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"Mis amigos seguían caminando y yo todavía temblaba de miedo... Y sentí que un gran grito infinito invadía la naturaleza". Edvard Munch describía así las sensaciones que le llevaron a dar vida al cuadro El Grito. Aunque motivada por una profunda angustia personal, esta obra ha logrado atravesar los siglos y la historia del arte.

Si se hiciera una lista de los cuadros más famosos de la Historia del arte, El Grito de Edvard Munch estaría sin duda entre ellas. Skrik, título original de la obra, tiene cuatro versiones del mismo tema: una figura que, gritando, transmite angustia y agonía mientras el mundo que lo rodea se deforma y se hace partícipe de sus propios sentimientos destructivos. Realizadas entre 1893 y 1910, la obra se configura como uno de los íconos culturales más vivos teniendo como tema el malestar del Hombre.

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Universal History Archive//Getty Images

El grito de Munch: historia y estilo del cuadro

La historia de El grito de Munch está intrínsecamente ligada a la de su autor. Edvard Munch, que vivió entre 1863 y 1944, también pasó a la posteridad por un malestar persistente que lo acompañó durante la mayor parte de su turbulenta vida. Un fuerte drama existencial exacerbado también por las numerosas muertes familiares que el pintor tradujo en varios cuadros capaces de transmitir sus más oscuros y recónditos sentimientos: el grito es el máximo símbolo y vehículo de esta poética.

El origen de El Grito de Munch

De hecho, es importante precisar que El Grito tiene un origen fuertemente autobiográfico, tanto en lo que se refiere al hecho que narra como a las emociones que transmite. El propio Edvard Munch relató el origen de esta obra en su diario: durante un paseo con amigos cerca de Kristiania (Oslo), el pintor se sintió impactado por el momento en que el sol se ponía, ocultándose tras el mar. Munch sintió mucha angustia por la terrible visión del cielo rojo lleno de nubes de sangre y, mientras sus amigos se convertían en siluetas pálidas, sintió claramente un grito desgarrador proveniente de la naturaleza a su alrededor.

La técnica de El Grito de Munch

Como ya hemos mencionado, existen múltiples versiones de este cuadro realizadas a lo largo de los años por Munch: la primera versión de El grito de Munch se realizó en 1983, aunque es un intento embrionario que desembocará en la segunda versión en pastel sobre cartón, que ve la luz ese mismo año. Dos años más tarde concibe la tercera versión, creada con la misma técnica que la anterior, y finalmente en 1910 realiza la última versión de El Grito en la que recurre a la témpera sobre tabla.

El grito de Munch –tan lleno de angustia y agonía espiritual– está considerada una de las obras fundamentales y precursoras del movimiento expresionista. El cuadro se caracteriza por una fortísima distorsión de los elementos retratados que le confieren una evocación disruptiva, gracias también al uso de colores complementarios que permiten acentuar la fuerza cromática del cuadro. No solo eso: es fundamental centrar la atención en el contraste de las líneas que componen El Grito. Mientras que el sujeto del centro está realizado con líneas curvas y serpenteantes –igual que el cielo, las nubes y el mar–, las dos figuras del fondo y el malecón tienen líneas rectas y fuertes.


Cuál es el significado de El Grito de Munch

Angustia, desesperación y desconcierto son algunos de los sentimientos más negativos que condicionaron la vida de Edvard Munch, marcada por la pintura y el malestar que intentaba exorcizar a través de ella. El grito es la suma de todos estos sentimientos que van más allá de lo individual y se vuelven colectivos: de hecho, El grito de Munch no concierne solo a Munch, sino que abarca un tema mucho más amplio: la humanidad entera.

La figura del centro –deformada y espectral– se convierte en realidad en un símil del ser humano simbolizado en toda su fragilidad y decadencia, como sucedió a menudo en virtud del pesimismo generalizado del movimiento finisecular que unió muchas personalidades con una fuerte carga artística y sensibilidad cultural. El grito emitido por la figura del centro contiene, por tanto, todo el dolor de vivir que une a la gente en todas partes y por el que Munch se siente particularmente afligido.

Como se anticipó anteriormente, también hay una clara separación entre dos grupos de figuras. La primera en el centro recoge al sujeto y el paisaje circundante, presa de este grito inhumano y todos los sentimientos oscuros que encierra. El hombre y la naturaleza, por lo tanto, corren por el mismo camino desalentador. Las dos figuras del fondo, en cambio, no se afligen por lo que sucede e incluso parecen salirse del marco y, por extensión, del momento. La indiferencia de las personas y la extrema soledad de los individuos se comunican al espectador con un impacto disruptivo e inevitable.

Dónde podemos ver El grito de Munch

El Grito de Munch continúa ejerciendo una influencia muy fuerte dentro y fuera de los confines del arte, siendo una obra extremadamente famosa y conocida por prácticamente todos, incluso aquellos que no están familiarizados con el mundo del arte. Pero, ¿dónde es posible ver El grito de Munch hoy en día? Es posible encontrar una de las versiones en el nuevo Museo Munch de Oslo, gracias a la monumental operación de recopilación y archivo de la gran producción del artista noruego. En el edificio, de sesenta metros de altura del edificio y dividido en trece pisos, es posible entrar en contacto con el corpus de Munch del que El grito es el rostro más famoso y buscado.

La obra se mantiene en el cuarto piso del edificio muy custodiado por la seguridad para evitar un nuevo posible robo como los que sucedieron en 1994 –con la versión de 1893– y nuevamente en 2004, cuando fue robada la versión de 1910. Afortunadamente en ambos casos las obras fueron encontradas en poco tiempo y solo el segundo cuadro requirió una operación de restauración para poder volver a exhibirlo al público.

Una última curiosidad en relación a la ubicación del cuadro: la tercera versión, la de 1895, forma parte de una colección particular y fue subastada por Sotheby's por la suma de 120 millones de dólares lo que efectivamente la consagró también en el Olimpo de los cuadros más caros de la historia.

Vía: ELLE Decor IT