También mantiene, aunque en menor medida, sus funciones tradicionales, es decir, desde alimenticias hasta utilitarias.

Con la hoja de esta planta se envuelven algunas delicias de la gastronomía nacional, como el tamal, típico de la Sierra, por citar un ejemplo. Aunque no se conoce si su uso se remonta a las culturas ancestrales, hay razones suficientes para pensar que la achira, en ese entonces, por lo menos fue utilitaria, como señala el historiador José Luis Espinoza.

El investigador señala además que la achira mantiene tres funciones. La primera, que su hoja sea funcional, es decir, servir como envoltura para ciertos alimentos. La segunda es alimenticia, pues del tronco de dicha planta se obtiene el almidón, útil para elaborar pan. Finalmente, tiene una función decorativa, la cual se ha explotado en los últimos años e incluso ha trascendido fronteras, siendo valorada en Norteamérica y Europa.

Sin embargo, hay detalles que se desconocen de esta planta, como por ejemplo el significado de su nombre. 

Achira viene del término quichua achuy, cuyo significado primario es “estornudo”. Esto puede conducir, aunque no de manera definitiva, a la idea de “transportar algo”.

Variedad. En la parroquia San Joaquín, Gregorio Villacís protege tres variedades de achira: una de hoja morada, otra de flor amarilla y una de flor casi roja. Cada una se caracteriza por tener un tamaño específico, siendo el de flor amarilla la más común.

Villacís asegura que entre los usos más importantes de la hoja de achira, a más de los ya conocidos, está el cocinar los alimentos como el pollo y el pescado dentro de una olla de barro, “proceso que lamentablemente ha sido sustituido por las ollas de presión”, dijo el conocedor de la planta.

Como recomendación, el agricultor recuerda que la achira es una planta que puede sembrarse en cualquier espacio, sea amplio o pequeño, y que mantenerla es una forma de conservar la tradición gastronómica local. 

De su parte, María Chocho, propietaria del local “Aroma de Café”, especializado en envueltos, prepara el tradicional tamal con la hoja de achira que obtiene en los campos del cantón Santa Isabel, uno de los lugares que, según los entendidos, mejor calidad de planta tiene. 

En 15 minutos el tamal está listo para consumirlo.

En sus 28 años de experiencia preparando tamales, María reconoce que la prioridad es fortalecer la tradición e identidad nacional.