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En la acepción 16 del Diccionario de la Real Academia Española, cuando buscamos el significado de la palabra “reconocer”, nos dice “Dicho de una persona: Tenerse a sí misma por lo que es en realidad en cuanto a su mérito, talento, fuerzas, recursos, etc.”.

Ya nos embarcamos una vez más en tiempos pre- electorales, donde muy lentamente se van conociendo las apetencias de los futuros precandidatos, quienes comienzan a hacer público sus objetivos, y las maquinarias electorales empiezan a calentar sus motores, las consultoras con sus encuestas y los equipos de campaña.

Como aún resta conocer el calendario electoral, y con esto el trazado de la hoja de ruta, podemos contemplar un mapa político aun difuso, en el cual pocos desean ser categóricos tanto en sus objetivos, como alineamientos, donde abunda el oportunismo, y la especulación.

Desde siempre tenemos dos grupos, por un lado el oficialismo, cuyo color político varía según las jurisdicción de que hablemos, en algunos municipios o provincias gobierna el justicialismo, en otras el radicalismo y casos como el socialismo o el pro, por eso cuando hablamos de oficialismo lo hacemos sin distinción ideológica.

Y por el otro lado tenemos los opositores, quienes también varían de color político, según la fuerza política gobernante en la jurisdicción, entonces tenemos opositores justicialistas, radicales, socialistas y del pro entre otro.

La reflexión de hoy, apunta al reconocimiento que se merecen los que ejercen el rol opositor, independientemente de la opinión que tengamos sobre sus ideas políticas y quienes dirigen esos espacios.

Muchos, tal vez demasiados, buscan el poder para sí mismos, contradiciendo la esencia de la política, como un servicio hacia los otros, una entrega total, de tiempo, ganas y energías, con el agravante que lo mal visto de la política, deviene en prejuicio, y el simple hecho de estar, implica ser catalogado de corrupto. En definitiva quienes durante años conforman alternativas políticas opositoras reman contra la corriente, tanto desde el financiamiento político (tema que durante años se busca esclarecer mediante una reforma política profunda, que permita emparejar la cancha), como desde el simple gesto de ser conocido, y poder mostrar esa correlación entre idea y praxis. Ventaja que siempre cuentan los oficialismos, poder mostrar lo que hacen y como lo hacen.

Creo que debemos “reconocer” en aquellos opositores eternos, la tenacidad, paciencia y vocación que ponen, porque hacer política desde fuera es difícil, no solo en los aspectos antes apuntados, sino básicamente en mantener un grupo esperanzado, lograr reincorporarse a las derrotas, y seguir generando propuestas.

No todo es malo en el adversario político, estamos tan acostumbrados a esquivar a las autocríticas, como al reconocimiento de las virtudes de quienes no piensan como uno, seguramente una madurez cívica será comenzar por reconocer al otro.

Autocrítica y reconocimiento, son pilares necesarios para la conformación de políticas de estado, sino siempre se tratará de imposiciones de mayoría versus minoría, y con cada cambio de gobierno nos transformamos en una tabula rasa, donde se borra y se comienza de cero, porque las estrategias de campaña radican en el facilismo de expresar que todo está mal, y augurando catástrofes.

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