Vídeo: un año más, ya está aquí el tiempo de las cigüeñas

Una algarabía recorre los tejados de iglesias y edificios vetustos de media España. Las cigüeñas en sus nidos repiten, una y otra vez, una ceremonia de salutación, un dúo de percusión en señal de bienvenida con el que los dos miembros de la pareja, estable de por vida, se saludan cada vez que uno de ellos llega al nido. A casa.

Crotorar se llama ese tableteo que suena a madera, producido al entrechocar las mandíbulas de los picos mientras las dos aves levantan el cuello, se retuercen o hacen contorsiones una encima de la otra. La palabra, una onomatopeya, remite a crótalo que, entre otras cosas, es como se llama también a las castañuelas: otro instrumento de madera.

Y como las castañuelas, como todo instrumento de percusión, las rojas mandíbulas son auténticas cajas de resonancia que amplifican el sonido y hacen más grande, más audible, el saludo.

Todo lo que rodea la llegada de las cigüeñas a sus nidos viene envuelto en la sensación de buena nueva. Anuncian el final de la mala estación. Nos hablan de una vieja relación entre la naturaleza y los humanos. Adornan los tejados. Por tanto, no es de extrañar que, en vez de gritar, parezca que aplauden.