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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Midterm americanas: los demócratas salvan el asalto

Donald Trump, en un acto de campaña en Florida.

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El 8 de noviembre pasado se celebraron las Midterm en Estados Unidos, unas elecciones para renovar la Cámara de Representantes (el equivalente del Congreso de los Diputados en España), un tercio del Senado (los senadores tienen un mandato de seis años), y los gobernadores de algunos Estados (nuestros presidentes de CCAA), además de un puñado de puestos de la administración, como fiscales generales y de distrito. En algunos Estados también se celebraban referendos sobre temas como el derecho al aborto, la legalización de la marihuana o las restricciones a la compra de armas. Estas elecciones, que se celebran, como su nombre indica, a mitad del mandato presidencial, sirven a menudo para que el presidente tome el pulso de la satisfacción ciudadana con su mandato (Biden lleva dos años en la Casa Blanca). 

Como prometer en campaña es más fácil que hacer efectivas esas promesas una vez en el gobierno, es frecuente que el apoyo popular a un presidente vaya perdiendo fuelle a medida que avanza su mandato. Desde hace varios lustros, todos los presidentes estadounidenses han perdido apoyo en el Congreso (que agrupa las dos cámaras, la de Representantes y el Senado) en las elecciones Midterm, un hecho que complica la viabilidad del mandato presidencial al comprometer las mayorías para la aprobación de legislación. Esto obliga a los presidentes a aprovechar la ventana de oportunidad que le brindan los primeros dos años para aprobar las medidas más importantes de su mandato. 

En 2020, la renovación del tercio del Senado que se celebró con las presidenciales le brindó a Joe Biden una mayoría por la mínima, con igual número de demócratas y republicanos pero con el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris otorgando mayoría a los demócratas. Este margen tan exiguo ha dado un gran poder de veto a los senadores demócratas y ha obligado a la Administración Biden a negociar intensamente cada uno de los votos. Algunos senadores han aprovechado esta circunstancia para lanzar órdagos al gobierno y amplificar su perfil personal. Este es el caso Joe Manchin, senador por West Virginia y propietario de una empresa minera, que con su sola negativa ha paralizado importantes proyectos legislativos, como el paquete de estímulo postpandémico Build Back Better, o la protección federal del derecho al aborto, después de que el Tribunal Supremo revirtiera su sentencia de 1973 Roe vs Wade y dejara los derechos de las mujeres en manos de los Estados, algunos gobernados por ultra-conservadores. 

En otras ocasiones, Biden ha sorteado estos obstáculos por la vía del decreto presidencial, con medidas muy populares como la condonación de entre 10.000$ y 20.000$ de deuda estudiantil a quienes ganan menos de 125.000$ anuales, que se calcula que ha beneficiado ya a unos 16 millones de americanos, con unos 26 millones habiendo solicitado la ayuda.

Además de los escollos en el Congreso, la situación económica también se ha complicado en los últimos meses a raíz de la guerra en Ucrania. Tras la pandemia la recuperación de la economía americana ha sido fuerte, gracias a importantes dosis de estímulo en forma de transferencias y de inversión pública. La rápida caída del desempleo ha contribuido al aumento de las rentas salariales, reforzadas por una oleada de sindicación decididamente apoyada por el gobierno. Sin embargo, desde principios de año, la combinación de los altos precios energéticos, las restricciones de oferta que tensionan las cadenas de producción global, y el aumento de los márgenes de empresas con importancia sistémica y gran poder de mercado, han disparado la inflación, que llegó a un pico del 9% el junio. La Reserva Federal ha respondido con una agresiva senda de aumento de los tipos de interés, con hasta seis subidas este 2022, la última de 0.75% este noviembre a las puertas de las elecciones. Tanto la inflación como la política monetaria para controlarla ponen coto a las políticas de demanda y apuntan a un ajuste por la vía de aumentar el desempleo que complica la gestión económica del gobierno.

