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01 de mayo de 2024

Juan Martín Díez, El Empecinado (c. 1881), réplica de Goya por Martínez Cubells

Juan Martín Díez, El Empecinado (c. 1881), réplica de Goya por Martínez Cubells

La muerte injusta de 'El Empecinado', héroe de la Guerra de la Independencia

Este sábado, 20 de agosto, la localidad de Roa de Duero viajará al año 1825, para ver pasar por sus calles nuevamente a Juan Martín 'El Empecinado' conmemorando el 197 aniversario de su muerte

Despojado de toda gloria del pasado, Juan Martín Díez apodado 'El Empecinado', era condenado a muerte el 20 de abril de 1825 tras haber sido exhibido durante un tiempo en una jaula, como si el honor de haber sido uno de los más destacados jefes de la guerrilla que luchó contra la invasión napoleónica no importase nada.
Francia y España habían firmado el tratado de Fontainebleau por el que se permitía el paso del ejército de Napoleón Bonaparte a través de España para invadir Portugal, sin embargo, los planes del Emperador de los franceses eran muy distinta: quería poner a su propio hermano José en el trono hispano. El Empecinado se sumó inmediatamente a la resistencia patriótica. Era conocido en todo el territorio en el que luchaba, tampoco pasó desapercibido por las tropas francesas siendo perseguido por el general Joseph Hugo, padre del escritor Victor Hugo.
En los años siguientes participaría en importantes contiendas como las defensas de Ciudad Rodrigo (Salamanca), en 1810; la de Torija (Guadalajara), en 1812; o la de Alcalá de Henares, en 1813. Fue un liberal convencido y partidario entusiasta de la Constitución de 1812. Por esta razón, cuando Fernando VII el Deseado regresó a España en 1814 y restauró el absolutismo, además de rechazar la Constitución de Cádiz, y comenzar una dura política de represión y persecución de los afrancesados y liberales, Martínez Díez se tuvo que retirar a su ciudad natal donde continuó luchando por la causa liberal. De hecho, un año más tarde haría entregar una carta a Fernando VII en la que le pedía restaurar el orden constitucional y acabar con la represión antiliberal. Algo que el Rey no perdonaría.
En 1820 participaría en el pronunciamiento de Rafael del Riego y Antonio Quiroga con el que empezaría un período de tres años de gobierno liberal. La inestabilidad característica de estos años junto con la intervención de los denominados Cien mil hijos de San Luis hizo que en 1823 los absolutistas derrocasen al gobierno liberal y Fernando VII aprovechando que había recuperado el control del Estado español, ordenó la persecución sin tregua de El Empecinado.
Representación de la ejecución de El Empecinado en la obra Historia de España en el siglo XIX (1902)

Representación de la ejecución de El Empecinado en la obra Historia de España en el siglo XIX (1902)

Juan Martín fue detenido en noviembre de 1823 en Olmos de Peñafiel, desde donde lo condujeron a Nava de Roa para ser encarcelado y humillado. Sufrió diez meses de insultos y vejaciones de todo tipo hasta el punto de exhibirle en la plaza dentro de una jaula de hierro en los días de mercado. Y en una calurosa tarde de agosto de 1825, El Empecinado era llevado a la fuerza al patíbulo levantado en la Plaza de Roa donde sería ahorcado. Según relata el alcalde de esta localidad burgalesa Gregorio González Arranz en sus Memorias, el guerrillero llegó a desprenderse de sus cadenas camino del cadalso y trató de huir; sin embargo, fue reducido y ahorcado.
Benito Pérez Galdós retrataría la figura del guerrillero en la novela Juan Martín El Empecinado, como parte de los Episodios Nacionales: «(…) en este libro donde me propongo enaltecer las hazañas de un guerrillero insigne que siempre se condujo movido por nobles impulsos, y fue desinteresado, generoso, leal, y no tuvo parental moral con facciosos, ni matuteros, ni rufianes, aunque sin quererlo, y con fin muy laudable, cual era el limpiar a España de franceses, enseñó a aquellos el oficio».
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