Como abonado de fondo, se entienden una serie expresiones como enterrado de abonos o enterrado de fertilizantes. Prácticas realizadas en el mundo de la fertilización, orientadas a incorporar a la tierra o sustrato, de forma interna, elementos nutritivos con el objetivo de aumentar su fertilidad.

En un concepto básico, las técnicas de aplicación de los fertilizantes y enmiendas agrícolas, depende en gran medida del cultivo que se va a implantar, del momento y por supuesto, de las condiciones particulares de cada suelo.

Antes de abordar el método y cantidades de fertilizantes a enterrar en el suelo, es recomendable hacer un análisis previo de terreno donde se va a implantar el cultivo, con el fin de determinar el plan de abonado más adecuado, su fraccionamiento y la dosificación de los fertilizantes que convendrá utilizar en cada caso. Con todo ello se favorece el proceso de distribución de los abonos y enmiendas durante el ciclo de cultivo, optimizando su eficacia y mejorando la rentabilidad del cultivo en cuestión.

Enterrado de abonos

También, bajo el concepto de enterrado de abono se contempla el abonado en verde, que consiste en realizar un cultivo previo, en muchas ocasiones de una planta leguminosa, para ser incorporada a la tierra mediante pases mecánicos de motocultor.

Como se ha avanzado, tradicionalmente, ante un determinado plan de abonado, se plantea una operación inicial de enterrado de fertilizantes, también conocida como fertilización de fondo. Siguiendo con el plan de abonado, consecuente al de fondo, vendrán la fertilización en cobertera, que se efectúa en forma mineral para que se incorpore al suelo, o mediante pulverización foliar sobre la parte vegetativa para ser absorbido directamente por las hojas.

A la hora de incorporar los fertilizantes al terreno, es necesario conocer la solubilidad diferencial de los distintos elementos nutricionales empleados. Así y, por ejemplo, el nitrógeno aportado en un medio húmedo se solubilizará en modo casi inmediato, en un periodo comprendido entre las 24 a 72 hora. Por contras, el fósforo, que es menos soluble, necesitará entre los 30 a 40 días para ser asimilado por los cultivos. Todo esto, además, dependiendo de la formulación considerada, ya que un mismo elemento fertilizante puede estar en diferentes estados.

Enterrado de fertilizante en cultivo intensivo

Técnicas de abonado de fondo

La fertilización de fondo se realiza de manera previa al momento de sembrar o inmediatamente antes del trasplante. Esta técnica consiste en esparcir al voleo y enterrar a continuación el fertilizante o la enmienda orgánica, mediante un motocultor o azada. Es importante remover bien para que el abono se incorpore a una profundidad de unos 10 o 15 cm y a poca distancia de la semilla o planta. Con ello conseguiremos que el cultivo disponga de los nutrientes más fácilmente cuando explore su sistema radicular, la rizosfera: zona del suelo cercana a las raíces de las plantas.

Existen básicamente dos técnicas de esparcimiento del abono. Una, la básica, es ejecutarla de forma manual al voleo. Y la otra, mediante aperos convencionales como abonadoras centrífugas o esparcidoras de productos a granel, de gránulos o de pellets.

Centrados en el enterrado de abonos, una técnica consiste en el enterrado a golpes para localizar el fertilizante a una determinada profundidad. Esta se suele realizar durante el momento de la siembra o trasplante mediante una herramienta manual como pala o azada. De manera similar se emplea la técnica de abonado al chorrillo o en bandas, siempre condicionado por el sistema de siembra o trasplante.

Abonado de fondo de precisión

También debemos tener presente que existe una técnica de abonado de fondo de precisión. En este caso se refiere al enterrado de fertilizantes microgranulados, mediante sembradoras de precisión.

Estos equipos mecanizados de siembra, implementan en su misma estructura mecánica una tolva con un sistema de aplicación que va enterrando de forma simultánea y paralelamente a la línea de siembra.

Esta técnica de precisión es ampliamente utilizada en cultivos extensivos como el maíz, la soja, … En secano, en el caso de cereales como el trigo, cebada, etc. y en el caso de regadío, el arroz.