Antonio Gades, Rocío Jurado, Isabel Pantoja y Chiquetete y su mujer, que presiden la entrada del jardín.

El Vintage 2003 Plénitude 2 en la casa-laberinto de Corberó.
El Vintage 2003 Plénitude 2 en la casa-laberinto de Corberó.

De estilo brutalista e industrial, el enorme espacio tiene cinco plantas vertebradas por un patio interior hexagonal donde llaman la atención las preciosas arcadas y algunas columnas a medio acabar, todo en cemento, con un aire que recuerda un poco al teselado de Escher. La casa fue diseñada para convertirse en la vivienda de sus esculturas y allí residen entre pinos, higueras y una idílica alberca.

A Corberó le gustaba que sus esculturas fueran algo vivo y cambiasen con el paso del tiempo, por eso en vez de estar encerradas en un almacén las dispuso al aire libre y pidió expresamente que las que están colocadas bajo las arcadas fueran regadas regularmente para que el agua, las inclemencias del tiempo y el óxido hicieran su efecto. El espacio es, como bien resumió el jefe de bodegas de Dom Pérignon, "un spa para la mente".

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