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Un alga tóxica se expande por nuestras costas: puede provocar hasta fiebre
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INVESTIGACIÓN EN LAS PLAYAS

Un alga tóxica se expande por nuestras costas: puede provocar hasta fiebre

La microalga 'Ostreopsis', de origen tropical, ya ha conquistado muchas playas europeas, aunque por su tamaño y los confusos síntomas que provoca, puede pasar desapercibida

Foto: Imagen microscópica de células de la microalga 'Ostreopsis cf. ovata'. (Rubén Duro, Science Into Images)
Imagen microscópica de células de la microalga 'Ostreopsis cf. ovata'. (Rubén Duro, Science Into Images)

De vez en cuando saltan algunos casos a los medios de comunicación locales, pero probablemente la mayoría pasan desapercibidos, porque no son fáciles de identificar. Una especie de alga tan pequeña que solo se ve al microscopio provoca síntomas que podrían confundirse, erróneamente, con una infección respiratoria. Tras disfrutar de la playa, algunas personas experimentan irritaciones de garganta, carraspeo, tos, estornudos, moqueo, picor en los ojos y dolor de cabeza. En el peor de los casos se han llegado a registrar fiebre de hasta 38 °C. ¿Qué está pasando?

El origen del problema está en la microalga Ostreopsis. En ciertas playas, donde puede alcanzar elevadas concentraciones, podemos experimentar algunos de estos síntomas, que en general suelen ser leves y desaparecen al cabo de unas pocas horas, habitualmente entre seis y 12, aunque hay pacientes que los arrastran un par de días. A pesar de que comenzó a detectarse en nuestras latitudes hace unas pocas décadas, había pasado bastante desapercibida hasta estos últimos años, cuando ha aumentado el registro de casos asociados a concentraciones elevadas de Ostreopsis en playas concretas. Por ejemplo, la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (ANSES) contabilizó cerca de 900 en verano de 2021 en la costa del País Vasco francés. Sin embargo, lo cierto es que los primeros aparecieron en el Mediterráneo. Esta situación podría ocurrir en otras costas, especialmente en época estival, cuando la temperatura del agua es más alta.

Foto: Trabajos de retirada del alga invasora en Tarifa. (EFE)

Elisa Berdalet y Magda Vila, investigadoras del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, están estudiando esta cuestión junto a otros científicos internacionales. Hasta ahora saben que Ostreopsis "produce unas sustancias que se liberan en el agua y pueden pasar a los aerosoles del aire", pero "no se conoce la naturaleza concreta de los compuestos irritantes", explican en declaraciones a El Confidencial, así que queda mucho por saber.

Cómo está conquistando el mundo

La microalga Ostreopsis es originaria de zonas tropicales, fue descrita en 1901 en el Pacífico tropical, concretamente en el golfo de Siam, Tailandia. "Con el progreso en las técnicas de muestreo, de observación microscópica y la aplicación de técnicas moleculares se han ido descubriendo nuevas especies que se encuentran desde los trópicos hasta latitudes templadas", destacan las investigadoras. En la década de los 90 empezó a detectarse la presencia de Ostreopsis en diversos puntos de nuestras costas, pero durante la primera década del siglo XXI ya se localizó de forma abundante en muchas localidades, lo que indicaba que se había ido extendiendo a lo largo del litoral mediterráneo. Hoy en día, se encuentra en muchas playas mediterráneas y ha empezado a expandirse también en las costas atlánticas de Portugal, España y Francia. Además, se ha documentado su proliferación en Nueva Zelanda, Japón, la costa oriental de Rusia o Brasil.

placeholder Playa abarrotada. (EFE/Lavandeira)
Playa abarrotada. (EFE/Lavandeira)

En los laboratorios del Instituto de Ciencias del Mar confirman su presencia combinando observaciones al microscopio óptico y en el microscopio de barrido, y técnicas moleculares que detectan secuencias de ADN. Esta microalga vive en aguas poco profundas y bien iluminadas. "Se encuentra nadando o flotando en la superficie del mar, y preferentemente adherida a rocas y macroalgas", comentan Berdalet y Vila. Por ello, para detectar su presencia y hacer un seguimiento, el método más utilizado es la toma de muestras de macroalgas marinas (las que todos conocemos, observables a simple vista) sobre las cuales se han adherido las células de Ostreopsis. "La muestra se agita para desprender la microalga y observarla al microscopio, y también usamos métodos moleculares para obtener una identificación más precisa de la especie de Ostreopsis", añaden.

