Image: Martín Chirino

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Arte

Martín Chirino: "Soy un escultor que trabaja para la historia"

El escultor inaugura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sus 'Obras para una colección'

30 octubre, 2013 01:00

Dice con humildad que es un herrero con habilidad, pero Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) es un filósofo del hierro, una cabeza privilegiada que ve y que mira a través del arte. Y lo ha hecho durante más de sesenta años. Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando pero también en París y Londres, Chirino pronto fue uno de nuestros artistas más internacionales cuando el extranjero estaba más lejos que ahora. Con Saura, Canogar, Feito, Millares y Rivera, entre otros, se integró en el grupo El Paso allá por 1958 y fue Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980. Ahora, el Círculo de Bellas Artes, institución a la que dedicó parte de su vida y que presidió de 1982 a 1992, le rinde homenaje exponiendo una selección de piezas que son ya el germen de la inminente Fundación Martín Chirino que a punto está de abrirse en las Palmas de Gran Canaria. "Vamos despacio y con cautela. He visto cómo fracasaban fundaciones de otros colegas y por eso quiere dejarlo todo bien atado", explica. Pregunta.- ¿Qué vamos a ver en esta muestra, Martín chirino. Obras para una colección? Respuesta.- Se trata de un conjunto de quince obras que he ido reuniendo con la intención de formar la colección para una fundación. Todas, excepto una de la Colección Azcona, son de mi colección, algunas recompradas y otras son inéditas. En la Fundación trabajamos con mucho ahínco en un edificio maravilloso que es el Castillo de la Luz, rehabilitado maravillosamente por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, que han hecho una restauración extraordinaria. P.- A pesar de vivir en Madrid y, antes, de haber viajado por todo el mundo, ¿se sigue sintiendo canario? R.- Soy canario aunque no le debo nada a Canarias ni Canarias me debe nada a mí. He sido un trotamundos, he vivido en sitios en Estados Unidos muchos años, en París, en Inglaterra… He sido un nómada buscando aquello que quería. En 1967 hubo gran exposición en el MoMA de nueva pintura y escultura española, y, después de aquello, pronto tuve galería en Estados Unidos. Supongo que ser angloparlante me facilitó esta vida. Moví el horizonte de mi tierra y luego fue fácil. P.- El Círculo de Bellas Artes le ha querido rendir este homenaje por los 10 años que dedicó a la institución. R.- Estoy muy agradecido al Círculo por este homenaje. Fueron momentos de gran complejidad y dureza, la intención era buena, la cultura era una fiesta, decían, pero no siempre alegre. Cuando llegué a la presidencia del Círculo estaba muy deteriorado, lo iban a subastar, pero la institución es de utilidad pública y pertenece a los artistas por naturaleza, fue regalo de la monarquía a los artistas... Reivindicarlo fue difícil pero lo peor fue buscar viabilidad para mantener este edificio tan complejo. Pero fue un trabajo muy gratificante. Lo mejor era que España tuviera presencia en el mundo internacional y contactos internaciones. Teníamos subvenciones y utilizamos muy bien. Si mira mi currículum, del 83 al 92 hay menos exposiciones porque estuve totalmente dedicado al Círculo. P.- Impulsor en 1989 del Centro Atlántico de Arte Moderno (dirigió el CAAM hasta 2003) ha visto crecer y multiplicarse en España centros de arte hoy casi en desuso, ¿qué le pasa a nuestro sistema actual del arte que tiene museos en casa ciudad casi paralizados? R.- Es un momento de grandes dificultades. En España siempre tenemos problemas de dimensión. Nuestro paradigma es EE.UU., que es un mundo. España cabe en un estado norteamericano... Por otro lado, es evidente que nuestro núcleo no está interesado por la cultura. Son museos de implantación y no han crecido de abajo arriba, no han nacido de la necesidad y por eso no funcionan. El CAAM era en Canarias un referente cultural y funcionó por eso. Ahora los parámetros son otros, hay una sociología implantada de recortes en la creación. No está mal que haya muchos museos pero es evidente que los parámetros de funcionamiento no son los mismos, hay que tener clara la demanda. P.- Hace unos días conocíamos la noticia de la muerte de Anthony Caro, ¿qué significó para usted su escultura?, ¿que otros referentes internacionales tiene? R.- Anthony Caro es fundamental, trabajó por primera vez el ensamblaje con detritus de la sociedad, en un momento de la historia de España que todo eso estaba muy cercano: yo mismo compraba los hierros en el Rastro aunque luego los transformaba. Caro se acotó en un momento y espacio de la Historia del Arte y siguió hasta el final persistiendo en lo que creía. P.- Con algunos miembros del grupo El Paso materializó la renovación de la escultura en los años 60, desde entonces ¿ha cambiado el modo de acercarse a ella? ¿Cómo vive ahora la escultura? R.- El cambio es radical. En la escultura, salvo algunos casos de escultores que trabajan la piedra, por ejemplo, la dureza de los grandes oficios ha desaparecido y el modo de acercarse cambia, hay mucho diseño bonito pero endeble. Después de la posmodernidad aparecen las últimas tendencias matizadas por la globalización y las nuevas tecnologías y toda la creación está sometida a un proceso radical de cambio. Algunas me interesan y otras me desconciertan, pero me gusta que sucedan. P.- Ha expuesto en los museos más importantes, el Reina realizó su catálogo razonado en 2006, ha trabajado con las mejores galerías (con Marlborough expuso en 2005 tras muchos años de ausencia) y ahora algunas de sus piezas pueden adquirirse en el Espacio de las Artes de El Corte Inglés: ¿es el signo de los tiempos? R.- Sí, es fruto de los tiempos. La obra forjada hecha a mano sigue siendo de Marlborough, esto de El Corte Inglés es una pequeña licencia para que una mayor parte de la sociedad disfrute del arte. La cultura hoy se difunde de otra manera. Yo soy un escultor antiguo que trabajo día a día en una fragua, no hago arte de diseño. Me gusta el arte contemporáneo y, a la vez, estoy enclavado en una historia que es la de los 50. Soy un escultor que trabaja para la historia. No tengo perspectiva para juzgar, pero he sentido la presión de los cambios. Baudrillard nos alerta de la banalización del arte, pero es más la sociedad la que cambia de perspectiva. Es la filosofía de los tiempos.

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