“Las guantas eran cazadas para nuestro consumo pero ahora son contadas, tengo un bosque protegido de ocho hectáreas y allí, estimo, solo hay ocho animales, pues aunque uno quiera preservarlas hay caza indiscriminada”, explica. 

La nacionalidad tsáchila presentó el año pasado ante la dirección provincial del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), un proyecto de crianza de guantas en cautiverio (zoocriadero).

Los nativos buscan la preservación de la especie, que, según datos del Ministerio de Ambiente, está amenazada.  

 

 “No es posible”. Javier Aguavil, gobernador tsáchila, señaló que la meta es la reproducción en cautiverio y a futuro la comercialización del animal como un atractivo gastronómico.

“Hemos presentado un proyecto al Magap para que nos ayuden con la asistencia; sin embargo, recibimos una respuesta negativa”, expresó el principal de los tsáchilas.

Esta cartera de Estado realizó una investigación en la que determinó que el proyecto no era factible ni ambiental ni económico.

Carlos Ríos, técnico de campo del Magap, señaló que la guanta es un animal amenazado por la disminución del territorio de la nacionalidad.

En la última década las siete comunas tsáchilas han perdido más de 2 mil hectáreas   de las 10 mil que poseían, según datos de la Gobernación Tsáchila.

“Uno de los aspectos que ha contribuido a su extinción es la extensión de la frontera agrícola y la caza”, señala Ríos.

 

Las razones. Juan Carlos Barrionuevo, técnico de proyectos del Magap, informó que tras la presentación del proyecto por parte de los tsáchilas, la cartera de Estado realizó un estudio sobre la factibilidad del mismo. “La guanta tiene particularidades, es un animal solitario y de poca interactividad, de hábitos nocturnos a partir de las cinco de la tarde a las cuatro de la mañana. Restringido a áreas boscosas, y ríos con vados. Son territoriales abarcan un área de 2 a 3 hectáreas”, explicó.

Añadió que iniciativas similares se desarrollaron sin éxito en el oriente ecuatoriano, pues se evidenció que las especies se volvían más proclives a adquirir enfermedades, reducción de peso y capacidad de preñez, además se evidenciaron cambios esenciales en la calidad de su carne, así como aumento de grasa por la alimentación, la demanda del producto, las restricciones de comercialización y los costos determinaron el cierre de estos criaderos.  

“A pesar de la falta de pertinencia ambiental y técnica el proyecto de guanta no fue descartado, al contrario se acordó con la población elevar las consultas respectivas al Ministerio de Ambiente y orientar el proyecto hacia la recuperación de áreas de hábitat natural de esta especie”, sotuvo el técnico.

Añadió que efectúa un plan de granjas con pollos campero y tilapias en las siete comunas.

Agustín Calazacón dijo que pese a la prohibición de captura de la especie “su carne se expende libremente en un mercado del centro de la ciudad”.

Cada libra cuesta 6 dólares “y en algunos restaurantes mestizos los platos hechos con guanta pueden llegar a costar hasta 10 dólares”.