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¿Por qué los hórreos de Galicia y Asturias son tan diferentes?

En el mar Cantábrico hay una barrera que separa los hórreos de estilo gallego de los asturianos: ¿Por qué son tan diferentes?
Hórreo gallego (izquierda) y asturiano (derecha)
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Hórreo gallego (izquierda) y asturiano (derecha)
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Probablemente por su cercanía y pasado común, Galicia y Asturias evidencian más similitudes que diferencias en todo su patrimonio histórico y natural: una cultura compartida, una gastronomía exquisita y una geografía similar que parece extenderse de una costa a otra entre un sinfín de paisajes verdes, monumentales, rodeados de naturaleza salvaje y auténticos escenarios de película. Es por ello que ambas regiones del norte de España desprenden una enorme sensación de hermandad tanto a ojos de residentes como de turistas. 

A pesar de todo, ambas comunidades encuentran grandes diferencias en elementos tan característicos de la cultura popular como pueden ser los hórreos. Estas construcciones típicas conforman una pieza fundamental del paisaje rural gallego y asturiano, y de hecho, en ambas regiones fueron concebidas bajo un mismo fin: el almacenaje y la conservación de ciertos productos agrícolas. La faceta más tradicional de las dos comunidades se configura a través de elementos etnográficos como los hórreos, capaces de definir su cultura, costumbres e incluso la forma de vida de sus gentes. Sin embargo, y sobre todo en lo que respecta a sus estructuras arquitectónicas, las diferencias resultan más que evidentes

Tradiciones que marcan la diferencia

Hórreo asturiano con ristras de maíz secando. Foto: Turismo de Asturias

No hay ninguna duda de que tanto el hórreo gallego como asturiano responden a un origen común, entonces ¿por qué sus estructuras resultan tan diferentes? Con toda probabilidad: la tradición y las costumbres sean las principales razones de estas grandes brechas constructivas. Antes de avanzar en estas prácticas habituales en cada región, también es importante señalar que Galicia es tierra de granito y que por tanto no es de extrañar que la mayoría de estos hórreos fueran construidos con dicho material a costes mucho más bajos, si bien en Asturias destacan los construidos en madera. Pero más allá de estos materiales, tal y como decíamos, las costumbres también han marcado la diferencia en el semblante de dichos elementos etnográficos. La esfoyaza es una de las tradiciones asturianas que más tendríamos que tener en cuenta: este trabajo (ahora convertido en romería) lleva celebrándose cada otoño en el rural de Asturias desde la época en la que el maíz era el principal sustento para las familias. Se trataba de un trabajo comunitario que consistía en el deshoje de las mazorcas de maíz en las viviendas de los diferentes vecinos.

Esta antigua costumbre con siglos de historia empezaba en el momento de la recogida del maíz. Tras segar o cortar las plantas del maíz se separaban los distintos elementos y se colocaban haciendo picas (ristras) para que secasen. Después se cargaban en carros y se transportaban a los locales donde se hacía la esfoyaza. En esta tarea de deshojar siempre se dejaban varias hojas con el fin de facilitar la confección de estas características tiras de mazorca. Una vez elaboradas dichas ristras ―e aquí una de las imágenes más típicas de los hórreos asturianos―, se colocaban sobre el corredor de la casa, panera u hórreo hasta que estuvieran totalmente secas y listas para el molido del maíz.

Así lucen los hórreos gallegos 

Hórreo gallego en la localidad de Combarro, Pontevedra. Foto: Shutterstock

Con cerca de 30.000 hórreos repartidos a día de hoy por toda la geografía gallega, en términos generales estas estructuras suelen estar construidas en piedra o madera, compuestas por un tejado a dos aguas y elevadas siempre del suelo sobre pilares para evitar que los animales alcancen la cámara principal. Además, los hórreos gallegos también presentan en su estructura huecos de ventilación que permiten el paso del aire y evitan de ese modo las humedades. En el pasado, estas joyas del patrimonio y la arquitectura tradicional eran utilizadas ―y en algunos casos todavía hoy― para almacenar o preservar las cosechas de maíz y otros cereales o productos agrícolas. Lo cierto es que existe constancia de la presencia de estos graneros aéreos ya en el siglo XIII (la primera representación gráfica del hórreo aparece en las Cantigas de Santa María), si bien lo más probable es que su origen sea mucho más remoto, pues los hórreos han estado casi siempre vinculados al cultivo del mijo, el cual ya que realizaba durante la época de los castros.  

En el caso de los hórreos gallegos se da la peculiaridad de que Galicia es la región del norte donde más variantes existen en cuanto al nombre de los mismos, con cerca de una treintena de denominaciones diferentes en función de la forma, los materiales e incluso la zona. Cabe destacar que si bien los hórreos gallegos acostumbran a ser de planta rectangular, no todos los que podemos encontrar en Galicia lo son. Los hay cuadrados, redondos, en forma de L e incluso octogonales como el famoso caso de A Fonsagrada (Lugo). Esto se debe en parte a la diversidad geográfica de la región que, más allá de la clasificación básica entre las construcciones de piedra o madera, ha propiciado la aparición de otros tipos arquitectónicos tales como los hórreos primitivos, los pequeños graneros ligeros y portátiles construidos con base de materias vegetales, así como los mixtos (caracterizados por la petrificación parcial de los elementos estructurales) y especiales (presentan variaciones volumétricas sobre el tipo base de cámara rectangulares). 

¿Cómo son los hórreos asturianos?

Hórreo asturiano frente al mar. Foto: Shutterstock

Planta cuadrada, paredes formadas por tablas verticales en dos cuadros de vigas, estructuras de madera elevadas sobre cuatro pilares de piedra y cubierta a cuatro aguas, así se presentan casi siempre los característicos hórreos asturianos a diferencia de los clásicos gallegos. Con todo, y pese a la gran diferencia arquitectónica, el origen de estas construcciones típicas en Asturias también responde a un fin utilitario y práctico como es el de guardar el maíz, pero también otros elementos como las patatas, cebollas y demás productos cultivados en el campo. De hecho, una de las imágenes más típicas del hórreo asturiano es el de las ristras de maíz secando en sus corredores. 

Es importante señalar que en Asturias también es posible encontrar algún que otro hórreo mucho más ornamental y suspendido en el aire sobre más de cuatro patas. Se trata de las conocidas como paneras, una variante constructiva (posterior en varios siglos) muy parecida en forma y función al hórreo asturiano típico, aunque se diferencia de este por sostenerse sobre seis o más pilares así como por presentar tejados con caballete, corredor e incluso balustrada. Uno de los hórreos-paneras más singulares y grandes que podemos encontrar en Asturias es el de Pen en Amieva, el cual presenta hasta 15 pilares en toda su estructura

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