Una de las grandes preguntas es por qué se está diseminando en poco tiempo de una forma tan espectacular por todo el planeta. Si cogemos un mapa, hace unos 30 años, las diferentes especies de Ostreopsis se encontraban entre las latitudes 20 °S y 28 °N. En la actualidad, han ampliado su hábitat hacia zonas templadas tanto del hemisferio norte como del sur, y ya han alcanzado los 35 °S y 45 °N. "Esta expansión biogeográfica puede deberse a la combinación de diversos factores naturales y antrópicos como el calentamiento global y la destrucción de los hábitats costeros por la construcción de puertos o espigones submarinos, lo cual lleva consigo la alteración de los ecosistemas marinos", afirman las científicas del ICM-CSIC.

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Buzos en el agua. (EFE)

Ostreopsis resiste condiciones relativamente adversas (baja calidad del agua de mar, cierta desecación) y "debe presentar mejor capacidad de adaptación frente a otros organismos más sensibles a los cambios negativos para los ecosistemas". Según explican las expertas, es probable que haya habido cambios en factores bióticos (una mejor competencia frente a otros microorganismos más sensibles a los cambios del medio o una menor depredación sobre ella) que la han favorecido. No obstante, "aún se están estudiando todos estos aspectos", pero el efecto de playas "muy antropizadas", es decir, transformadas por el ser humano, y el incremento de temperatura del mar son factores clave.

Aunque los problemas que causa Ostreopsis nos tocan más de cerca y pueden resultar sorprendentes, en realidad, hay otras microalgas en el mundo que se comportan de forma similar, produciendo otras sustancias que, a través de aerosoles, acaban por provocar síntomas similares en las personas. El caso más conocido es el de Karenia brevis, que se puede encontrar en las costas de Florida (EEUU) y el golfo de México. Lo mismo sucede con algunas cianobacterias que crecen en aguas dulces.

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Costa vasca. (EFE)

¿Podemos hacer algo para protegernos?

Una vez establecida Ostreopsis, parece muy difícil que podamos hacer algo contra ella, sobre todo teniendo en cuenta que es capaz de resistir ambientes con mucha presión antrópica. Por ejemplo, "zonas donde llegan muchos nutrientes procedentes de la agricultura o del alcantarillado, otras en las que va disminuyendo la arena, o donde la construcción de puertos ha cambiado la circulación marina", comentan las expertas. A nivel general, no cabe duda de que las actividades humanas han llevado al calentamiento global y esta microalga de origen tropical está adaptada a temperaturas cálidas, más que otros organismos, un factor que puede explicar su expansión. Por tanto, "toda mejora y recuperación de la salud de los ecosistemas, donde puedan crecer los otros microorganismos que pueden competir con Ostreopsis o se alimenten de ella, podrá ayudar a evitar que esta microalga alcance concentraciones altas en las playas". Como en todas las cuestiones ambientales, "necesitamos disminuir la presión humana y proteger el medio ambiente", resumen las investigadoras.

Foto: Un laboratorio en una fotografía de archivo. Foto: iStock

Hasta que consigamos un objetivo tan ambicioso y a largo plazo, es necesario tomar otras medidas para protegernos. Las diversas entidades que controlan la calidad del agua de baño realizan el seguimiento en las playas que, por sus características o por la información acumulada en años previos, tienen más posibilidades de tener una alta proliferación de Ostreopsis. Por ejemplo, en Cataluña, la Agència Catalana de l'Aigua se encarga de esta cuestión y se comunica con los ayuntamientos para informar sobre los posibles riesgos durante el verano.

En cualquier caso, las expertas recuerdan que no estamos ante un problema grave para la salud humana: "Normalmente, los síntomas pasan desapercibidos porque son similares a un resfriado que dura unas horas, o a una alergia respiratoria", aunque las personas que trabajan en las playas o cerca de ellas, como los socorristas o el personal de hostelería, pueden verse sometidos a una exposición prolongada que alargue estos problemas. No obstante, hay que tener en cuenta que "no se trata de una infección" y, por lo tanto, "no se contagia". De hecho, no todas las personas tienen la misma sensibilidad. Cuando las molestias persisten o son intensas, son efectivos el ibuprofeno, el paracetamol o los antihistamínicos; aunque siempre se debe consultar al médico.

De vez en cuando saltan algunos casos a los medios de comunicación locales, pero probablemente la mayoría pasan desapercibidos, porque no son fáciles de identificar. Una especie de alga tan pequeña que solo se ve al microscopio provoca síntomas que podrían confundirse, erróneamente, con una infección respiratoria. Tras disfrutar de la playa, algunas personas experimentan irritaciones de garganta, carraspeo, tos, estornudos, moqueo, picor en los ojos y dolor de cabeza. En el peor de los casos se han llegado a registrar fiebre de hasta 38 °C. ¿Qué está pasando?

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