Finalmente, las elecciones se celebran con el país aún digiriendo los acontecimientos del 6 de enero de 2021 y la no concesión de la derrota electoral por parte de Donald Trump. La Comisión de Investigación del Congreso ha arrojado fuertes evidencias del intento de golpe de estado de Trump, que sabiendo que había perdido las elecciones trató de impedir la certificación de los resultados electorales, y al no conseguirlo ha estado promoviendo teorías conspiratorias sobre fraude electoral. Trump, que oscila entre la posible imputación por obstrucción democrática y el anuncio de su candidatura a las presidenciales de 2024, ha estado agitando corrientes de fondo en el seno del partido republicano, forzando a sus candidatos a mostrar su adscripción a la teoría del fraude electoral. Una de las víctimas de esta campaña fue la congresista Liz Cheney, hija del antiguo vicepresidente Dick Cheney, que tuvo un rol destacado en la Comisión de Investigación sobre el 6 de enero, y perdió la nominación republicana en Wyoming frente a un trumpista convencido.

El creciente dominio de los republicanos trumpistas, o MAGA, en apelación al eslógan Make America Great Again, no solo está creando un cisma dentro del partido republicano sino que está poniendo a prueba la capacidad de resistencia de la propia democracia estadounidense. En un contexto de polarización mediática, el debate democrático se complica cuando la ciudadanía consume contenidos informativos tan diferentes y opera sobre conjuntos de hechos incompatibles (por ejemplo, un 70% de la base electoral republicana aún considera que Biden no ganó legítimamente las elecciones de 2020). Esto incentiva la estrategia de Trump de aumentar la radicalidad discursiva e intentar lanzar órdagos como obstruir la certificación de resultados electorales, para lo cual son cruciales muchas posiciones administrativas que también se eligen en las Midterm. Esta utilización torticera de las garantías democráticas para obstruir el normal desempeño de las instituciones no es patrimonio exclusivo de la derecha americana: la no renovación del Consejo General del Poder Judicial en España tiene la misma ascendencia.

A pesar de que las encuestas pronosticaban una victoria arrolladora de los republicanos en las Midterm, parece que los primeros resultados desmienten tal previsión. Aunque es probable que los demócratas pierdan la mayoría en el Congreso (particularmente en la Cámara de Representantes), el márgen republicano es menor de lo que se esperaba, y algunas candidaturas prominentes que habían marcado perfil trumpista no han conseguido ganar a sus contendientes, mientras que los demócratas han ganado asientos clave como Pensylvania. La mayoría republicana en el Congreso complicaría aún más el mandato de Biden, y tendría repercusiones en Europa: los republicanos han asegurado que no aprobarán más ayuda militar para Ucrania (la ayuda americana se calcula en 25 mil millones de dólares, frente a los 1.200 de Alemania). Pero los resultados electorales de las Midterm enfrían las expectativas de envalentonamiento trumpista. Además a Trump le ha salido un potente contendiente en el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que ha arrasado en su Estado con casi 20 puntos de diferencia respecto al candidato demócrata, y que ha evitado posicionarse en público a favor de la teoría del fraude electoral. 

Si ninguno de los candidatos obtiene un apoyo por encima del 50%, se debe celebrar una segunda vuelta (runoff), y hasta entonces es posible que no se conozca la composición definitiva del Congreso. En particular, la mayoría demócrata del Senado pende un hilo. En Georgia ya sabemos que se tendrá que celebrar una segunda vuelta, con el senador demócrata Raphael Warnocke en cabeza pero por debajo del 50% y a menos de 40.000 votos del candidato republicano Herschel Walker. En Nevada también puede que acabe habiendo un runoff. Al cerrar este articulo, el republicano Adam Laxalt se ha quedado en el 49.6%, a menos de 20.000 votos de Catherine Cortez, la candidata demócrata. Puede que hasta el sábado no se sepa el resultado final, pues en este Estado hay aún mucho voto por correo que contar.

Con todo, cuando Estados Unidos se despierte con un nuevo Congreso, Trump aún seguirá ahí y una “victoria” pírrica en las Midterm no implicará la vuelta al Business As Usual.

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