Proceso de fabricación del acero de la siderúrgica Celsa

Proceso de fabricación del acero de la siderúrgica Celsa

Observatorio de la Energía

Los fondos que se hicieron con Celsa preparan ya la venta de su acerera en Noruega, la joya de la corona de la compañía

Los sindicatos alertan del "comienzo programado del expolio" de la empresa tras la contratación de Citi para estudiar la compañía.

16 febrero, 2024 02:22

La crisis de la siderúrgica Celsa no llegó a su fin tras hacerse con el control de la compañía los fondos acreedores. Podría ser el principio. No ha pasado ni un mes desde que se comprometieron a "preservar la españolidad" del grupo, y ya hay movimientos por parte de los nuevos propietarios para trocear y venderla por partes.

La primera en salir a la palestra es la que se considera la "joya de la corona", la empresa en Noruega (CELSA Nordic) que incluye una de las fábricas de acero más importantes de Europa.

"Es bastante evidente cuál es el 'modus operandi' de los fondos", explican fuentes cercanas a la compañía. "Han contratado a Citi para las posibles desinversiones de las instalaciones europeas, y la nórdica es la más que más interés despierta a posibles compradores".

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CELSA Nordic es el principal productor de productos de acero reforzado de los países nórdicos (700kton/año). Posee una planta siderúrgica y un laminador y está situada en Mo i Rana, Noruega.

La empresa produce barras de refuerzo, bobinas y alambres de diferentes calidades. Recicla acero al plomo y con ello produce 7 millones de toneladas al año de productos largos de acero, principalmente para los sectores de la construcción y la automoción.

"Y después irá Polonia, que está situada estratégicamente cerca de países que están desarrollando su industria, como son los de Europa del Este, con mano de obra barata, y Reino Unido, un mercado 'rojo' por la alta competencia, los altos costes energéticos y sus acuerdos para el suministro de acero a la central nuclear de Hinkley Point", señalan las mismas fuentes. 

"Es un cambio de propiedad, y por tanto, independientemente de quién lleve el timón, cada vez que entra un nuevo conductor, siempre suele haber reestructuración laboral". Y, más aún, si se trocea la compañía, "especialmente en la parte corporativa, al reducirse la empresa, hay puestos de trabajo que ya no son necesarios. Otro tema es la plantilla de las fábricas, a la que no debería afectar estas decisiones".

Los sindicatos avisan de "expolio"

La decisión de vender partes de la compañía ha encendido la luz de alarma de los sindicatos.

"Los nuevos dueños de Celsa no han cumplido con su promesa, después de que CCOO se reunió el pasado 15 de enero con la dirección para pedirle un plan industrial para tranquilidad y vigilancia de los trabajadores del transcurso de la empresa", señala a EL ESPAÑOL-Invertia Juan Carlos Serrano, coordinador de materias primas y Siderúrgica CCOO Industria Catalunya.

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"La dirección nos dice que siguen auditando la empresa, pero mientras tanto lanzan en prensa la posible venta de las plantas extranjeras para convertirlas en competencia nuestra directa. Luego, cuando no salgan los números en las plantas españolas, les dirá al Gobierno que nos venden a trozos y con menos trabajadores", añade. 

"Es la receta clásica de los fondos buitres", advierte. Por eso, "exigimos al Gobierno de España que no nos tomen el pelo ni a nosotros ni a ellos. Los fondos dieron su compromiso de mantener las plantas de España y Europa y ahora con sus intenciones demuestran que no lo quieren cumplir".

En un comunicado conjunto con UGT, los sindicatos destacan que la venta de las plantas de Noruega, Reino Unido y Polonia "suponen el 50% del EBITDA del Grupo Celsa, y suponen un claro retroceso en la capacidad de generación de rentabilidad y sostenibilidad de Celsa".

Por eso, piden que "se prohíba claramente las desinversiones programadas y contemple la rápida entrada del socio industrial siderúrgico español que participe en el diseño del plan industrial del grupo".

La fábrica de Castellbisbal

"Los fondos compraron la deuda a los bancos acreedores (Santander, Banco Sabadell, etc.) por el 20% o el 30% de su valor, a un precio muy bajo", continúan las fuentes conocedoras.

"Según el Acuerdo de Basilea II, para tener una sólida gestión de riesgos, los bancos debían poner en marcha el método IRB para el riesgo de crédito, una serie de requisitos y unos mecanismos de control que les obliga a deshacerse de activos como era Celsa", insisten

"Eso obligó a vender muy barato, y ahora los fondos pueden volver a colocar en el mercado parte de la compañía y vender al doble de lo que pagaron. La operación es muy jugosa", siguen. 

Y en el caso de la planta de Castellbisbal (Barcelona), con 800 trabajadores directos, parece que continuará en manos de los nuevos propietarios. "El problema no solo es el empleo de la fábrica, sino las 120 empresas subsidiarias y con participación en el Grupo, que arrastra un tejido industrial mucho mayor", concluye Juan Carlos Serrano de CCOO.

La fábrica de Cardiff

Por su parte, la planta de Celsa Steel UK en Cardiff, que abastece al gran proyecto de la central nuclear de Hinkley Point en Somerset, afirma ser el mayor productor de acero armado para el mercado británico de la construcción y uno de los mayores recicladores de chatarra del país. La utiliza para alimentar sus hornos de arco eléctrico.

El cambio al uso de chatarra en hornos de arco eléctrico para producir acero con bajas emisiones se ha convertido en un tema clave en la transición verde para la industria británica, especialmente después de que Tata Steel decidiera el mes pasado cerrar sus altos hornos en Port Talbot, en Gales, en favor de los hornos de arco eléctrico.

La decisión pone en duda el futuro de 750 trabajadores empleados directamente de Celsa en Cardiff y de varios centenares de otros subcontratistas en la región.

La planta de Celsa en Cardiff tiene una capacidad de hasta 1,2 millones de toneladas de acero al año, aunque las cifras de producción más recientes muestran que ha estado produciendo menos de un millón de toneladas de acero al año. Esto aún representaría alrededor de una sexta parte de la producción actual del Reino Unido.